Dramaturgo / Juan Claudio Burgos  

 

 


La défènse

de Juan Claudio Burgos

Octavo

Los Reyes o el apareamiento

Audrey y Machado enamoradísimos, al fondo, refocilándose con sus cuerpos de cinesmascope, con sus cuerpos resina, vinilo viendo. La Quiltra alrededor de las figuras gira fuera de su centro.

Audrey: Métete por mis ojos, ¿quieres, mi amor?
Te los puedo dar
Cómemelos todos
No me dejes pestaña
Ni párpado
Ni córnea
TODOS, TODOS
MÉTETE DENTRO
Métete dentro, mi amor
Métete dentro, mi vida
Quieres reposar, quieres dormir?
METE LOS OJOS
BIEN ADENTRO
METE LOS OJOS DENTRO
Allí, allí, allí

Un gritito de placer de los del espejo detiene los afanes de la niña, por primera vez tuerce su cabeza y descubre a sus padres en el acto mismo.

Machado: No puedo
Audrey: Sí que puedo, sí que puedes
Puedes, si quieres, sólo si quieres
¿Lo ves?
¿Lo ves?

Se repite el gemidito de placer. Ahora todos no sólo la niña giran sus cabecitas de óleo. El coito de los Reyes tras el vidrio. El dogo gime, todos gimen. Silencio. Silencio. La danza del silencio. Oscuro.


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