Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


Australia

de Marco Antonio de la Parra

Escena 6


La casa de ella. Penumbras, desorden.

La Mujer: Que se tumbe en la cama. Yo voy por el algodón.
El Hombre: Túmbate. ¿Cómo puedes andar con una mano de ella? ¿La mataste?
El Otro: ¡Es de cera! Yo no quiero estar aquí. Quiero estar con mis hijos.
El Hombre: Están con tus abuelos. No puedes seguirte haciendo pajas con esas revistas. Y menos con una mano muerta. Tienes que estar con una mujer de verdad. Ella está como una buena yegua. Es toda una hembra. Si no fuera tuya, me la tiraba yo, te lo juro.
El Otro: Pues tíratela. Te las tiras a todas. Siempre. Esperarás que yo me enganche con ella para quitármela.
El Hombre: No. Te voy a ser leal. Te lo prometo. Yo que no he sido nunca leal a nadie. Te lo juro. Por la mano esa que andas trayendo. Por la mujer que mataste. Por Dios. Mira lo que acabo de decir. Eso es mucho. Yo no lo nombro. Por amor a ti lo nombro. Porque me he apiadado de ti.
El Otro: No la maté.
El Hombre: La mataste, aunque sea simbólicamente. Andas trayendo su cadáver en un paquete. Lo abres cada noche para hacerte una paja. Se acabaron las pajas. Se acabó tu vicio. Hazte hombre. Yo no me voy a meter. Te las vas a tirar tú. ¿Me oyes? Tú. Yo ya he tenido suficientes mujeres. No quiero más líos. Quiero el perdón de Dios. Yo me voy a dormir una buena siesta en ese sofá mientras ustedes viven su luna de miel. Y mañana nos volvemos. Hasta amigos podemos ser. Podemos ir al cine a ver películas de esas que te gustan, las largas… Podemos rezar... Podemos ir a buscar el rostro de Dios...

El Otro se resiste a tumbarse. El Hombre lo empuja.

El Otro: Yo no quiero tener amigos… No quiero ver a Dios...
La Mujer: Aquí está todo. Sujétalo. No te muevas. Ya está. Como nuevo. Ahora, a la cama el bebé. Y tu paquete a la calle.

La Mujer arroja el paquete afuera.

El Otro: ¡No!
El Hombre: ¿No es de cera? ¿O es de verdad y tienes miedo que te la coman los perros?
El Otro: Es de cera.
El Hombre: Ahí va estar mañana entonces. Intacta.
El Otro: Alguien se la puede robar. Tráela, por favor, tráela.
La Mujer: Carlitos, venga conmigo.

El Hombre trae el paquete y lo arroja dentro de la habitación.

La Mujer lo abraza a El Otro. Le hunde la cabeza en sus pechos.

El Hombre: Con su mamacita.
La Mujer: Yo no soy su madre. No soy tan vieja.
El Hombre: Lo dije en sentido figurado. Estás buenísima. ¿Sabes? Podríamos bailar.
La Mujer: No, hay que dormir. Mañana trabajo temprano.
El Hombre: Mañana no trabaja nadie. Nadie viene a tu bar. Nadie es tan loco como para hacer este viaje.
El Otro: Yo me voy mañana temprano.
El Hombre: Pero no se duerme. Esta noche no se duerme. ¿Dónde hay un aparato de radio? ¡Música! ¡Las noches bailables! ¿Hay más cerveza?

El Hombre busca en el dial de la radio música bailable. La encuentra y hace unos pasos de baile.

La Mujer: No, no tengo más cerveza.
El Hombre: Que noche tan triste. ¿Por qué no bailamos? Los tres, bailemos.

Toma a La Mujer y a El Otro para sacarlos a bailar. El Otro se resiste. La Mujer comienza a bailar sola.

El Otro: Yo no bailo. ¿Me la quieres quitar? ¿Viste? Ya empezaste a lucirte. El bailarín.
El Hombre: Bailemos, pajero. Los tres. Mira como baila esta mujer. Es una odalisca.
El Otro: Yo no bailo.
La Mujer: Mírame bailar, pichón.

El Hombre se sienta junto a El Otro y aplaude a La Mujer.

El Hombre: Bravo, sigue bailando, corazón. ¡Qué caderas! ¡Y se está sacando la ropa! Esto se pone caliente, caliente, caliente. Amigo, tu noche está comenzando. Dale un manotón a esas tetas. Que te las pone a huevo, cabrón. Vamos, abrázala. Idiota, baila con ella.

La Mujer toma a El Otro.

La Mujer: Ven, baila, no seas maricón.
El Otro: No soy maricón.

La Mujer consigue bailar apretado con El Otro. El Hombre lo empuja.

El Hombre: ¿Ves que bailas muy bien? Así, abrazaditos los dos. Así los quería ver. Si no estuviera tan borracho me hacía una paja de puro mirarlos. Este es un regalo de Dios, amigo. Esta mujer es un ángel. Gracias, Dios, por este milagro.
La Mujer: Cállate, que nos desconcentras…
El Hombre: Yo estoy de más aquí. Tengo ganas de orinar otra vez. ¿Dónde está el baño? Bailen este bolero.

El Hombre sale de la habitación. Se le escucha orinar en el baño. Vuelve al cuarto.

El Hombre: La canción más romántica de una noche de amor que recién comienza. ¿Siguen vestidos? Sácate la ropa, pájaro raro.

Comienza a quitarle la ropa a la fuerza a El Otro.

