Dramaturgo / Marcelo Sánchez  

 

 


Filoctetes (La herida y el arco)

de Marcelo Sánchez

Vista 6


En la misma trastienda del set.

Filoctetes: No puede ser. No otra vez. Ella no ha visto el dolor enorme que le traerá el contaco con mi herida y mi mal olor. Que va, la miraré con deseo desde los bastidores hasta tener el valor de hablarle. Le hablaré sin duda, porque ha soportado mi olor y entonces vendrán otros diez años de llantos, peleas y psicoanálisis y un día me veré paseando niños en un parque sin saber qué fue de la vida y lo que es peor, lo que será horriblemente peor, es que la herida seguirá aquí, abierta, supurante, dolorosa, hedionda sin remedio y aunque los que se vean obligados a pasar a mi lado habrán aprendido a disimular, yo todavía seguiré sintiendo el penetrante olor del pus y las historias revoloteando en mi cabeza. Seguiré perdido en una playa cuidando los trofeos y las armas de los héroes verdaderos. Pero la herida escuece y agita la esperanza dentro de mí, la esperanza de que un día, un día, las palabras que nos hemos inventado signifiquen la experiencia verdadera del… no puedo… ya no puedo. ¡Perras!. ¡Todas perras!. Mi playa… ¿Dónde está mi playa?

Entra el productor.

Productor: ¿Te pasa algo?. ¿Alguien te ha dicho algo?. ¿Te sientes bien?
Filoctetes: La quiero a ella, ya verás que funciona. Y no es negociable, no me impongas a tus amantes. Y no, no me pasa nada, sólo intento resistirme, pero puede que eso sea la vida, no te preocupes.
Productor: ¿Necesitas algo?
Filoctetes: Todo está tal como te lo he pedido. Y no te preocupes, lo lograré otra vez; mientras huela de esta manera, sabes que todo irá bien.
Productor: Pensé que sería peor.
Filoctetes: ¿Qué?. ¿Mi olor?
Productor: Esta crisis, nos fuimos a pique y derrochamos millones. Mi crédito está muy justo con la gerencia y tengo que cuidar todos mis pasos.
Filoctetes: Eso sabes hacerlo muy bien.
Productor: No empieces.
Filoctetes: Yo no empiezo, Ignacio, yo no empiezo, sólo continúo la historia que tú dejaste abandonada.
Productor: La historia, la historia… esa patraña terminó hace años.
Filoctetes: Si, por supuesto… tú la dejaste abandonada en una playa. Tú no fuiste derrotado. Nosotros sí ganamos esta guerra, y eso es lo que hace la gran diferencia. Ahora podríamos asaltar la ciudad si necesidad del caballo ni de ningún truco. Tus armas están bien resguardadas, no me las quitarán con ningún truco. He hecho bien mi trabajo y gracias a la herida he podido ganarme el pan.
Productor: ¿Ganarte el pan?. Lo que tú haces es mucho más que eso.
Filoctetes: Mi herida huele mal y se lo lleva todo; todo se va en enfermeras y médicos y sigo igual que hace años. ¿Crees que me ha servido de algo?
Productor: Haz tu trabajo y yo el mío. No menciones lo de Troya, ni hables de la historia. Eso no nos ayudará a vender la teleserie de las siete de la tarde y es lo único que me interesa ahora.
Filoctetes: He cuidado las armas muy bien, se podrían usar todavía.
Productor: Sí, claro, las usaríamos para darle una vuelta al mundo. ¿Y después qué?. Ya sabemos lo que pasó.
Filoctetes: Pero no lo que pasaría si lo intentamos de nuevo. Yo te escuché una vez. Fue en la playa, antes del desembarco. Fue por esas palabras que decidí proteger tus armas y no decir nada cuando cambiaste de identidad. El día que me hirieron tuve fuerza para resistir por esas palabras. Y mi herida que no cierra, me habla de todos los días y es la causa de mis historias. Yo te escuché una vez. Y tú te escuchaste hablar ese día. ¿Cómo puedes seguir con esto?
Productor: Es sencillo: ese de la playa, ese de los ideales, de las luchas, ese hombre, ya no existe. Este huele a Hugo Boss y veranea en Zapallar, y no tiene ningún complejo de culpa cuando los ceros se alargan al final de su cheque. Este, aparece en las páginas sociales y ha olvidado las mugrientas tesis de su época juvenil. Este lo ha olvidado todo. Y es mejor así. Ahora, levantemos este proyecto como si ésta fuera la gran batalla y después iremos a emborracharnos en un bar antiguo para hacer todos los recuerdos que quieras.
Filoctetes: Tendrás tu historia, y yo mi protagonista joven, mi novia, mi gran amor y mi traición; y la gente su cuento de hadas de las siete de la tarde. Los auspiciadores tendrán rostros para las líneas de electrodomésticos, y los candidatos rostros para su campaña. Les daremos todo eso y que el mundo gire, que siga girando hasta que nos volvamos a encontrar en esa playa.
Productor: Eso no ocurrirá, Filoctetes… los héroes han muerto, fueron derrotados, se quedaron en los manifiestos, en los pregones encendidos y nada más. Funcionarios, los hay por miles; héroes ya no quedan. Eso se acabó.
Filoctetes: No puedes borrar tus propias palabras.
Productor: Haz tu trabajo o cuélgate de una vez por todas. Y las armas que guardas en la playa puedes ponerlas en venta. Yo no volveré a esa vida. Asúmelo, eres un gordo apestoso y te quedaste solo, hediondo y perdido en una playa. Nadie te quitará las armas del héroe porque el héroe mismo presentó su renuncia hace mucho tiempo.
Filoctetes: Haré mi trabajo y tendremos el éxito a los pies de tus gerentes. Déjame sólo. Vete de aquí. Empieza a molestarme tu fragancia, tu cabello bien peinado, tu olor a Hugo Boss y tus recetas de sobrevivencia que aprendiste en tu falso exilio. Espero que nunca regreses a nuestra playa, pero debes saber que las armas están allí guardadas y relucientes. Ahora vete. Quiero tirarme unos buenos pedos y no me gusta hacerlo en público. Vete.

El productor camina, se da vuelta hacia Filoctetes y hace el gesto de dispararle con una mano. Se va.


Vista 1 | Vista 2 | Vista 3 | Vista 4 | Vista 5 | Vista 7 | Vista 8 | Vista 9 | Vista 10 | Vista 11 | Vista 12 | Vista 13 | Vista 14 | Versión de impresión

 

 


Desarrollado por Sisib, Universidad de Chile, 2006