Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Telemaco/Subeuropa

de Marco Antonio de la Parra

Escena 12

Madre en Europa. Con un pañuelo en la cabeza, con gafas oscuras, como quien oculta ojos muy hinchados. Teo y su mochila. Mesa de café en la acera.


Madre: No puedo dormir con tu silencio. Te comportas como tu padre. Desapareces y ya. Yo me he sacrificado mucho por ti, infinitamente. ¿Y qué has hecho? Dejarme. Está bien. Bebo demasiado, no soy estable emocionalmente, tomo píldoras en exceso. Está bien, no soy perfecta. ¿Pero qué quieres que haga? ¿Que me desespere gritando? ¿Que pase las noches en vela como una loca? Tengo que trabajar. Aún tengo que mantenerte. ¿Quién abre la tienda? ¿Quién pone un plato en la mesa? ¿Nos dejó algo tu padre? Ser viuda de un médico es igual que ser viuda de nadie. Jamás ejerció, siempre estuvo sumergido en la política, con sus amistades. Nunca supo ganar dinero. Además tú conoces a Vicente. Sus ataques de celos. He tenido muy mala suerte con los hombres. Esperaba que fueras el hombre que me acompañara por el resto de mis días. Junto a mí. Sin pedir nada a cambio. Todos quieren sexo. Es lo único que quieren. Después del sexo se aburren o se duermen o se olvidan. Respiro su mal aliento, sus pedos, sus bocas abiertas mientras roncan, sus calvicies. Son todos unos animales. Tú eras distinto. Pero partiste. Nunca creí que te atrevieras. Sin dinero, como un vago. ¿Buscando qué? ¿Quién eres? ¿A tu edad buscando a tu padre? Hubieras sido acaso un artista que necesitara conocer Europa. Nada de eso. Estudias electrónica. Apenas un técnico. No fuiste buen alumno. Nada de eso importaba. Que te hubieras quedado con nosotras, que hubieras colaborado en la tienda, que te hubieras graduado. Poner un negocio. Nada más. ¿Es malo pedir eso? ¿Es mucho? Maldita obsesión con tu padre. Por eso, no les he hablado nunca de él. Por eso, oculté sus fotos. Sabía que iba a pasar esto. Tarde o temprano. Se marcharían. Y quedaría sola, definitivamente sola.
Teo: Está mi hermana.
Madre: También se marchará. Dice que ha encontrado una pareja. Que se casará. Es un australiano. ¿Qué voy a hacer sola? Un australiano. Se casará con un canguro. Qué horror. ¿Y yo? ¿Qué he hecho yo para tener que sufrir así? Qué ganas de morirme.
Teo: No empieces con eso, por favor.
Madre: ¿Por qué? ¿Acaso no puedo decir lo que pienso? ¿También eso está prohibido?
Teo: Ay, madre, ¿por qué si tanto lo quieres no te matas de una buena vez por todas?
Madre: Sí, para darles en el gusto, para que se alivien del peso de tener que cuidarme. Eso es lo que soy ahora, una carga. Nunca creí que oiría esto de un hijo mío.
Teo: Es que es desesperante, madre...
Madre: ¡Claro que es desesperante! ¡Mi situación es totalmente desesperada! ¡Y tú y tu hermana y tu padre tienen la culpa!
Teo: Madre, por favor...
Madre: ¡Y me están volviendo loca! ¡Y quieren que no beba ni tome píldoras ni tenga amistades ni viva! ¡Me explotan! ¡Viven de mi dinero! No son capaces de tener una carrera, de estudiar algo que valga la pena, no son capaces de ponerse los pantalones y crecer. ¡Inútiles!
Teo: Madre, perdona...
Madre: Ahora me ruegas. Después que quieres que me mate me ruegas...
Teo: No quise decir eso...
Madre: No quise decir eso. Ridículo. Claro que me quieren matar. Tu padre también me quería matar. Seguir con él era una guerra a muerte. Por suerte partió a la guerra. Por suerte no volvió nunca. No aguantaba más. Ni nos tocábamos.
Teo: Pero yo nací...
Madre: Tu nacimiento es un accidente. A quién le importan los niños. A él no le importaban, nunca le importaron. Partió a la guerra. Mierda de padre. Un niño, eso es lo que era.
Teo: Madre...
Madre: Dios mío, ¿qué he hecho yo para recibir este castigo?
Teo: Te estoy pidiendo perdón.
Madre: Si quieres que te perdone, vuelve a casa. Y trabaja como hombre. Y hazte cargo de tus responsabilidades. Tienes una madre y una hermana. ¿Qué importa tu padre?
Teo: ¿Está muerto?
Madre: ¿Qué importa eso ahora?
Teo: ¿Había otro hombre en tu vida cuando él murió?
Madre: Eso no te incumbe.
Teo: ¿Qué le pasó a mi padre?
Madre: Pide la cuenta y vámonos.
Teo: Me tienes que contestar.
Madre: Yo no tengo nada que contestarte. Tú tendrás que portarte muy bien conmigo. Muy bien. De ahora en adelante. Porque has sido un muy mal hijo. Muy malo.
Teo: Está bien, madre.
Madre: Pide la cuenta y vámonos.


Teo levanta la mano para llamar al camarero. Ruido de tráfico. La mira a su Madre. Ella no lo mira. Baja la mano. El ruido del tráfico cubre todo.


Escena 1 | Escena 2 | Escena 3 | Escena 4 | Escena 5 | Escena 6 | Escena 7 | Escena 8 | Escena 9 | Escena 10 | Escena 11 | Escena 13 | Escena 14 | Escena 15 | Escena 16 | Escena 17 | Escena 18 | Escena 19 | Escena 20 | Escena 21 | Escena 22 | Escena 23 | Escena 24 | Escena 25 | Versión de impresión

 

 


Desarrollado por Sisib, Universidad de Chile, 2006