Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Australia

de Marco Antonio de la Parra

Escena 5


El café. Muchas cervezas. En el wurlitzer Aretha Franklin.

El Hombre: Estamos muy borrachos. No sé qué hora es. La noche está oscura y fría y dura.
La Mujer: Hace mucho tiempo que no bebía tanto. De verdad. Ustedes me han hecho perder la cabeza.
El Hombre: Vamos, hombre, tómate otra…
El Otro: No, yo no tengo hígado para tanto trago.
El Hombre: Es tarde. Hay que buscar dónde dormir.
La Mujer: Ya vamos a cerrar. Mi casa está a un par de kilómetros. ¿Quieren ir conmigo?
El Hombre: Vamos sin ninguna mala intención. De verdad…
La Mujer: Contigo nunca se sabe…
El Otro: Yo prefiero quedarme en la hospedería… Donde los camioneros.
La Mujer: A esta hora ya han cerrado. ¿No quieres venir conmigo, Carlitos?
El Otro: No me gusta que me traten así.
La Mujer: ¿Así cómo?
El Otro: Carlitos. No soy un niño.
La Mujer: Pobrecillo. ¿Tan mal te han tratado?
El Hombre: No se rechaza una invitación de una dama…
La Mujer: Vamos a mi casa, vamos, no me dejen sola… Estoy tan triste… ¿Ven? Ahí me saltó el corazón. ¿Me pueden acompañar?

Solloza.

El Hombre: ¿Ves lo que has hecho? ¿Ves cómo la has puesto?
El Otro: Perdóneme, señora…
El Hombre: Trátala de tú… ¿Cómo vas a calmarla?
El Otro: Perdóname, por favor…

Ella se abraza de El Otro.

El Hombre: Hombre, vamos, hay que pagar las cervezas. Yo tengo que ir al baño. O tendré que orinar al viento. En la carretera.

Recogen como pueden la mesa.
La Mujer llora en brazos de El Otro.

El Hombre: ¿Podemos dejarlo así?
La Mujer: Déjalo dónde quieras. No llega nadie hasta tarde. ¿Quién se va a enterar? El cocinero ni me mira.

Salen. Ella se cuelga del brazo de El Otro. El Hombre se abre la bragueta para orinar. Un viento infernal.

La Mujer: Cuidado, no nos salpiques…
El Hombre: Los mojo enteros…
La Mujer: Eres un loco…
El Hombre: Pero te ríes conmigo…
La Mujer: Loco, cerdo, sucio…
El Otro: Tengo que vomitar…
La Mujer: ¡Qué asco!
El Hombre: Yo me meo y éste vomita.
El Otro: No estoy acostumbrado a tomar tanto…
El Hombre: Si apenas fueron unos tragos… ¡Hazte hombre!
La Mujer: Hay un viento de mierda. No se ve nada. No me sueltes, Carlos.
El Hombre: ¿Dónde dijiste que vivías? No se ve ni un caserío por ninguna parte.
La Mujer: Allá, donde terminan las luces.
El Otro: Es muy lejos. ¿No será mejor insistir en la hospedería? ¿En ese garaje?
La Mujer: ¿No quieres ir a mi casa?
El Hombre: Pues allá vamos. Hombre, límpiate la ropa, estás hecho un asco.
El Otro: Yo me quedo acá.
La Mujer: No, por favor. No me dejen sola.
El Hombre: Estás loco. Ahora que ella te lleva a su casa no puedes fallar.
El Otro: Yo me vuelvo.
La Mujer: No nos dejes. Por favor. Me duele el corazón.
El Hombre: Mira, si está loca por ti. ¿Cuánto tiempo sin una mujer? No puedes renunciar ahora.
El Otro: Siempre que vengo he hecho lo mismo, voy y vuelvo. Nunca me quedo. Perdimos el último tren.
La Mujer: La hospedería es un horror. Está llena de pulgas.
El Otro: Prefiero estar solo. Me siento mal.
El Hombre: Vuelves mañana. Estarás como nuevo. Te sentirás mucho mejor.
El Otro: Tengo que ver a mis hijos.
La Mujer: Vamos. Ya es tarde. No sale nada hasta mañana. Ni un tren ni un camión ni un barco.
El Hombre: Los hijos se convierten en un infierno. ¿Tú ves a mi hija? ¿Sabes lo que me ha hecho sufrir?
El Otro: Me quiero ir.
La Mujer: ¡Hey! ¡Por aquí!
El Hombre: No te dejaré ir.

Forcejean El Hombre y El Otro.

El Otro: Suéltame. Yo me voy. ¡Socorro!

El Otro corre huyendo.

La Mujer: ¿Dónde va?
El Hombre: ¡Se fuga!

El Hombre lo alcanza. Forcejean.

El Otro: ¡Suéltame! ¡Por favor!
El Hombre: No te pongas a llorar ahora. Mira como quedas delante de ella. Como un niño pequeño. A las mujeres no les gusta acostarse con un niño. Pórtate como un hombre.
El Otro: Me da miedo.
El Hombre: No te vamos a hacer nada.
El Otro: Me da miedo como me abraza. Como me toca.
El Hombre: Ven con nosotros, imbécil.
El Otro: ¡Suéltame!

