Dramaturgo / Daniella Lillo  

 

 


Con flores amarillas

de Daniella Lillo

Continuación

Entra David. Al verlos conversando los mira con reprobación. Hay un momento incómodo y Pedro decide irse.

David: Buenas noches, Pedro.
Raquel: Vino a pedirme un poco de azúcar, David. El almacén está cerrado y...
Pedro: Pero ya me voy no se preocupe.
David: Que le vaya bien entonces...

Pedro sale.

David: ¿De qué estaban hablando?
Raquel: De nada importante, del... tiempo, acababa de llegar...
David: Se le olvidó el azúcar eso sí...
Raquel: Se la llevo altiro.
David: No te molestes, Raquelita, yo voy.

Saca azúcar del azucarero y la coloca en una servilleta. Sale.

David: Pedro... Se te quedó esto.
Pedro: No me di cuenta, es que estoy algo cansado.

David tiene el azúcar en la mano, se la muestra pero no se la entrega.

David: Para no salir de tu casa, trabajai harto parece...
Pedro: Sí, es que soy independiente... no necesito oficina.
David: Bueno, y este edificio no es muy elegante que digamos... como para atender público, ¿no?
Pedro: Yo no atiendo público. Yo hago negocios, negocios personales...
David: No quiero que hagai negocios "personales" en mi casa...
Pedro: ¿De qué está hablando? No entiendo su ironía.
David: La Raquel es lo único que tengo... y la quiero mucho, ¿sabís?
Pedro: No lo pongo en duda.
David: No me gustaría que se ilusionara... o que sufriera... Cuando la conocí estaba en la calle y no valía nada: flaca, enferma, sola...Todo me lo debe a mí, ¿comprendís?
Pedro: No es necesario que me lo diga, yo sólo fui a pedirle azúcar...
David: Pero se te quedó...
Pedro: Le agradezco que me la trajera, ahora si me disculpa, todavía tengo cosas que hacer...

David le pasa el azúcar.

David: Claro, buenas noches.
Pedro: Buenas noches.

David sale. Pedro solo en la buhardilla.

Pedro: ¡Sicópata!

Queda solo en la buhardilla y comienza a trabajar en su computador. Traspasa distintos fondos de un banco a cuentas de organismos sociales y ecológicos que no tienen financiamiento estatal. Si hay proyección de imágenes en el escenario deberían verse cifras de dinero y los nombres a los que van.

 

David vuelve a su habitación. Raquel está agachada a los pies de su cama.

David: ¿Se te cayó algo?
Raquel: No, es decir, sí... se me cayó un aro debajo de la cama...
David: Yo te ayudo.
Raquel: No es necesario, David, yo...

David encuentra el cuaderno con los recortes. Lo hojea.

David: Qué es esto?
Raquel: Un cuaderno.
David: Ya sé que es un cuaderno... (lee la tapa) "Un fantasma libre" (lo hojea por dentro) ¿Por qué estai juntando recortes de este gallo?
Raquel: Para distraerme nada más. No tiene nada de malo.
David: No quiero que te andís metiendo en leseras, lo que ese tipo hace es peligroso, ¿sabís?. Además que ya estai vieja para que se te ocurra ponerte cacharrera. ¿Y de adónde sacai plata para comprar tanto diario y tanta revista?
Raquel: Las saco de la basura.
David: Puta que erís asquerosa, más encima andai escarbando en la cochiná...
Raquel: Pero, mi amor, si tú mismo dijiste que a lo mejor el pirata podía ayudarnos.
David: ¿Quién te va a querer ayudar a vos? El gallo ayuda a minas decentes no a putas mal paridas como tú que andan haciendo huevás a escondidas de sus hombres.
Raquel: No me hables así, David. Yo no hago nada a escondidas de ti.
David: No lo sé. Estás muy extraña últimamente.
Raquel: No estoy extraña, David. Estoy sufriendo. Pero yo no le tengo miedo al sufrimiento.
David: ¿Me querís decir que yo te hago sufrir?
Raquel: No sacas nada con pegarme ni siquiera con matarme, a veces pienso que mi sufrimiento no terminará ni siquiera cuando muera. Parece que cuando uno ama no merece compasión...
David: Me aburres, Raquel.

David toma el cuaderno y se dirige a la puerta. Raquel lo intercepta.

