Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Telemaco/Subeuropa

de Marco Antonio de la Parra

Escena 1

La Madre    y su Amante hacen el amor sobre el lecho. Furiosa, delicadamente.
Teo, el muchacho, los contempla mientras prepara una mochila y se pone su abrigo.

Teo: Me voy, madre.

No lo escuchan. 

Teo: Voy a buscar a mi padre.

No lo escuchan.

Teo: Necesito dinero.

No lo escuchan. Ella parece alcanzar un clímax frustrado. Se detiene.

Madre: No puedo.
Amante: ¿Qué te pasa?
Madre: No pude, no sé, disculpa. De pronto siento un relámpago de angustia.
Amante: Ya se te pasará. Ven.


Ella se deja abrazar.

   Teo: No sé nada de mi padre hace años. Es como si se hubiera marchado en un viaje sin rumbo, madre. Como si estuviera muerto.

No lo escuchan.

Madre: A veces me sucede. Es cuando estoy a punto de llegar y de pronto... Me duele el pecho... Siento que me voy a morir... Es terrible.
Amante: Ven. Deja que te calme.
Madre: Es inútil. No puedo.


Ella se levanta. Se pone una bata.

Teo: No nos veremos en meses, madre. Tal vez en años.

No lo escuchan.

Amante: ¿Te pasa siempre?
Madre: Siempre.
Amante: ¿O solamente conmigo?
Madre: No, siempre. Estoy vieja. El deseo es injusto. Persistir es su venganza. El olvido no llega nunca.

Teo se acerca por detrás. La abraza.

Madre: ¿Te vas, hijo?
Teo: Sí, madre.
Madre: ¿Por qué? ¿Por qué te vas tú también? ¿Por qué se van todos? Era tan lindo estar contigo, hablar contigo.
Teo: Parto a Europa, madre.
Madre: Todos quieren ir a Europa. ¿A qué? ¿A trabajar como camarero? ¿A vender en la calle? ¿A limpiar cristales? ¿A morirse de hambre? Todo es carísimo en Europa. No nos quieren allá. ¿A qué se van todos? ¿Por qué no quedarse aquí? ¿Por qué no te quedas con tu madre?

Ruido de sirenas que pasan fugaces y se pierden.

Teo: Es mi padre, madre.
Madre: ¿Tu padre? ¿Qué sabes de tu padre? ¿Tú crees que él estará en Europa? ¿Tú crees que lo dejarían vivir en Europa? No nos envió ni una carta, ni una fotografía. Ni un peso. Jamás supimos nada de él. Dijo: Veré qué pasa. Volveré por ustedes, dijo. Voy a la guerra, dijo. ¿A qué guerra se fue? No sé. Hay tantas. Siempre hay alguna guerra. Que Dios me perdone pero era un hijo de puta. Ni una carta, ni una fotografía. Ni una lágrima. Un agujero enorme en el pecho. Nada más. No me gusta hablar de esto. Hablaremos después. Después de la ducha, después del desayuno.


Habla al Amante.

Madre: A veces no aguanto a Teo. Desde pequeño fue difícil. Siempre haciendo preguntas incómodas.
Amante: Tal vez haya salido a ti.
Madre: Tal vez.
Amante: O a su padre.
Madre: ¿Su padre? Un pusilánime, un blando, un don nadie. (A Teo) ¿Sabías que tu padre era un don nadie? ¿Lo sabías?
Teo: Era médico.
Madre: ¡Era médico! Como si eso arreglara las cosas. Yo sabía más medicina que él. ¡Médico! Se dejó llevar por la vida, por las mujeres, por la política. Sobre todo por la guerra. Mi cabeza, me has hecho daño, Teo. Otra vez. Todo el embarazo estos malditos dolores de cabeza. Y ahora te vas. (Al Amante). Nunca tengas hijos. Son solamente dolores de cabeza. No duermes más, nunca más estás tranquila. (A Teo). Hablaremos después. Después de las aspirinas, del desayuno, después de la ducha.


Toma aspirinas. Sale. Hace funcionar la ducha. Ruido de la regadera.


Amante: ¿De verdad te vas?
Teo: A Europa.
Amante: ¿Cuándo?
Teo: Esta noche.
Amante: ¿Cruzarás el Atlántico de noche? Es un viaje muy largo.
Teo: Sí, muchas horas.
Amante: Ese es tu equipaje.
Teo: Sí, todo mi equipaje.
Amante: Es difícil entrar en Europa.
Teo: Me las arreglaré.
Amante: ¿Tienes la visa? ¿El pasaporte?
Teo: Me las arreglaré.
Amante: Necesitarás dinero.
Teo: Mi padre me espera.
Amante: ¿Sabes ya dónde ubicarlo?
Teo: Sí.
Amante: ¿Te va a esperar en el aeropuerto?
Teo: Sí.
Amante: ¿Seguro?
Teo: Seguro.
Amante: Eres un buen muchacho. Podríamos haber sido más amigos.
Teo: Puede ser. Pero ahora me voy.
Amante: Podríamos haber conversado... Tenemos cosas en común.
Teo: Se me hace tarde.
Amante: Siempre me esquivaste.
Teo: Debo irme.
Amante: ¿De dónde saliste tan áspero? Tu madre es dócil, dulce, entregada.

Teo esquiva la mirada y permanece en silencio.

Amante: Es una mujer muy tierna. No la conoces. Eres muy joven para juzgar así a la gente.

Termina la ducha. Madre entra envuelta en una toalla. Mojada, completamente mojada.

   Madre: No te vayas, Teo.

Teo toma su mochila y hace un ademán de despedirse. No se mueve de su sitio. Sólo se despide.

Madre: Quédate conmigo. Con nosotros. Ni siquiera sabemos si está vivo

Teo sigue despidiéndose.

Madre: Tu padre está muerto, Teo.

Teo continúa su despedida.

Madre: Nunca te lo dije, pero es cierto.
Nunca quise que lo supieras.
Nunca supe ser una buena madre.
Perdóname.


Teo sigue despidiéndose.
La atmósfera se torna irreal.

Como si la madre le hablara a un sueño.

Madre: Me tratas como si yo misma lo hubiera mandado matar, Teo.


Teo no deja de despedirse.

   Madre: Yo no lo maté, Teo. ¿Teo? Te lo juro. ¿Teo?

Teo no deja de despedirse.

Madre: ¿Y si lo maté? ¿Qué? ¿Y si tuve que hacerlo? ¿Y si no tuve más remedio? ¿Teo? ¿Hijo?

Teo sigue despidiéndose.

Madre: Hijo, quédate. No seas cabrón y quédate.

Teo baja las manos. La mira.

Madre: No te vayas, Teo.
Teo: Me voy, madre.


El Amante abraza a la Madre    que no dice nada.
Sólo se adelanta y abofetea a Teo.
Luego lo besa en ambas mejillas.
Luego va donde el Amante que la acoge en sus brazos.
Todos hacen ademán de despedirse.
Teo no se mueve de su sitio.

   Teo: Adiós, madre.

 


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