Dramaturgo / Marcelo Sánchez  

 

 


Filoctetes (La herida y el arco)

de Marcelo Sánchez

Vista 8


Victoria secándose el pelo en un camarín. Entra Filoctetes, que la mira un momento sin hablarle. Ella lo apunta con el secador de pelo.

Victoria: ¡Alto ahí!. Prohibida la entrada al autor, es lo que debería decir ahí afuera, sobretodo si el autor es un gordo que huele a podrido, y es un mirón empedernido. No. No te vayas. Espera. Pasa. ¿Qué te pareció?. No, no digas nada. Es mejor que yo no lo sepa. Será mejor así. Además, en estas semanas he escuchado todo tipo de comentarios. Que esto es un fracaso asegurado, que nos adorarán, que hemos elevado el género a una nueva categoría, que deberías estar en la cárcel, que deberías estar en Europa, que deberías estar en una playa dejando que las gaviotas coman de tu herida, que eres un degenerado, que soy tu amante, que eso lo explica todo, mira tú. ¿De dónde salió esta chiquilla?. Que la gerencia te debe favores desde la época del espanto. ¿Te das cuenta?. He estado viviendo sobre un mar de opiniones, pero nada; supongo que esto es así. Dejaré mi casa en el barrio sur, me iré a Barcelona, y seré rostro de publicidad para electrodomésticos de una gran tienda. ¿Te debo algo?. ¿Crees que te debo algo?. Tal vez, mi supuesta belleza no sería nada sin tus palabras. Ya veremos. Pronto saldremos al aire. Y entonces sí que seré parte del juego. Yo tenía miedo. ¿Recuerdas?. Yo no quería. Soy clase media-media, morena y corta de vista. ¿No estás llorando, verdad?. ¿Sí?. Dije algo… ¿Tus palabras o las mías?. Ven aquí, bebé, déjame darte lo que quieres (ella lo besa y se insinúa una felación).


 


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