Raquel: ¿Para dónde te llevas mi cuaderno?
David: Abajo, de vuelta a la basura, donde debe estar...
Raquel: ¿Pero en qué te molesta que lo tenga? No le hago daño a nadie.
David: Ya te dije lo que pienso, Raquel. No me obligues a ponerme de mal humor.
Raquel: Te lo suplico, David. No lo botes. Es un juego para mí, me hace soñar...
David: Nosotros vivimos en la realidad, en la realidad bien dura, así que no hay cabida para sueños aquí.
Raquel: Por favor, te juro que no lo vas a ver más, lo voy a guardar donde no lo encuentre nadie ni siquiera yo.
David: Ya está todo dicho, Raquel.

Sale David con el cuaderno. Raquel queda sola. Llora. David en la puerta con el cuaderno en la mano. Lo está leyendo cuando aparece Pedro.

David: ¿Y tú? ¿No teniai que hacer algo urgente?
Pedro: Sí. Ya lo hice.
David: Yo pensé que te acostabai temprano...
Pedro: Estaba un poco ahogado, necesito aire...
David: No me extraña, todos necesitan aire en esta ciudad asquerosa...
Pedro: No es esa clase de aire el que busco, es algo más que oxígeno...
David: Sí, si cacho... a mí también me pasa a veces.
Pedro: Usted se ve más impulsivo, no me lo imagino angustiado vagando por la noche en busca de un aire que a veces nadie encuentra.
David: Las apariencias engañan. Desde que estamos aquí ya no tengo paz. No he podido recuperar mi suerte y todo va de mal en peor.
Pedro: Pero usted no está solo.
David: Yo no estoy solo, yo me "hice" solo que es bien distinto, nunca tuve a nadie. Por eso la Raquel es importante para mí...
Pedro: A veces ella se ve un poco triste...
David: ¿Te ha dicho algo?
Pedro: No, no. Estoy acostumbrado a estar solo y eso me convierte en una persona observadora...
David: La vida no ha sido justa con ella.
Pedro: ¿Eso lo incluye a usted?
David: Yo la hago feliz. No lo olvidís nunca.
Pedro: ¿Y las deudas?
David: ¿Cómo lo sabís?
Pedro: Las paredes son muy delgadas...
David: (Justificándose) Ella no tiene de qué quejarse... yo se lo he dado todo... cuando me iba bien en el pool éramos felices... pero la suerte no es eterna y la técnica parece que tampoco. Y la verdad es que las mujeres son muy complicadas...
Pedro: Es su naturaleza, hay que saberlas llevar. No son complicadas, son dulces, delicadas y al mismo tiempo son una fuente inagotable de fortaleza.
David: Las conocís bien parece.
Pedro: Alguna vez supe desentrañar el alma de una mujer... pero eso quedó atrás. Si está en sus manos, cuídela, Raquel le teme al fracaso, le aterra ver venir los días e irse las noches como si la vida fuera un cedazo y a ella sólo le quedaran las cáscaras.
David: No entiendo que me querís decir pero te veís muy interesado en lo que a ella le pase.
Pedro: No piense mal, David.
David: La vida me ha hecho desconfiar.
Pedro: Desconfía del hombre equivocado.
David: Puede ser...

Pedro sale.

Pedro: Hasta luego, el aire no siempre va a estar donde mismo...

David queda solo en la puerta, se devuelve a su cuarto con el cuaderno en un bolsillo de su chaqueta.

Raquel: No deberías haberlo hecho, David. Ese cuaderno era importante para mí...
David: Lo sé.
Raquel: ¿Por qué lo botaste, entonces?
David: No lo hice.

David le pasa el cuaderno a Raquel. Ella lo abraza y le da un beso en la mejilla.

Raquel: Gracias, mi amor.
David: No me des las gracias, Raquel. Con el beso basta.

Raquel se pone cariñosa, se ve que quiere algo más.

David: Ya, se acabó la cuestión, me tengo que ir al Pool, con tanta cháchara se me calentó la muñeca, cómo sabís? En una de esas...

Raquel: Pero si es temprano todavía... ¿Por qué no te quedas a comer conmigo?
David: No, necesito salir, despejarme.

Antes de salir toca una de las paredes.

David: ¿Tú las encontrai muy delgadas?
Raquel: (Apuntando hacia la buhardilla) ¿Tú creís que?

David le hace un gesto grosero, le quiere hacer entender a Raquel que Pedro ha estado escuchando como se la tiran, ella reacciona con algo de pudor.

Raquel: ándate será mejor.

Sale David. Raquel decide subir, antes de hacerlo se arregla el cabello y decide ponerse unos tacos altos. Al salir se encuentra con Pedro que vuelve de su paseo.

