Dramaturgo / Marcelo Sánchez  

 

 


Filoctetes (La herida y el arco)

de Marcelo Sánchez

Vista 1

 

Una oficina muy elegante en la que hay tres televisores de pantalla de plasma. Derrumbado sobre una mesa se encuentra el productor. A veces, despierta y deambula frente a los televisores. Parece perdido en un desierto por varias semanas y camina erráticamente por la oficina. Escuchamos el sonido del viento. Una pantalla muestra una medición de people meter en franco descenso.

Productor: ¡Hemos seguido hasta el final del camino!. ¡No es justo!. ¡Creímos, con estudios de marketing en la mano, que esta vez todo sería distinto!. ¡Queremos nuestra parte de la torta, nuestro maná caído del cielo, nuestra tierra prometida!. ¿Es que nunca veremos los umbrales de la Jerusalén catódica?. ¿Por qué?. ¡No puede haber ocurrido otra vez!. ¡Nuestros puntos se derrumban hasta las cifras más negativas de la televisión en la era del people meter!. Hicimos todo lo que el manual decía, contratamos asesores argentinos, pusimos la pareja joven, la pareja madura, la tercera edad, el amigo gay, la problemática social de turno. ¡Todo está ahí!. ¡No entendiendo por qué no funciona!. ¡No es justo!. ¿Qué le voy a decir al sumo sacerdote?. ¿Qué explicaciones voy a darles a los avisadores?. Ya no tengo justificación ninguna… ya no tengo nada y mañana diré adiós a mi oficina de vidrios opacos, a mi departamento antiguo del parque forestal, a mi camioneta cherokke, a mi departamento en san Alfonso del Mar… y me despediré de lo que pensé serían los mejores años de mi vida, haré algún “em-bi-ei”, y me reciclaré en algún recoveco de la industria, intentando ocultar mi fracaso a los ojos de la historia… (Susurrando)… bye, bye happines; hello emptiness…

Entra el asistente con un café en la mano. Dejamos de oír el sonido del viento.

Asistente: Aquí tiene, jefe. Jefe, despierte. ¿Se encuentra bien?
Productor: Todo se derrumba a nuestro alrededor, y el estrépito llegará hasta los oídos de los que firman nuestros contratos… todo parece perdido, el naufragio definitivo... ¿Tú no eres el que se compró un auto la semana pasada?
Asistente: Sí, jefe, yo fui…
Productor: ¿Cómo lo estás pagando?
Asistente: En cuotas.
Productor: Perdóname, yo no quise hacerte esto, yo no quise…
Asistente: Jefe, tenemos que proponer algo; no nos podemos dejar vencer así como así, tenemos que reaccionar o todo se va a pique.
Productor: Ya lo hicimos todo, ya pedimos todas las asesorías a todos los siquiatras que se  prestan para esto y nada parece resultar.
Asistente: Jefe, reinventemos el género, eso siempre funciona; no podemos perder las esperanzas, piense en sus departamentos, en los “canjes” de cheque restaurant, en los regalos de Zara, en las carteras Louis Vuitton de sus amantes, jefe…
Productor: ¿Tienes alguna idea?. ¿Tienes algo realmente nuevo?
Asistente: Jefe, no hay que inventar nada, hay que mirar atrás, hay que volver hasta algún punto en el que nos hallamos sentido seguros de lo que hacíamos y volver a empezar desde allí; nunca inventaremos nada, todo es “re-descubrir”, jefe.
Productor: Hemos perdido toda capacidad de vender, de negociar, de que nos crean… ¿Qué podemos ofrecer ahora?
Productor: Hay alguien que gime en la orilla de una playa y que huele asquerosamente, hiede de manera tal que nadie puede acercarse a él sin sentir una náusea profunda. Se encuentra allí resguardando las armas de algún héroe que nunca volverá. Sus historias cautivan audiencias desde la época de la radiofonía y se ha mantenido vigente traspasando las mayores revoluciones del siglo XX: la televisión, Internet, los reality show; es el cross over latino, el sushi mori del diálogo, el Pedro Urdemales de la era cibernética, el Hamelin de las dueñas de casa atormentadas. Si podemos soportar su olor y le ofrecemos un buen contrato lo sacaremos de su playa y lograremos el fenómeno que la gerencia anhela. El es nuestra única oportunidad.
Productor: … Filoctetes…
Asistente: ¿Lo conoce, jefe?
Productor: Huele como los demonios, pero es encantador y sabe lo que la gente quiere, imposible no conocerlo. No podría decir que es un héroe… pero es parte de una leyenda.
Asistente: Es la carta que los tiempos nos exigen, jefe. Vamos, tómese el café, nada de monólogos en el desierto. Hay que llamarlo y convencerlo; la gerencia está tan desesperada como nosotros así que no tenemos nada que perder.
Productor: Filoctetes nos pedirá que nos pongamos en sus manos y que le demos carta blanca para sus mentiras de pacotilla, es demasiado arriesgado.
Asistente: ¿Qué podemos perder que ya no esté destruido, Jefe?


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