Dramaturgo / Manuela Oyarzún Grau  

 

 


Cabeza de OVNI

de Manuela Oyarzún Grau

En la pieza 2... (trompeta, batería y contrabajo)

 

(César adormilado intenta caminar, le cuesta, intenta llegar hacia la cómoda donde guarda todas sus recetas y remedios). Donde está ese recetario...(Encuentra una grabadora y comienza a hablar como si escribiera su testamento) 17 de Octubre del año 2006, César Fernando Ossa Cruzat, 79 años, ahora camino más lento, pero también puedo pensar detenidamente las cosas, dejo constancia de que esta es mi voz y mi voluntad, como si fueran subtítulos para que los alcancen a leer claramente. Ayer logré dormir, como un feto me ovillé con la intención de volver a nacer, de haberme tragado los dedos me hubiese atorado con el miedo escupiéndolo afuera, lejos de mi. (Con dificultad, se detiene, obligado se apoya en el suelo). No tengo frío, tiemblo porque estoy viejo. Ahora lo sé, no puedo hacer nada, estoy absolutamente indefenso, vuelvo a ser un niño, nazco para morir, renazco ahora porque comprendo, existo porque pienso, siento el dolor, nunca había experimentado más crueldad que la que mi propia vida me echa en cara. Soy mi propio Judas, qué estoy diciendo Graciela, me hechizaste, por qué hablo así...¿habré tomado algo? Lo que necesito es tomar algo para dejar de pensar en voz alta...(Se atormenta con sus teorías, comienza a botar las cosas que toca, los remedios, lápices, hojas, libros, hasta que alcanza una jeringa y la llena con una solución que no sabemos qué es, continúa grabando lo que habla). El cuerpo es un antro, lo puedo sentir como el olor de mi cuerpo viejo. Las células son diabólicas, se miran unas otras para dividir su mal, (toma una tira de goma y se la amarra al brazo fuertemente para ver su vena). La vejez es morirse, es morirse y acordarse de todo, pero yo, con esta memoria que tengo he olvidado que muero y no quiero comer como un niño taimado y burgués que no conoce el hambre...(Vuelve en sí mirando su cuarto, logra levantarse) Somos burgueses... y estuvimos tan cerca de ser finos. Pero no lo somos, no somos nada después de experimentar el ocaso. (Se va atormentando cada vez más hasta reventar, Elena a su vez va perdiendo el efecto de la pastilla). Nos olvidaron, nuestro hijo también perdió la memoria parece, nuestro hijo, imagínate, nuestro, de los dos, y de nadie más, y no tenemos ni un poder sobre él porque ya es adulto y nosotros somos viejos y más encorvados que antes, y más bajitos que él. Trajiste al mundo algo mío y venía fallado, y tú que te creías tan perfecta. Me dejaste solo Graciela, pero fue para mejor sabes, te estabas poniendo vieja, y sabes qué, que con todo lo que se me olvida, se me olvidó como eras y te puedo imaginar fea y sentirme aliviado de no estar contigo, porque ya no estás, (Prepara la aguja) hoy me siento mucho mejor. Me quedo de sol a sol quieto viendo como se rompe el día. Puedo pensar, tengo tiempo de sobra, ahora tú ya no me lo quitas... (Se inyecta un poco, solo un poco porque se asusta y se queja)...

Alucinación 5: (Mira el cuadro de Graciela en la pared de su cuarto, el cuadro toma volumen y se acerca como si fuera a besarlo. Llega Elena con ataque de ansiedad, César descansa de su agobio)

Elena: Doctor, ¿puedo ocupar el teléfono?
César: habla corto y no llames al extranjero

(Toma el teléfono y se le cae de las manos, sus manos están transpiradas, habla entre dientes insultando, está muy nerviosa, César la observa)

César: ¿Qué te pasa?
Elena: Nada, estoy nerviosa
César: Estás transpirando, estás pálida sin embargo tienes las mejillas rojas, te tiemblan las piernas, apuesto que tienes las manos heladas y las pupilas dilatadas
Elena: Y como lo sabe...
César: ¿Sabes como se llama eso?

