Dramaturgo / Manuela Oyarzún Grau  

 

 


Cabeza de OVNI

de Manuela Oyarzún Grau

En la pieza 1... (contrabajo y batería)

Graciela: (hablando muy fuerte) No encuentro la Biblia y quiero rezar.
Elena: Por ahí debe estar.
Graciela: Que tienes en la mejilla
Elena: (Tapándose) nada
Graciela: No me mientas ¿Alguien te pegó? Tienes marcadita la cara. No conoceré yo esas cosas... No te ocultes en la sombra porque no es negra, ven, siéntate acá, estás hecha un desastre (le limpia la cara). Que no te de pena, yo también sufrí las mismas cosas. Levanté las manos muchas veces, y muchas veces me las devolvieron, apuesto a que eres celosa y piensas que él es el más seductor, tonta, que es el hombre más atractivo de esta tierra y que es inteligente. (Suspira) Ay Elena... yo pensaba lo mismo y tan tonta que me enamoré al primer segundo, nunca, nunca estuve con otro, nunca deseé el anillo de otra, lo esperé y apareció, (Pausa, posa sus manos en el pecho recordando) el oro mas brillante de este mundo...

Alucinación 3: (Elena deja de escuchar a Graciela y se detiene en su camisa, la mira fijamente, se inmersa en otro mundo, sobre la camisa de Graciela una mariposa gigante y extraña aletea en su pecho, de plateados colores, de pronto la mariposa vuela y aletea por el escenario, desaparece)

...Lo esperé y esperé, hasta que me tocó y me llevó, me dio un hijo... hasta me pegó, pero sabes que a mi no me importa, el ocupaba toda mi cabeza y me tenía anestesiada, como no si era doctor (Se ríe sola). ¿Porqué tienes esa cara?

Elena: (Sale a medias de su alucinación) Hay un bicho en su camisa
Graciela: Sácalo
Elena: Me da nervio
Graciela: Ay Elena, todo te complica, a ver donde está ese bichito, aquí estás ¡pero si es la perilla del audífono! Se me había perdido, qué bueno que te encontré...(Se lo pone y empieza a hablar en volumen normal)
Elena: ¿Bueno y?
Graciela: ¿Y qué?
Elena: Lo que me estaba contando
Graciela: Qué cosa
Elena: Ya se le olvidó
Graciela: (avergonzada) Si...
Elena: (Elena piensa un segundo y juega a probar hasta donde llega con Graciela) De sus experiencias... Sus... (Se le ocurre) sus experiencias íntimas... de eso me estaba hablando...
Graciela: Ah claro que si, me gustaba hacerlo en cualquier parte, sobre todo encima de los parlantes, no sé porqué, con el volumen vibran y eso me hacía sentirme completamente acoplada, fogosa, y entonces me decidí a aprender técnicas, te las puedo enseñar, hay unas con harta violencia, (cambia de tono) te ahorcas con correas hasta cortar el aire, siempre con un limón en la boca porque el jugo ácido despierta, te conectas con el instinto, no es perversión si se hace con amor, como decirte, es como... todavía las debo tener guardadas por ahí... así te desahogas, botas energía acumulada, rabias sobre todo, y a él lo que tenga que sacar afuera...(Elena impactada con las cosas que le cuenta esta señora) ¿Recemos juntas?
Elena: (muy resuelta) Yo no aceptaría vivir con un hombre que me pega....
Graciela: ¿Y que estás haciendo? (le acaricia la mejilla)
Elena: Yo no quiero vivir con él.
Graciela: Entonces estás aceptando que cualquier hombre te maltrate.

(Silencio)

Graciela: Y eso es peor.

(Silencio)

Graciela: Eso no es amor, Elena, es absurdo. ¿Y a quién le interesa esa lesera?. Recemos mejor, te falta Fe a ti, y mucha. ¿Hiciste la primera comunión?
Elena: Ni estoy bautizada
Graciela: Ahí esta la cosa. Voy a hablar con el curita.
Elena: ¿Usted hablaría con Giovanni?
Graciela: Pero claro que si hija, dile a ese infame que lo voy a cachetear yo a él, si no se comporta, yo no quiero ver a nadie sufrir en esta casa. Así que nada de andar lloriqueando por ahí escondida porque te duelen los cachetes.
Elena: Vendrá pasado mañana
Graciela: Le dices que pase al fondo a la izquierda.
Elena: Gracias, es usted tan buena mamita.
Graciela: (Se queda pensativa mirándola) nunca tuve una hija. Tuve un hijo (Pausa)
Elena: Ya vendrá algún día, los hijos al final siempre vuelven.
Graciela: Al final...¿cuánto quedará para el final?
Elena: ¿No quería rezar?
Graciela: Si mijita, recemos mejor, ponte a mi lado... Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tú vientre, Jesús, Santa Maria madre de Dios ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra... (Rezan un poco más)... ¿tomémonos un traguito? Necesito un incentivo, perdóname virgencita, en un minuto estoy contigo. (Saca las llaves y va a abrir el clóset)
Elena: Señora, tómese un copetito conmigo, yo se lo doy, y me convida, ya entramos en confianza.

