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Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra |
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Telemaco/Subeuropa
de Marco Antonio de la Parra
Detective y Cónsul. Superpuestos a la acción final de la escena anterior. Un par de ventiladores acusan un terrible calor veraniego. Ambos en camisa, con manchas de sudor.
Detective: Son ya siete. Aquí y allá. Siete cuerpos mutilados. Aparecen las manos o un pie o la cabeza. En un canal en Amsterdam, en un papelero en la Castellana, en un Metro de Berlín. No hay testigos. Hablan de él las otras putas. Dicen que es de su país. Debe ser fuerte y cruel. Las desangra. Con cortes en las muñecas, en las ingles, en el cuello. Las desolla, les arranca los pechos dejando las costillas al descubierto. No las mata hasta el último minuto. Algo debe decirles mientras las tortura.
Cónsul: Las insulta, tal vez, o las adula.
Detective: O les habla de algo o de alguien.
Cónsul: O les cuenta un cuento. O les canta. O les baila.
Detective: Y luego las reparte por la ciudad. Sus fragmentos en bolsas de basura. Las encuentra un perro o un drogadicto.
Cónsul: No hay testigos.
Detective: Es cierto, no hay testigos. Pero dicen haber visto un coterráneo suyo. Aquí, hace meses, vagando. Joven y peligroso.
Cónsul: ¿Quiere algo fresco de beber?
Detective: Sin alcohol, por favor.
El Cónsul sirve dos vasos de bebida.
Cónsul: No he visto a nadie, detective. O, mejor dicho, he visto tantos. Además... ¿por qué siempre el culpable tiene que ser un joven inmigrante? ¿No tienen ustedes grandes asesinos en el Viejo Mundo? ¿No son nuestros jóvenes también poetas o profesionales? ¿Y por qué tiene que ser joven e inexperto? ¿No puede ser el asesino alguien más sabio, mayor, sofisticado? A la altura de la decadencia europea...
Detective: Hay voces, hay testimonios...
Cónsul: Pero también hay leyendas que tal vez protejan un viejo mal. Como la caza de brujas, detective.
Detective: Alguien lo está haciendo.
Cónsul: Los grandes asesinos son ciudadanos de ninguna parte. Pertenecen a otra sensibilidad ¿sabía? Y no cesarán. Se equivoca. Irán en aumento con el siglo.
Detective: Tal vez ese joven sea uno de ellos. Tenemos que detenerlo.
Cónsul: Tal vez. Ese mismo joven, un vagabundo sin tierra. Como el loco o el místico o el enamorado...
Detective: Si sabe algo, llámeme, Cónsul.
Cónsul: No se vaya sin antes dejarme su tarjeta.
El Detective se la extiende. El Cónsul la coge. La lee y la guarda. Le sonríe. Levanta el vaso para un brindis que el Detective no acompaña.