Raquel: Yo iba a subir a verlo, Pedro.
Pedro: No es necesario que tenga piedad de mí, Raquel. No la necesito.
Raquel: Yo iba para que conversemos...
Pedro: No quiero hablar con nadie ni siquiera con usted.
Raquel: ¿Qué le pasa, Pedro?
Pedro: Demasiado, me pasa demasiado y no voy a compartirlo...
Raquel: ¿Es porque sabe quién soy?
Pedro: No tiene nada que ver con usted, se lo aseguro.
Raquel: Entonces no me rechace, por favor, yo sólo quiero hablar.

Raquel y Pedro suben juntos a la buhardilla, siguen conversando pero no se escucha lo que dicen porque David llega al piso de abajo cantando un tema popular con un ramo de flores amarillas que pone sobre la mesa, luego se esconde. Raquel y Pedro retoman la conversación en el piso de arriba.

Pedro: Me siento como un quiltro, Raquel.
Raquel: No diga eso...
Pedro: Ellos son el espejo que delatan nuestro propio mestizaje, Raquel. Pero ya casi nadie los ve.
Raquel: Entonces todos deberíamos tener uno, es lo que yo le digo a David. Siempre he querido tener un perro.
Pedro: Yo tengo uno en el alma.
Raquel: Es malo hablar así.
Pedro: ¿Por qué no? ¿Acaso yo no soy como un quiltro? ¿No vivo de las sobras? ¿No soy un paria que el destino se empeñó en deshacer?
Raquel: Esa es la letra de un tango, Pedro. A mi mamá le gustaba...
Pedro: Una mujer me dijo una vez que la vida es un tango pero hay que saber bailarlo. El tango no es nada fácil... como tampoco es fácil la vida de los quiltros...
Raquel: No se ponga melodramático, un quiltro no sabe nada, un quiltro no tiene a nadie...
Pedro: Yo no es mucho lo que se y tampoco tengo a nadie... No se equivoque, el quiltro tiene su dolor y tiene su esperanza, ¿qué más?
Raquel: no entiendo.
Pedro: El deambular se transforma así en una especie de rogativa, en un peregrinar...
Raquel: No creo que un quiltro tenga nada que decirme.
Pedro: Nos recuerda que estamos solos, y que si no es por alguien que nos ame somos abandonados, desterrados de la vida, incapaces de soportar la realidad.
Raquel: Usted me da miedo cuando habla así.
Pedro: Los sentidos son infieles, estallan en la adversidad. Uno se desmembrana frente a este tiempo que nos besa sin piedad en los labios de la muerte y nos seduce a la velocidad del vacío...
Raquel: No siga, me da miedo cuando lo escucho y no le entiendo. Me viene un miedo desde adentro, como si lo que dice fuera verdad. Preferiría que tuviera fiebre y delirara.
Pedro: No estoy en delirio, estoy en no poder más. Yo hablo el lenguaje de los muertos, el lenguaje de los quiltros.
Raquel: Basta, no quiero oír más, Pedro.
Pedro: No depende de mí, Raquel. El mundo está lleno de sangre y yo debo ser cruel.
Raquel: Pero yo he nacido para amar, no es necesario que me castigue a mi también.
Pedro: Lo siento, Raquel. Es mejor que se vaya.

Raquel sale cantando tristemente. Pedro queda solo en la buhardilla.

Pedro: A lo mejor yo ya he querido demasiado, he perdido lo que fue "nuestra vida"... Quise tenerlo todo en ti, para ti, por ti... Cuando te miré creí comprender el mundo, la vida, todo tenía un sentido. Y aquí estoy completamente solo, perdido, cansado. Todavía mirando los ataúdes blancos sin consuelo, sin un suelo de sueños sobre mi cabeza, sólo la venganza...

Raquel camino de su cuarto.

Raquel: "Con flores amarillas... con flores amarillas... que madre nuestra es". Fue lo único que mi mamá me pidió que le pusiera sobre su cama cuando murió. Le llené la cama de flores amarillas... cuando salí de la casa después de tantos días, todavía había olor a flores...

Cuando llega a su cuarto comienza a sacar varios huesos de una bolsa y los deja encima de la mesa en una pila. Salta David de su escondite y la asusta haciéndose el gracioso.

David: Feliz Cumpleaños, mi amor.
Raquel: Mi cumpleaños fue ayer, David. Se te olvidó, para variar.
David: Es que ayer no tenía nada que regalarte, mi amor.
Raquel: ¿Y qué me trajiste? Ah, las flores, gracias.
David: No sólo las flores, sino lo que siempre has soñado, Raquelita: una cajita de tiza.

