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Dramaturgo / María Verónica Duarte Loveluck |
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Juana de Arco
de María Verónica Duarte Loveluck
Carlos: Es increíble, lo ha logrado. En ocho días ha levantado un sitio que llevaba más de seis meses.
Tremoïlle: No debemos confiarnos demasiado, señor, puede haber sido una casualidad. He escuchado decir que se aproxima con la intención de conducirlo inmediatamente a Reims para su coronación.
Carlos: Es verdad, yo mismo lo he escuchado, Dunois y Alençon la acompañan.
Tremoïlle: Si me permite, señor, no se precipite en mostrar su alegría y su asombro. Su coronación es la evidente y esperada consumación de una victoria como esta. Pero no es propio de un príncipe dejarse dominar por una muchacha. Si se deja llevar por sus caprichos pronto no tendrá como dominarla. Ya ha visto usted el efecto que produce en las tropas.
Carlos: Les ha devuelto el aliento y la esperanza de la victoria, les ha dado una razón por la cual luchar.
Tremoïlle: Los ha subyugado por completo a sus deseos.
Carlos: Ella ha luchado siempre en mi nombre y en el de Francia.
Tremoïlle: Sí, señor. Y en el nombre de Dios. No olvide, señor, que Dios lo ha elegido a usted para reinar en Francia y no a ella. Debe dominarla, ponerla a prueba. Aproveche el vigor que finalmente se ha instalado en el suelo de Francia y recuperará un país, no tan sólo una ciudad.
Carlos:¿Qué me sugieres?
Tremoïlle: Le sugiero que espere a que se haya recuperado al menos todo el valle de la Loire, para acceder a sus demandas.
Carlos: Y, ¿qué pasaría si después de la victoria de Orleans su nombre se sume en la oscuridad? ¿Acaso mi coronación tendría la gloria que ahora le espera?
Tremoïlle: Es posible que no, señor... Quizás es más provechoso coronarse en estas circunstancias que arriesgarse a otras menos favorables. Sin embargo, señor, no pierda de vista lo que le he dicho, sea cual sea la determinación que tome en este caso.
Carlos: Tus consejos, como siempre, me parecen acertados.
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