Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Telemaco/Subeuropa

de Marco Antonio de la Parra

Escena 24

Puta maniatada en la cama. Cónsul con una copa en la mano y un cuchillo en la otra. Comenzará al final de sus palabras a vestirse con un traje de hule y guantes de goma protegiendo su ropa. Entre un cirujano y un carnicero.

Cónsul: Fue difícil encontrarte. Complicado. Sois vosotras como sombras. Desaparecéis en cuanto se os pierde de vista. Pero seguí tu huella. No hay muchas dominicanas en Berlín. No entiendo como sois tan ingenuas ¿Sois todas así? Dejarte atar. Otra vez. Seguro que no soy el único. Y trataste de inculpar a ese pobre muchacho. Pobre. El crimen... ¿qué es el crimen? Intentar arrojar la muerte lejos de uno. Pero cuando se ha metido dentro tienes que matar mucho para poder liberarte. Mucho. No salva, no redime. Exige más muerte, exige perfeccionar el dolor, convierte la vida en calvario. ¿No te apiadas de mí? Yo conozco la muerte. Soy la muerte. Me bastaría hacerte el amor para matarte. Pero quizás ya estás infectada y se perdería en tu memoria mi presencia. Prefiero el crimen. Es más cierto, más tangible. Tú te das cuenta mientras sucede. Yo me doy cuenta mientras sucede. Tu muerte será una lástima. Pero ¿a quién le importas? ¿A quién verdaderamente le importamos? He estado en tantos países. He hecho esto tantas veces. De pronto algún policía se pone majadero. Pero pareciera que la elegancia te hace invisible. O indefinido. O inespecífico. Hay tanta gente elegante. Como que el poder espantara. ¿Sabes que si me capturan no soy juzgable? Podría invitar al detective a mirarnos. Lo tendría ahí atado y no podría hacer nada. Lo he pensado. Imagínatelo. Y nada, no podría hacer nada. ¿Sabes lo que te voy a hacer? El amor. Y después te causaré mucho daño. Todo el que necesite hasta aliviarme. Y mezclaré tu sangre con la mía. Y tendrás una muerte dulce y lenta y larga. Como yo nunca la tendré. Porque sabré darle un corte. Como el que haré al final en tu garganta. Cuando ya sea demasiado tarde o cuando no aguantes más de dolor o cuando me lo ruegues o cuando yo ya me aburra por tu resistencia de burra centroamericana. Te suplico, no me manches con tu sangre. No te agites. No vomites si es posible. Sé delicada. Y acepta tu destino como yo acepto el mío. ¿Estás lista? ¿Estás lista? No te oigo. Bien. Comencemos.


Escena 1 | Escena 2 | Escena 3 | Escena 4 | Escena 5 | Escena 6 | Escena 7 | Escena 8 | Escena 9 | Escena 10 | Escena 11 | Escena 12 | Escena 13 | Escena 14 | Escena 15 | Escena 16 | Escena 17 | Escena 18 | Escena 19 | Escena 20 | Escena 21 | Escena 22 | Escena 23 | Escena 25 | Versión de impresión

 

 


Desarrollado por Sisib, Universidad de Chile, 2006