David le pasa una tiza para palo de pool.

Raquel: ¿Pero para qué quiero esa lesera yo?
David: No mi amor, la verdad es que te traje mi taco, mi taco de la buena suerte. Me lo vas a tener que prestar eso sí...
Raquel: Eres bien ridículo, tú sabís que no me gusta jugar...
David: No, mi vida, si es una broma. Espérate un poco.

Sale David y vuelve a entrar con un biombo en la mano.

David: ¡Ta ta ta tán!
Raquel: ¿Qué es eso?
David: ¡Un biombo! ¿No lo estai viendo?
Raquel: ¿Y para qué quiero un biombo yo, si se puede saber?
David: Pero si siempre hai soñado con tener un biombito donde cambiarte la ropa...

David simula un streeptease, aparece y desaparece detrás del biombo.

David: ¿No ve, guachita? Así puede coquetear todo lo que quiera.
Raquel: No lo quiero.
David: ¿Quién te entiende? Primero jodís por el dichoso biombo para que los gallos no te vean cuando te cambiai de ropa y ahora que te lo traigo de regalo no lo querís...
Raquel: Es que ojalá no tuviera que usar nunca un biombo...
David: Ya empezamos de nuevo.
Raquel: Es que tú no entiendes nada, no te imaginas como realmente son las personas, que es lo que hay detrás de sus ojos...
David: Detrás de los ojos supongo que está el cerebro y por lo que yo se, no es con el cerebro con que te ganai la vida...
Raquel: Me la gano con lo que tú me has dado. Pero yo estoy hablando de otra cosa, de lo que le pasa en el alma a la gente...
David: (mirando los huesos) ¿Y estás tan preocupada de la gente que les vai a empezar a hacer una cazuela de huesos a los gallos que vienen pa’ cá?
Raquel: No, ridículo. Esos huesos son los que les doy a los quiltros de la Estación cuando voy para el Pool.
David: Lo que me faltaba, tener una San Francisco alojada en mi propia casa. No te vaya a dar por regalonear a los ratones no más...
Raquel: Yo nunca había pensado que una persona se puede sentir así... como un quiltro...
David: ¿Quién te está hablando tanta huevá a vos?
Raquel: Yo solita me doy cuenta de las cosas pa' que sepai...
David: ¿Me querís decir que tienen que ver los famosos quiltros con el biombo que te traje?
Raquel: Todo y nada...Yo no sabía que lo que sentía era lástima... pero la lástima no sirve, no es cariño...
David: Deberías sentir lástima por mí que tuve que conseguirme plata prestada para comprarte este maldito biombo ¿y para qué? para nada, porque la perla ya no lo quiere...
Raquel: (Para si misma) Yo no quiero sentir lástima... Los quiltros que me siguen en la calle me tienen a mí, pero también tienen su esperanza y tienen sus calles, su lugar...
David: No empecís a hablar raro que no me gusta.
Raquel: ¿Y me querís decir que te gusta a ti?
David: Vos sabís...
Raquel: El pool...
David: Y hacerle cariño a esta cosita rica... (La abraza y le agarra un pecho)
Raquel: Para mí ya no tienes tiempo... siempre dices que me guarde las energías para los otros...
David: Es porque te quiero, pa' que no te cansís... pucha que eres malagradecida...
Raquel: Pero es que yo quiero tu cuerpo, quiero tenerte cerca como antes.
David: (obsesionado) Cuando me recupere todo volverá a ser como antes.
Raquel: Pero yo te quiero ahora...

Raquel trata de acercarse, David se aleja.

Raquel: ¿Viste? Parece que yo tuviera sarna, los quiltros me quieren más.
David: Déjate de hablar huevás o me vai a poner de mal humor...
Raquel: Pero si es la verdad, yo debería irme... a ver si alguien te va a querer como yo...
David: Tú que desaparecís y yo que te busco y no se que hago, Raquel...
Raquel: ¿Qué? ¿Me vai a matar?
David: No me provoquís, mujer...
Raquel: Mátame, mátame... a ver si eres tan hombre...
David: ¡Cállate!

David la golpea. Raquel grita fuerte. Pedro escucha y decide bajar.

Pedro: Ya no aguanto más, soy un cobarde, sería mi culpa si le pasa algo...

