Dramaturgo / María Verónica Duarte Loveluck  

 

 


Juana de Arco

de María Verónica Duarte Loveluck

La fuente

Juana Niña es atraída por una música que proviene de la fuente, se acerca a la fuente y se inclina para mirar dentro, se sobresalta. De la fuente entra Santa Margarita que es una joven con sus vestidos mojados.

 

Margarita: No tengas miedo, en una fuente perecí y de una fuente salí. Mis adornos del cielo mojados con las lágrimas de tu pueblo. No tengas miedo, los ojos del Señor están puestos en ti, mis palabras sonarán como extrañas campanas en tus oídos, te embriagará una hermosa música. Quizás el vigor de mi presencia bañe de lágrimas tus mejillas. Quizás creas que sueñas despierta, que tu espíritu voló plácido arrullado por el cansancio del día. Pero sé que me entiendes. Sé que tu corazón, que ahora late agitado, escucha con fe y no se cierra.
Juana niña: El ruido de las chicharras se confunde con extrañas campanas. Lloro, no puedo contener mis ojos, tiemblo, no puedo contener mi miedo.
Margarita: Juana, hija de Dios, escucha mis palabras. Debes partir a Chinon. Debes levantar el sitio de Orleans.
Juana niña: No puedo, soy muy pequeña, no sé hacer la guerra, ni siquiera sé cabalgar. Soy Juana, la hija de Jacques y tú me llamas Juana, la hija de Dios. No puedo mirar a mi padre, no puedo decirle que tengo que irme. Llorará como el día que despertó de ese sueño en el que me vio partir con soldados, se enfurecerá conmigo. (Abraza los pies de Santa Margarita)
Margarita: Debes partir a Chinon. Debes llevar al Delfín a ser coronado en la catedral de Reims.
Juana niña: Miles de voces se alzan en mi mente. Dicen no. Miles de voces se alzan en mi corazón, dicen sí. ¿Las escuchas? Los perfumes de tus vestidos me alientan, pero no encuentro la fuerza en este, mi cuerpo. Tiemblo como una hoja. ¿Debo abandonar mi casa, decepcionar a mi madre? No puedo explicarle que no la ayudaré más con el bordado. ¿Debo olvidar los juegos? La guerra es real y mata a los hombres. El agua de mis ojos llenaría una fuente, ¿y aún así seguirás viniendo? ¿Alentarás mi espíritu aterrado? ¿Cuántas veces más tolerarás mi no? (Margarita se separa de ella) ¿Vendrá ese día en que tenga que partir? ¿Vendrá pronto? (Margarita asiente y sale. Juana Niña queda recostada en el suelo, llorando).


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