El Otro: Déjame tranquilo. ¡No quiero sacarme la ropa! ¡Tengo frío!
La Mujer: Yo te quito el frío.
El Hombre: Te sacas la ropa. Aquí todos nos vamos a sacar la ropa. En pelotas, todos.
La Mujer: Yo te ayudo, mi lindo.

Forcejeos para desnudar a El Otro, mientras La Mujer y El Hombre quedan en ropa interior.

El Hombre: Eres una madre. Toda una madre. Por eso. te arrancaste. Los hombres te hacen daño. Se aprovechan de ti.
El Otro: No quiero sacarme la ropa. Devuélveme mis pantalones.

El Hombre los arroja fuera de la casa con el paquete.

El Otro: No seas desgraciado. Mi ropa, mis cosas.
El Hombre: Te la sacas. Hazte hombre. ¿Cómo quieres que una mujer se quede contigo? No sabes ni tirártelas.
El Otro: ¿Te burlas de mí?
La Mujer: Amorcito, no me deje sola. No hiera mi corazón, ya le dije, de un momento a otro sangrará. Venga, abra mis heridas.
El Hombre: La estás haciendo llorar. Se enamoró de ti. Ya, abrázala, imbécil. Ven, mujer, entre los dos. Desnudo. Eso es. Desnudo. Los dos desnudos. Preciosos. Lo más lindo del mundo. No te pongas a llorar ahora, maricón.
La Mujer: Amorcito, no llore, si está conmigo.
El Hombre: Si no quiere tirar contigo, yo me ofrezco…
La Mujer: Contigo no quiero nada, déjame con él…
El Hombre: Te gustan los débiles…
El Otro: No soy débil…
El Hombre: Eres un miedoso… Tu mujer por supuesto que se fue con otra…

El Otro le lanza un golpe en el pecho a El Hombre.

El Hombre: ¡Hey! Ese puñetazo dolió…
El Otro: Eres una mierda.
La Mujer: No peleen, por favor, no peleen…

El Hombre se pone en guardia para boxear.

El Hombre: Atrévete, peso mosca, que te voy a dar la paliza que te están buscando…
El Otro: Si quisiera te mataba con un gesto…
El Hombre: Ya, Superman, a ver esa súper fuerza…
La Mujer: ¡Cuidado con la lámpara!

El Otro se pone en guardia al estilo oriental y le da una patada en el cuello a El Hombre derribándolo. Se queda en pie, mirándolo como un aguilucho, siempre en guardia. La lámpara se ha roto con la caída de El Hombre.

El Hombre: Mierda, me pegaste fuerte. Este maricón sabe karate…

La Mujer recoge la lámpara.

La Mujer: La rompieron entera… Mi única lámpara…
El Otro: ¿Quieres seguir combatiendo?
El Hombre: Ya entendí, ya entendí…
El Otro: ¿Entiendes por qué arranco? Soy un arma blanca. He matado…
La Mujer: ¿Matado? ¿A otro hombre?
El Otro: O a otra mujer. ¿Importa ahora?
El Hombre: La mano es de verdad.
El Otro: Es de cera. Te lo dije. Yo mismo le saqué el molde. Trabajo en eso. ¿Crees que no sabía que mi mujer tenía amantes? En mi propia casa la encontré. Le lancé este mismo golpe. Pude haberte matado. Ella se puso a gritar como una cerda. Ella misma escondió el cuerpo. Se avergonzaba entonces de sus amores. Como tú. Eso no importa ahora. No me tocan. Ninguno de ustedes me toca. No se acerquen. Quiero mi ropa.
El Hombre: Este cabrón es peligroso…
El Otro: Claro que soy peligroso…
La Mujer: Yo solamente quería ser cariñosa…
El Otro: Lo sé… Me duele tu cariño… ¿Entiendes? Hace mucho tiempo que nadie me hace cariño… Nadie… Nadie… ¿Me entiendes ahora?… Mucho tiempo…

Se le quiebra la voz.

La Mujer: No llores…

Trata de abrazarlo. El no abandona su posición de combate.

El Otro: No estoy llorando…
La Mujer: Ven… ven…
El Otro: ¿Querían hacerme llorar? Lloro. Lloro a gritos. Hace mucho tiempo que una mujer no me besa ni me abraza. ¿Eso querían saber?

Ella lo abraza. El Hombre se frota el golpe recibido. El Otro solloza.

El Otro: No… No…

La Mujer lo besa largamente.

El Hombre: La mano es de verdad. Se la van a comer los perros.

La Mujer monta sobre El Otro haciéndole el amor.

El Hombre: Es un sucio asesino. Casi me matas, desgraciado.

La Mujer alcanza el orgasmo. El Otro la besa llorando. La Mujer también llora.

El Hombre: Tengo el cuello roto. Asesino. Me di cuenta en el vagón que eras un asesino. Dios no me perdona. No me perdonará nunca. Me cago en Dios y sus infinitas vírgenes y sus santos pederastas.

La Mujer y El Otro están abrazados. El Otro la acaricia mirando al infinito.

El Hombre: Ya van a venir los perros. La van a oler y vendrán. Las hienas. ¿Hay hienas en Australia? ¿Chacales? Dingos tienen. ¿O es de cera? Igual. Loco pervertido. Andar con la mano de tu mujer en un paquete lleno de pornografía. ¿Ya tiraron?
¿Se sienten mejor? Yo me haré una paja con la mano de tu mujer.
EL OTRO: (casi sin emoción) La tocas y te mato.
LA MUJER: ¿Me haces de nuevo el amor, Carlos? Te amo, te juro que te amo.

El Hombre se pone de pie y sale de la casa.
La Mujer y El Otro hacen el amor, esta vez suavemente.
Se escucha afuera orinar a El Hombre.


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