Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Telemaco/Subeuropa

de Marco Antonio de la Parra

Escena 14

Teo cava la fosa. Hermana entra y lo contempla.

 

Hermana: ¿Lo hiciste, Teo?
Teo: Tal vez.
Hermana: ¿Lo hiciste? ¿Recorriste toda, toda Europa?
Teo: No. No pude.
Hermana: Pero... ¿por qué? Estabas allá, podías preguntar por él. ¿Por qué?
Teo: Tú no sabes lo difícil que es Europa. Tuve que dormir en la calle, refugiarme en cualquier sitio, comer cualquier cosa, vestirme sin poder lavarme, mendigar.
Hermana: ¿Supiste algo de él? ¿Qué averiguaste?
Teo: ¿Qué se puede averiguar de un muerto?
Hermana: ¿Recorrió esos países? ¿Atravesó esas fronteras? ¿Cruzó las plazas de esas ciudades?
Teo:
 No lo sé. No sé siquiera si me hablaban de él o de otro. Nunca estuvo en Europa. Nunca estuvo.
Hermana: Tú sabes cómo sucedió todo ¿No?
Teo: No, no lo sé.
Hermana: Partiste a Europa buscando lo que debías buscar acá. Me dejaste a mí sabiendo que yo sabía. No me preguntaste nunca nada.
Teo: Nunca me dijiste nada.
Hermana: Preferí nadar. Preferí bailar. Preferí estudiar y ser la primera de la clase. Preferí ser la hermana modelo. Preferí enamorarme. Pero mis pesadillas me sacaban del descanso. Temí usar píldoras como mi madre y seguir su huella. Esperaba que tú nos vengaras, Teo.
Teo: ¿De quién? ¿De qué?


Ruido de sirenas policiales.


Hermana: De quienes se llevaron a mi padre. De quienes acudieron a los gritos de ella pidiendo alivio. No estábamos en casa. Discutieron. Siempre discutían. Tú no te acuerdas. Eras muy pequeño. Llorabas, te dabas golpes contra el muro. Yo te calmaba. Gritaban.


Se escuchan gritos de una pareja en el cuarto de al lado. Las sirenas se detienen. Se escuchan portazos. Golpes. Lucha cuerpo a cuerpo. Gritos.


Hermana: Nunca más lo vimos. Mi madre dijo que había partido a Europa. Se lo llevaron desnudo. Su cuerpo está en alguna parte, maniatado con alambre, enterrado.


Miran en la fosa semiabierta.


Teo: No es cierto. Yo recibí una postal de él. Una. La Puerta de Alcalá. El movimiento del tráfico nocturno.


Se la muestra, ajada.


Hermana: No puede ser. Dámela.
Teo: No. Nunca te la quise mostrar. Era mi tesoro. Mi rabia. Contra ti, contra ustedes, las mujeres de la casa que nunca lo nombraban.
Hermana: Déjame verla.
Teo: ¿Nunca tuviste una? ¿Nunca?
Hermana: Déjame verla, te lo ruego.
Teo: Es auténtica. Dice: Hijo mío, estoy en Madrid. Siempre te recuerdo. Quiero que crezcas robusto, que crezcas sano, que nunca me olvides.

 

La hermana se la arrebata.


Hermana: ¡No dice nada! ¡No dice nada! Mientes. Nunca te escribió. No podía hacerlo. Nunca habría podido. Si hubiese escrito me habría escrito a mí. A mí ¿Me oyes? A mí.
Teo: No lo sabemos.
Hermana: Jamás te tomó en cuenta. Jamás. Ya tenía otros amores. Ya se iba de casa por las noches. Ya mamá vagaba con un puñal a lo largo del pasillo de la casa, esperándolo.


Una ambulancia pasa ululando.


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