Dramaturgo / Isidora Aguirre  

 

 


El amor a la africana. Café concert

de Isidora Aguirre

III

"Escena Censurada"
Retoma la música del baile africano y juego prolongado de batería.
Apagón

Al volver la luz, José está con una bata de casa, tendido en el diván con una bolsa de hielo en la frente, La Pupi entra por el balcón.

Pupi: Darling ¿cómo te fue anoche? (José responde con un gruñido). ¿Qué significa el gruñido: ¿bien o mal?. Quiero tomar nota para mi librito. (Saca libreta y lápiz. José da otro gruñido). José ¡te estás regresando! No seas tan primitivo. Habla.
José: Me separo de la puta de mi mujer. Hoy mismo inicio los trámites.
Pupi: ¡No me digas que cedió!
José: Al segundo whisky, saltándose todas las etapas de las neuro­nas que se aflojan, las estadísticas, los sustitutos... me violó, aquí, sobre el diván. ¡Un desastre tu experimento!
Pupi: Al contrario ¡excelente, darling!
José: ¿Cómo que excelente?
Pupi: Sabemos, que está en la cumbre de una pendiente inclinada, que necesitaba con urgencia de una aventura erótica... Qué...
José: (Corta, cubriéndose los oídos) No quiero oír más... La hubieras visto ¡qué descarada! Desnudándose... y tomando la iniciativa. Considerando que conmigo siempre se hizo la mosquita muerta. La inocente en estos jueguitos... Si pillo a ese cretino de Balta­sar...
Pupi: Deliras, mi pobre José: ese cretino eres tú mismo.
José: ¡Tú lo inventaste, tú tienes la culpa! (Se le acerca amena­zador)
Pupi: Take it easy, por favor... ¿Me vas a agredir?. ¡Te estás regre­sando!
José: ¿Qué es eso de “regresarse”?
Pupi: Un término de psiquiatría. Regresarse a la infancia... Pero tú, te estás regresando al hombre de las cavernas. Razonemos.

José:
 (Se sienta, murmurando) Yo lo mato, lo mato...
Pupi: Tendrías que suicidarte, darling.
José: Eso es lo peor. Pupi ¡ahora sí, lo conseguiste, estoy celoso!. Y no me digas que es un asunto de dudas: tengo la certeza de que esa mujerzuela se acostó con mi primo Balta­sar. No tengo la duda, pero igual tengo celos. Fallan tus teorías. ¡No más experi­mentos!. ¡Mama mía... mama mía!, ¡me acaban de poner cuernos africanos!
Pupi: En lugar de rabiar como un macho herido, deberías admitir que no has sabido alimentar la carga de erotismo que hay en tu mujer.
José: No pretenderás que trate a mi esposa como se trata a una sucu...
Pupi: ¿Sucu?. ¿Tienes una amante japonesa?
José: No... "sucu" por sucursal. (Ríe) Un dicho de la oficina.
Pupi: Y la "sucu" es casada? (El asiente) Y no crees que el tontón de su marido la trata como a una mujer decente, lo mismo que tú a la Isabel?
José: ¡Detente!. Me estás llenando de cortocircuitos. Mira, la Chabela se emborrachó. Además, el cretino de Baltasar la convenció que su marido andaba con una rubia... (Vanidoso) Oye, a propó­sito ¡qué buen actor resulté! (Ríe)
Pupi: Espera, se me acaba de ocurrir... ¿no estaría ella actuando también?
José: ¡No!. Estaba absolutamente convencida. Le recité el libro de geografía, le hablé en africano... (Cambia de actitud, preo­cupado). Oye, ¿cómo podemos saber si se dio cuenta que era yo?
Pupi: that is the point. Busquemos una manera... (Se oye una bocina)
José: Ahí llega...
Pupi: ¡Se me ocurrió!. Escóndete donde puedas: la voy a telefo­near para sacarle información. Y nada de violencia, darling si averiguas que fue con tu primo con quién se acostó... (Sale por costado balcón)

José se pasea molesto, murmurando sus palabrotas en italiano, examina el diván o busca otro escondi­te. Al fin se decide y se esconde. Queda su rostro visible a público .Se escucha el ruido del ascensor. Entra Isabel, como siempre cargada de paquetes. Suena el teléfono.

