Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Australia

de Marco Antonio de la Parra

Escena 8

 


La carretera. El sol naciente. La Mujer
 y El Otro. Ella lo toma de la mano, del brazo. EL Otro se suelta, se deja hacer, se separa, vuelve a dejarse tomar. Mira a lo lejos. Se escuchan ladridos.

La Mujer: Este calor es una mierda. Ni el viento lo calma. Es todo el día así. No llueve nunca. Ni una gota. Salgo todas las mañanas muy temprano porque después es peor. Es lo peor que puede pasarte. Al comienzo prefería dormir pero me tocaba el sol más duro al caminar hasta el café. Nunca más lo he hecho. Prefiero no dormir y salir de madrugada. Llegaba mojada de sudor, sucia por el polvo y el viento. No hay nadie que te ayude ni nada que te proteja. Probé con un paraguas y me lo destrozó el viento. Probé con un sombrero y fue lo mismo. Lo único era el breve frescor de la mañana. Un poco antes que salga el sol. La primera luz. Era como una salvación. Y luego quedarse en el café hasta que anocheciera. Ya vieron que no baja tampoco mucho la temperatura. Esta tierra es un castigo. Nadie sabe cómo llamarla. Algunos le dicen Australia. Mi jefe le dice el culo del mundo. Siempre llegan extraños, viajeros errantes. Nunca se quedan el tiempo suficiente para enamorarme de ellos. Eso me gusta de este sitio. Acá puedo protegerme. Pasar la noche con un hombre y no saber nunca más de él. Eso es bueno. Recibo cartas de la bestia de mi ex marido, pero él no sabe que las leo. Podría no leerlas, pero me gusta hacer recuerdos. Buenos y malos. Me gustan los recuerdos. Ningún otro hombre me ha escrito. ¿Te conté que una vez un comerciante turco me dejó embarazada? Perdí la cría espontáneamente, sin hacer nada. Quería tenerlo. No tenía padre pero ¿quién necesita un padre? Los padres sólo estropean las cosas.
El Otro: No estoy de acuerdo.
La Mujer: Tú eres un tipo especial. Parecías un hombre común y corriente y resultaste alguien especial. Podría enamorarme de ti. Me gustaría cuidar de tus niños. Me iría de regreso contigo. Me quedaría para siempre si quisieras. Te dejaría elegir. Si me lo pidieras volvería. Si me lo pidieras te esperaría. Es la única vez que he sentido algo así. Eres tan vulnerable como yo. No me das miedo. ¿Quieres que me vaya contigo?
El Otro: No.
La Mujer: ¿Qué miras?
El Otro: Mi paquete. Se lo ha arrojado a los perros.
La Mujer: ¿Quieres quedarte conmigo?
El Otro: Es una mierda. Traidor.
La Mujer: Yo te esperaría. ¿Sabes? Te esperaría. Tú no me harías daño.
El Otro: Sabes que eres lo único que tengo ¿no? Sabes que eso me aterroriza, lo sabes.
La Mujer: No, te amo.
El Otro: Me puedes destrozar. Como los perros a mi mano.

La Mujer lo abraza. El Otro corre gritando hacia el lugar donde está El Hombre.

El Otro: ¡Infeliz!¡Traidor! ¡Ojalá que alguna vez te den por el culo! ¡Que te maten! ¡Que te coman los perros!


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