El Otro le lanza un manotazo a la cara. El Hombre le devuelve un puñetazo en la nariz.

El Hombre: No voy a aguantar que me golpees. ¿Quién te crees que eres?
El Otro: ¿Quién te crees tú?

El Otro le da un golpe de algún arte marcial estropeado por la borrachera. El Hombre lo esquiva y le devuelve un puñetazo en la cara.

La Mujer: ¿Pueden dejar de pegarse? Parecen niños chicos.
El Hombre: Toma, por bestia. Me has hecho daño. Me has hecho una herida en la cara.
La Mujer: Paren, por favor.

Un golpe de El Otro da en la cara de La Mujer.

La Mujer: Ay, desgraciado. Carlos, eres un desgraciado.
El Otro: Estoy sangrando por la nariz. Perdona. No te vi. Estoy muy mareado.

El Otro cae al suelo. El polvo, el viento. Su paquete rueda.

El Otro: Perdóname, por favor, perdóname.
La Mujer: Me duele mucho. Me golpeaste fuerte. Con razón tu mujer se fue con otra ¿Así la tratabas?
El Otro: Nunca le he pegado a una mujer. Nunca.
El Hombre: Sigues sangrando, Carlos. Mira tu camisa.
El Otro: Perdóname, mujer, perdóname.
La Mujer: Pobrecillo, ven. En mi casa tengo algodón y agua oxigenada.
El Otro: Yo me quiero regresar.
La Mujer: No, cómo se te ocurre, ahora no. Mi pequeño. Ven conmigo.

La Mujer abraza a El Otro. El Hombre le quita el paquete.

El Hombre: Yo te llevo el paquete. Esto pesa. ¿Qué llevas dentro?
El Otro: No lo abras. Por favor no lo abras.

El Otro se suelta de La Mujer y forcejea con El Hombre.

El Hombre: ¿Qué tienes tan privado? Me dijiste que no tienes empleo. ¿Fotos? Mira, mujer, revistas porno.
El Otro: ¡Cierra ese paquete!
El Hombre: Y fotos de tus hijos. Mira como tienes todo mezclado. Calzoncillos. Una camisa blanca. Siempre bien puesto. ¿Y este otro paquete? ¡Una mano!
El Otro: ¡No es una mano!
El Hombre: Es una mano de mujer, con anillos y todo.

El Otro rescata su paquete.

La Mujer: ¿La mataste?
El Otro: Yo no he matado a nadie. No es una mano. Parece una mano. Es una mano de cera. La mano de cera de ella. Es un recuerdo.
El Hombre: Es una mano de verdad.
El Otro: ¡Yo no soy un asesino! ¡Son mis cosas! ¡Yo no me voy con ustedes! ¡Yo dormiré en un camión!
El Hombre: Tu paquete es toda una sorpresa, realmente.
El Otro: ¿Se están riendo de mí? ¿Porque tengo una mano de cera como la de mi mujer?
El Hombre: ¿Qué haces con ella? ¿Te masturbas?
El Otro: Asquerosos. Se ríen de mí.
El Hombre: Esa mano es de verdad.
La Mujer: ¿A quién le importa? ¿Acaso tú nunca has matado a nadie?
El Otro: Sí, cuéntales. Diles cómo hieres a las mujeres.
El Hombre: Te voy a romper la cara si sigues, gusano.
La Mujer: Nadie se está riendo. Pobre. Sólo quiero llevarte a mi casa para que dejes de sangrar.

La Mujer lo abraza y lo arrastra hacia su casa.

El Otro: Yo quiero volver.
El Hombre: Esconde ese paquete asqueroso. Dios sabe en qué pasos andas.
El Otro: Se burla de mí. Déjame ir.
La Mujer: Ya no hay cómo. Es muy tarde. Todo está cerrado.
El Otro: Yo no quería tomarme esas cervezas…
El Hombre: Te están cuidando. Una mujer de verdad. ¿O te quedas con tus pedazos, tus fotos, tus pajas…? Te espera la mejor noche de tu vida. ¡Adelante, compañero!
La Mujer: Vamos, mi niño…
El Otro: No soy un niño. Soy un hombre.
El Hombre: ¿Esa es tu casa?
La Mujer: Sí, ¿quieres entrar, mi amor?
El Otro: No.

El Otro corre huyendo.

El Hombre: ¡Otra vez sale corriendo! Yo lo alcanzo.

El Hombre lo atrapa.

El Otro: Suéltame. Suéltame.
El Hombre: Es por tu bien. Imbécil. Aprende a aprovechar las oportunidades de tu vida. Calzonudo. Dios la ha puesto en tu camino. Sé agradecido. Recibe el mensaje del Señor.

Le da una bofetada. El Otro se rinde.

El Otro: Ya está. No me pegues más.
El Hombre: Y guarda ese paquete que me das asco.
La Mujer: No le pegues. Mira como está. Entra, entra.
El Otro: No.


Escena 1 | Escena 2 | Escena 3 | Escena 4 | Escena 6 | Escena 7 | Escena 8 | Escena 9 | Escena 10 | Versión de impresión

 

 


Desarrollado por Sisib, Universidad de Chile, 2006