(Le pasa un vaso, salud "por la confianza" y toman las dos al seco)

Graciela: Dame otro poquito
Elena: Nos vamos a curar mamita (toman otro vaso)
Graciela: Póngale nomás
Elena: Ya se nos calentó el hocico (otro vaso entre risas)
Graciela: Nos se nos vaya a calentar otra cosa
Elena: Mire que vamos a terminar las dos en su cama
Graciela: Cochina.
Elena: Usted empezó.
Graciela: Dios mío, ya ni me acuerdo como era "la cosa"...
Elena: (Levanta las sábanas de su cama y mira hacia adentro) Igual que todas nomás (se ríen)
Graciela: Mijita, vamos a tener que ir a la iglesia a confesarnos
Elena: Pero si usted desde acá no puede cometer pecados
Graciela: Si puedo, con el pensamiento (se toma otro vaso de una vez)
Elena: Va a ir a puro entretener al cura con sus problemas
Graciela: De algo que se entretengan...
Elena: Ay mamita, que me cae bien Usted.
Graciela: Y yo te quiero Elenita
Elena: ¿Por qué pasarán las cosas?
Graciela: Que cosas
Elena: Las desgracias de la vida, porqué podemos estar bien un día y luego al otro destruirnos en el mal.
Graciela: Porque Dios nos pone pruebas
Elena: Donde estará Dios... (Siguen tomando, ya están bien curadas)
Graciela: En el cielo, con mi marido, si es que alcanzó a llegar...
Elena: nunca piensa que le diría si lo volviera a ver
Graciela: El día que nos veamos las caras, voy a estar bien muerta, ni así lo perdonaría. A veces, lo escucho que me habla aquí, muy profundo (indica el oído)
Elena: ¿De que?
Graciela: De la vida, me reta, y se me pasea en frente y por un segundo es como si me fuera a morir, pero no señor, ese hombre ya me rompió una vez el corazón, no voy a dejar que lo consiga de nuevo. Ya no quiero ni acordarme de su cara.
Elena: Algún día se tendrá que acordar.
Graciela: Nunca, hay cosas que es mejor olvidar. Todo lo que está adentro mío, adentro de esta cabeza Elena, tu no lo conoces, y cuando yo me muera todo eso se va a ir al cajón junto conmigo y de eso ¿quien se acuerda?
Elena: Yo no la voy a poder olvidar.
Graciela: Eres tan buena.

(Elena se regocija porque en el fondo es una interesada)

Graciela: Escucha, yo te voy a dejar todo, no, casi todo cuando me muera, tú podrás elegir cuanto de aquí quieras y tendrás para hacerte tu casita...
Elena: Señora, no diga esas cosas, menos si ha tomado, después se le olvida y yo tengo que hacer oídos sordos. (Le sirve otro poquito, ya no queda nada de la botella)
Graciela: (Tomando el último concho) Aquí la única sorda soy yo, y claro que se me olvida si se me olvida todo, pero para que me creas trae un lápiz y un papel, vamos a anotar tus regalos.
Elena: (Trayendo lápiz y papel rápidamente)...Eso sería bueno hacerlo ante un notario...
Graciela: Con mi palabra basta.
Elena: Esas cuestiones se hacen legalmente porque después nadie las cree, nunca nadie quiere cumplir las cosas y las cosas quedan bonitas en el recuerdo ¿pero y aquí?, (Gesto de palmada en la mano, como diciendo "la plata") ni una mosca vuela.
Graciela: (Distante, se da cuenta que Elena es una fresca) Ya lo haremos como tú dices...
Elena: (Urgiéndola) ¿Cuando?
Graciela: (Sin atenderla demasiado) Cuando tengamos tiempo.
Elena: Tiempo tenemos de sobra.
Graciela: (Más cortante) Elena, te dije que cuando tengamos tiempo.
Elena: (Se taima) Le apuesto que no lo vamos a hacer nunca, a usted se le olvida todo.
Graciela: (La enfrenta muy seria) Mira niñita, la enfermedad que tengo yo no la escogí, ella se encargó de buscarme hasta encontrarme, nadie sabe cómo van a ser sus últimos días Elena, me paso inventando historias de los primeros que viví y así me convierto en una mitómana, de nada de lo que digo hasta ahora estoy segura, no sé si algo de lo que hablo existe, supongo que recuerdo mis primeras palabras y que con estas últimas se alarga lo que converso contigo, ten piedad de mi.
Elena: (Bajándole la importancia) Ya... está con el bajón, después hablaremos. (Trata de sacarle el audífono)
Graciela: ¡No me toques!
Elena: Ya... se puso difícil.

(No se mueve)

Elena: Voy a contactarme con su hijo, me deberían subir el sueldo con todo el trabajo que hago yo, doble trabajo.
Graciela: ¿Doble?
Elena: Olvídese, si ni siquiera sé para que escucha si después no se acuerda de nada y hay que andar repitiendo todo tres veces.
Graciela: (la golpea en la cara de un manotazo) ¡Insolente!
Elena: ¡Hago todo como usted quiere y usted no agradece nada!
Graciela: Fresca... te ganaste la ley del hielo por dos días (Elena sale con la mano en la mejilla tal cual entró, Graciela se empina la botella buscando el último sorbo)

(Pasan dos días: Las siguientes dos escenas se vuelven a cámara rápida retratando el paso del tiempo y vemos como se constituyen los días. Elena intenta escribir en su libreta pero es constantemente interrumpida por los dos, lleva la comida y los remedios de un lado a otro, dispone las piezas, de tanto en tanto roba pastillas y se las toma, todos transpiran mucho)


En la pieza 1... (contrabajo) | En la pieza 2... (trompeta) | En la entrada de la casa... (guitarra y batería) | En la pieza 2... los días pasan (trompeta y batería) | En la pieza 1... (batería y contrabajo) | En la pieza 2... (trompeta, batería y contrabajo) | Entrada de la casa... (guitarra y batería) | En el living... (guitarra y batería) | En la pieza 1 ... (contrabajo y batería) | Y en la pieza 2... (tropeta y guitarra) | Versión de impresión

 

 


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