(Niega con la cabeza)

César: Ansiedad...
Elena: Qué está hablando Doctor, ¿se comió la comida? (Mira el plato) ¿ve? No se la comió, se la voy a tener que dar en la boca (Toma la cuchara muy nerviosa y se la pone en la boca muy torpemente) a ver, abra la boca Doctor, ya pues, que me estoy poniendo nerviosa... no me muerda...
César: (Bota el plato que le salta en la cara a Elena) No te estás poniendo, estás histérica, ¡¡¡Donde están mis recetas!!! ¡¡¡Me robaste mis recetas!!! ¡Quieres que me muera!
Elena: ¡¡¡Cállese Don César!!! No tiene idea lo que habla, no come y se dedica a alegar, no soporto esta casa. ¡No soporto a nadie y nadie me entiende! Todos aquí son unos viejos de mierda, si, que se mueran, que se mueran rápido y que me dejen tranquila. Me está acusando de algo que no he hecho, se lo juro (Llora), se lo juro, por favor créame Doctor, créame que si no me voy a morir... (Llora angustiada) me duele el pecho, me voy a morir, me duele mucho, ay, estoy ahogada...
César: (Calmado) Elena, pásame esa jeringa del velador, está limpia, anda al tercer cajón y saca una caja metálica, ábrela, pásamela, toma una ampolla, quiébrala como te enseñé y has una inyección, dámela y dame tu brazo, cálmate, dame tu brazo, donde está la vena, aquí está, te lo inyecto... ya está...¿Cómo te sientes?
Elena: Mejor...¿Qué es?
César: Morfina.
Elena: Ahhh. Nunca la había probado (Ya está en otra)
César: Drogadicta
Elena: No sé
César: ¿Dónde tienes la cabeza?
Elena: En otro planeta...
César: Qué extraño, Graciela tenía lo mismo, tenía que estarle dando día por medio una dosis pequeña para controlar su ansiedad. Será que todas las mujeres quieren depender de algo...
Elena: ¿En qué mundo vive Doctor?
César: Estás hablando bajo el efecto de la droga, no te voy a tomar en cuenta (César la mira)
Elena: Ya no me importa... (Cierra los ojos)
César: ¿qué estás viendo?
Elena: Nada
César: ¿Y qué sientes?
Elena: Nada. Eso es lo malo. Soy un marciano, todo lo que hago, lo hago para sentir algo, pero no saco ni medio suspiro. Me aburro y al mismo tiempo me desespero, no hago lo que quiero, pierdo el tiempo y no quiero. No sé que hacer con las personas que amo, en realidad no las amo, las detesto. Hay un hombre en esta tierra que da la vida por mi, y se está muriendo, y yo me voy a quedar sola sin poderme los pies y sin lavarle sus calcetas blancas... A propósito, sabía usted que dicen que somos luz, somos una energía que habita en todos los lugares por donde hemos transitado, lo leí una vez, (Descansa en el sillón con la cabeza hacia atrás, cada vez va adoptando cierto erotismo incontenible), es un misterio, nos miramos y no sabemos qué hay entre nosotros, estamos hechos de un pedazo del tiempo y en este minuto es nuestro turno... (Habla lentamente como si tratara de entender lo que dice y a la vez César se deja seducir) Creo que esos ojos azules que me miran un día luego estarán sumergidos en el agua del florero que dejarán como herencia... no me escuche, en el fondo soy una interesada, una egoísta y una mentirosa. Trato de ocupar el tiempo precioso de usted en mi aburrimiento. Trato de aclararme, de ver clarito, como el cloro, claro que a veces me dan unas ganas de pegarme un balazo... pero, a lo hecho pecho. Si le grité alguna vez también fue para sentir que también lo quiero... (Se acerca a él) Ya, déme la mano y hagamos las paces luego, mire que después uno se arrepiente y puede ser tarde... (Suena el timbre) ¿Quién será?
César: es muy tarde...
Elena: No tanto...
César: Mi hijo... parece que tendré que morirme para verlo.
Elena: No... (Se va, se detiene y se da vuelta hacia César, le da un beso en la mejilla) Gracias.


En la pieza 1... (contrabajo) | En la pieza 2... (trompeta) | En la entrada de la casa... (guitarra y batería) | En la pieza 1... (contrabajo y batería) | En la pieza 2... los días pasan (trompeta y batería) | En la pieza 1... (batería y contrabajo) | Entrada de la casa... (guitarra y batería) | En el living... (guitarra y batería) | En la pieza 1 ... (contrabajo y batería) | Y en la pieza 2... (tropeta y guitarra) | Versión de impresión

 

 


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