Isabel: Aló... ¡Pupi!. No te creo ¿llegaste?... Muy bien... y ¿tú? Sí. ¿José? de salud bien. (Pausa) ¿Qué?, ¿la otra salud?... ¿Cuál? Salud mental... Bueno, la verdad, algo le pasa al pobre Monito. Yo creo que es por la oficina, un asunto de terminar en dos patadas con las UF ¡con el que nadie le da boleto!. Y por otro lado, las quiebras, sí, lo notó al borde de... bueno, algo "cucú"... (Pausa). ¿Que en qué se nota? (Mientras habla ha sacado del bolso un frasco de barniz y se pinta las uñas sosteniendo el fono en forma incómoda contra el hombro) Oye, compré un barniz oscuro, casi negro, azuloso... pero no me está gustando... Ay... se me cayó el frasco... (Deja el fono en el piso y se ocupa del frasco de barniz, se escucha la voz de Pupi)
Voz en el fono: ¡Isabel... Chabela...! ¿Me oyes?
Isabel: (Tomando el fono) Sí, linda, disculpa. ¿Qué? ¿Si tengo admiradores? Espera... qué raro, acabo de descubrir que casi no tengo uña en el dedo chico del pie izquierdo.... Sí, disculpa. ¿Admiradores?... Bueno, sí. ¡Amante? ¡No, por desgracia! Admirador, el Paul, el francés de la boutique, el que soba cuando prueba los panta­lones... ¿El Monito? Sí, creo que tiene una. Todas mis amigas tienen amantes... Lo sé porque a veces se arman cadenas y se juntan por las dos puntas. (Pausa, escucha) Bueno, la mujer del Flaco, el de impuestos internos, se acuesta con el Turnio Ureta, el de la hípica. Y el Turnio se acuesta con la mujer del Ado­nis... ese que es más feo que pegarle a su mamá y con ese nombrecito... Y el Adonis se acuesta con la mujer de Caupolicán González, el bancario, y el bancario con la mujer de Paul, el de la boutique. Me enteré por la Mary que es íntima de la mujer de Paul, a la que le dicen la Sucu, por sucursal, y ella tiene varios amantes y uno de ellos... Ahí la Mary se quedó muda, y dijo "qué plancha, no te lo puedo decir..." ¡Más claro agua!... ¡José se acuesta con la Sucu!. No, fíjate, no soy celosa. Creo que para los maridos, es un desahogo cambiar de cuando en cuando... Lo que realmente me preocupa es que esté tan raro... ¿Enfermo? No. Raro... ¿Qué síntomas tiene? (Se muere de la risa). No le cuentes a nadie, pero ¡ayer llegó disfrazado de africa­no!... Se veía tan ridícu­lo... Le seguí el juego y lo pasamos ¡bes­tial!... Hacía tiempo que no me divertía tanto. (Pausa) Lo sospeché. Cuando me besó por el olor a pegamento que le salía de la barba. Y la verdad es que tomé tanto whisky, que estaba un poco mareada. Pero cuando realmente me di cuenta que era José, fue... al reconocer el lunar en relieve que tiene el Monito... Cerca de la ingle. Ni mellizos tanta coincidencia ¿no?...

