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Dramaturgo / María Verónica Duarte Loveluck |
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Juana de Arco
de María Verónica Duarte Loveluck
Carlos duerme. Se despierta sobresaltado. Entra Agnes Sorel.
Agnes: Calma, calma, no ha sido más que un mal sueño. Déjame enjugar tu frente.
Carlos: Extraños personajes me visitan en sueños... No puedo dormir, si tú supieras, he olvidado la tranquilidad. La muchacha, Juana, todas las noches sueño con ella. Es insoportable. Hasta en sueños me desafía.
Agnes: Olvida a la muchacha. Es sólo una niña, nada puede hacer contra ti.
Carlos: Es un demonio, no es sólo una muchacha, es un guerrero. Ojalá hubiera escuchado a Tremoïlle, ¿cómo pude estar tan ciego?. Si accedía a sus demandas siempre iba a querer más y más. No hay más dinero, por Dios, lo he gastado todo en las campañas.
Agnes: Calma, ya se te ocurrirá algo.
Carlos: ¿Cómo quieres que me calme?. Sabes lo que me dijo: “La paz no puede obtenerse más que a punta de lanza”. ¿Qué es lo que pretende? ¿Que estemos todos pobres o muertos para detenerse?. Cada vez me da más miedo, quiere luchar ciegamente sin mirar nunca atrás.
Agnes: Debes mantenerla fuera del campo de batalla.
Carlos: Eso es lo que he hecho, he dilatado sus campañas, pero ha conquistado a los capitanes y me temo que estén dispuestos a seguirla aún sin mi consentimiento. No sé hasta cuando resista ante sus insistencias. Vete, no soporto el calor. Déjame solo. Siento un peso en el vientre y la cabeza llena de agua. (Sale Agnes) ¿Por qué ese pesar? ¿Por qué en mi sueños siempre me hallo culpable?