Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Telemaco/Subeuropa

de Marco Antonio de la Parra

Escena 9


Cónsul hace entrar a Teo a su departamento. Ruido de tráfico afuera. Luz entra desde las ventanas. Penumbras.


Cónsul: Entra. Como verás me he vuelto un poco japonés. Años en el Oriente, en ese mundo extraño. He viajado tanto. Tal vez demasiado. Entra, no seas tímido. Estás a salvo. No te puede pasar nada. Nada malo, digo. Entra.


Teo entra. El Cónsul se coloca una bata japonesa.


Cónsul: Siéntate donde quieras. ¿Te apetece beber algo? No muy fuerte. Algo dulce. O seco. O sin alcohol. Debes estar cansado.
Teo: Quiero dormir.


El cónsul carga su copa. La bebe y la vuelve a llenar una y otra vez.


Cónsul: ¿Cuántas horas te tuvo ese gorila en el aeropuerto? Te convierten poco a poco en bulto. Uno se siente un muerto, un cuerpo, un cadáver. Un solo muñón que ni siquiera sangra. ¿De verdad no quieres beber?
Teo: La ciudad es muy grande.
Cónsul: Muy ruidosa además y movida. No te imaginas Tokio. Y no te digo la India. Y México.
Teo: No voy a poder hallarlo.
Cónsul: Me temo que será muy difícil.
Teo: Quizás dónde estuvo, con quién, en qué esquina.
Cónsul: Es todo fugaz. Se deshacen las imágenes como sueños al abrir los párpados. No hay apenas memoria que pueda detener lo vivido. ¿Quién era? ¿Con quién estuve? ¿Te quedarás mañana o te irás como todos?
Teo: Me quedaré.
Cónsul: ¿Cuántos días? Siempre se van. Siempre.
Teo: Mi padre cruzó esas calles.
Cónsul: Tal vez.
Teo: Mi madre dice que no. Que está muerto.
Cónsul: Las madres suelen ser terroríficas en sus aciertos.
Teo: Dice que ya estaba muerto cuando se marchó.
Cónsul: Puede ser. ¿Cuántos de esos que hay allá abajo están vivos realmente? ¿Cuántos?
Teo: No sé dónde buscarlo. Sé de amigos que tuvo, amores que tuvo, rastros que dejó como jirones. Ninguna pista clara. Sé que aterrizó acá.
Cónsul: ¿Encontraron alguna vez su cuerpo?
Teo: Siempre hay cuerpos desconocidos que aparecen en un río, en algún lago, en medio de un incendio. Sólo yo podría haberlo reconocido.
Cónsul: ¿Lo recuerdas?
Teo: Sé que lo habría reconocido.
Cónsul: ¿Quieres encender la luz?
Teo: No.
Cónsul: ¿Prefieres la oscuridad?
Teo: Quiero dormir.
Cónsul: ¿No te irás mañana?
Teo: No.


El Cónsul abre una puerta al fondo. Enciende una luz que invade la habitación.


Teo: Apaga esa luz.
Cónsul: Entra aquí.


El Cónsul apaga la luz. Teo va hacia la habitación. A punto de entrar el Cónsul tal vez lo abrace. Teo corresponderá al abrazo pero en un plano más afectuoso que erótico. Permanecerán abrazados.


Cónsul: ¿No te irás mañanas?
Teo: No.
Cónsul: Promételo.
Teo: Lo prometo.


Ruido de tráfico.


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