José, furioso, sale de su escondite, desde atrás le pone su mano en el hombro, ella tiene un sobresalto

Isabel: ¡Soco­rro!... Pupi, entró un tipo al departamen­to ¡me están asaltan­do!.. (Ve a José) No... Es José. (Deja caer el fono) ¡No te puedo creer... me espiabas!
José: (Gritando) Sólo al tocar el lunar... supiste que era tu marido... (Ruge)
Voz de Pupi: (Desde el fono que quedó en el suelo) José... no te regre­ses... Sin violencia...
José: (Toma el fono) Tú no te metas!... Isabel, ahora vuelvo...
Isabel ¿vas a salir?. ¿A dónde?
José: Donde mi abogado, para iniciar el trámite de nulidad.
Isabel: Pero Monito, ¡no va a salir en bata!
José: ¿Eso es lo único que te preocupa?. Y deja eso de Monito. ¡No soy perro faldero! Mi dignidad, Isabel, piensa en mi digni­dad.
Isabel: Me voy donde mi mamá... (Se lleva el pañuelo a los ojos)

José cambia de actitud: la abraza y le dice con voz muy suave:

José: No llore, mi amor... Perdóneme... La Pupi tiene la culpa... Dígame, con toda franqueza ¿en qué momento se dio cuenta que era yo? (Ella lo rechaza, finge más enojo, y él está muy preocupado) ¿No me va a decir?. ¿Ah?, la Pupi me metió esa idea estrafalaria en la cabeza... Se dedica a siquiatra y me tomó como cuyi... ¡Me convenció que estaba celoso!
Isabel: (Deja de llorar) ¡Ah! La Pupi... Ya veo. ¿Ella es la que te tiene hablando de higiene matrimonial a la hora del desayuno?
José: No me ha contestado, ¿en qué momento...?
Isabel: Monito, por Dios... ¡usted es pésimo actor!. Me di cuenta desde que entró con esa bacinica en la cabeza... Pero le seguí el juego porque ¡me encantó! Quieres que te diga ¡harto más atractivo y más "entrete" que tú, el primo Baltasar!
José: (Vanidoso) Ah... entonces lo pasó bien con su maridito.

Trata de besarla, ella lo rehuye.

Isabel: Con mi maridito, el que vino a ponerme a prueba. ¡No!. Lo pasé bien con tu primo Baltasar. ¿No quería la nulidad?. Vaya donde su abogado, yo me voy donde mi mamá. Me indigna lo que hizo.
José: ¿Es tu última palabra?

Cuando ella asiente, va decidido hacia el balcón y desaparece.

Isabel: (Al ver que no regresa) ¡José!. No te puedo creer... ¿Vas a salir por el balcón?. ¿Desde un tercer piso?. ¡Es mortal! (Sale y mira, regresa toma el fono) ¡Pupi... por favor, Pupi, el Monito se tiró por el balcón... Ven... ¿Qué?. Cómo quieres que me calme, si salió por el balcón y no ha vuelto... Por favor mira tú, yo no me atrevo... ¿Dónde? Mira la vereda, Pupi... Abajo. ¡Qué horror... estoy temblando! (Espera, nerviosa). ¿No se ve nada?. Ni gente alrededor de un... cuerpo? (Se oyen golpes en la puerta de entrada). Están tocando a la puerta... No me atrevo a abrir... Seguro que vienen a avisarme... (Empieza a llorar). ¡Qué voy a hacer, Pupi?

Afligida sale a la puerta, Se escuchan sus voces.

Voz de Isabel:¡El primo Baltasar!

Entra José como africano. Tras él, Isabel, secando sus lágrimas, empieza a reír.

José: El mismo que viste y calza.
Isabel: (Se echa en sus brazos). ¡Júreme que no va a volver al África, que se quedará conmigo para siempre!
José: Tau tau...
Isabel: ¿Qué quiere decir?
José: En lengua Hova: "Puchas con la huevá... ¿cada vez que quiera hacer el amor con mi mujer me tengo que disfrazar de africa­no?"
Isabel: (Muy sensual) Túa túa, tucu tucu tucu tucutúu...
José: Qué quiere decir?
Isabel: ¡Que sí!

Lo derriba en el diván y lo empieza a besar, quitándose la ropa mientras él se debate, pidiendo hacia un costado el cartel

José: ¡Censura!... ¡censura por favor!


Apagón. Toque prolongado de batería.

 

 

                                             Fin

 


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