Pedro baja corriendo con un palo en la mano. Al llegar están Raquel y David besándose apasionadamente. Entra intempestivamente. Raquel y David se sorprenden, Pedro queda entre medio de los dos en una posición ridícula con el palo en el aire.

David: ¿Qué le pasa, Pedro?
Pedro: Yo... este... escuché un ruido... pensé que... podría haber... entrado un... ladrón... o un ratón...
David: ¿Un ladrón? ¿A robar qué? Lo único que tengo de valor está aquí.

David abraza fuertemente a Raquel por los hombros. Raquel disimula el dolor.

Raquel: ¿Y los ratones no los ha visto?
Pedro: No...
Raquel: Aquí hay hartos, ha tenido suerte...Yo no les tengo miedo.
Pedro: Bueno, me voy... Disculpen... yo...
David: No se preocupe... La Raquel a veces grita en la casa para...
Raquel: para... para... relajarme... me hace bien... me desahogo, ¿sabe?
Pedro: Claro, además es bueno para entrar en calor... dicen...
Raquel: Sí, así dicen...
David: Bueno, Pedro... gracias por tu preocupación... como vei no hay nada de qué preocuparse...

Sale Pedro.

David: Es raro este gallo.
Raquel: Se siente solo, David. Se siente como un quiltro...
David: Ni que los quiltros anduvieran con palos por las calles, ¿no viste que venía con un tremendo palo?... parecía un loco...
Raquel: Sí, tenía los ojos bien raros...
David: Hay que tener cuidado, Raquelita, uno nunca sabe como es la gente en realidad...

Raquel y David siguen besándose. De pronto el beso es interrumpido por David.

Raquel: ¿Eso es todo?
David: ¿Y qué esperabai? Eres demasiado caprichosa.
Raquel: No sé, algo más. Un poquito más que sea...
David: Tú eres mujer y la mujer está hecha para esperar...

David sale. Raquel queda sola en el cuarto una vez más.

Raquel: No importa, el que espera no olvida, tiene tiempo, tiene vida...

Pedro en la buhardilla.

Pedro: Ella obedece su destino, pero no tiene tiempo, no tiene vida... su destino está hambriento por ser otro. Yo podría decirle "Te quiero, Raquel, quiero que cantes para mí". Quiero escuchar sus canciones y enfrentar mi miedo, pero es mejor así. Debo dejar entrar mis recuerdos, verlos desfilar como las imágenes de un ahorcado.

Pedro cierra los ojos, se duerme profundamente. Raquel sube a la buhardilla ve a Pedro durmiendo, lo escucha hablar dormido, luego observa la pantalla del computador que se ha quedado encendida con algunas acciones del Hacker.

Pedro: Josefina... no me mires, mi cielo, soy tu papá, no, no
Raquel: Pobrecito.
Pedro: No, no soy yo, no, Angélica, mi amor, estoy aquí, salta, salta, no, es blanco, enorme, no es para ti, yo, yo debería estar ahí, no ustedes, mi cielo, no me dejes...

Raquel va a tocarle la frente y se queda hipnotizada frente al computador.

Raquel: (leyendo) Ministerio de Bienes Nacionales departamento de Tierras. "Tribus indígenas altiplánicas viven hace décadas en tierras estatales que ahora les son concedidas por el gobierno según el decreto 426 de la Ley de Protección al Indígena..."

Pedro se despierta sobresaltado, casi gritando, al parecer ha revivido el accidente.

Pedro: ¿Raquel? ¿Qué hace aquí?

Raquel se queda muda mirando la pantalla. Pedro la apaga. Paralelamente en el piso de bajo llega David golpeado y maltrecho.

Raquel: Disculpe, yo no quería saber nada, yo sólo subí para...
Pedro: No importa para qué subió, y tampoco importa lo que sabe ahora...
Raquel: Yo nunca pensé que usted...
Pedro: Sólo yo sé lo que soy y con eso basta. La pantalla es mi espejo. No trate de entender.
Raquel: Es que usted no entiende, yo...
Pedro: (cortante) Es mejor que se vaya, Raquel.

Raquel sale pensativa y en silencio. Pedro solo en la buhardilla.

Pedro: Es mejor que me vaya. Nos está negada la paz y el reposo. Los animales que somos pierden toda su compostura humana, podemos azuzarnos el uno contra el otro como halcones y como palomas.

David y Raquel en el cuarto de ambos.

Raquel: ¿Qué te pasó, mi amor?
David: Nada. Cosas mías.
Raquel: No es la primera vez que peleas, David. Siempre me cuentas todo lo que pasa en el Pool. ¿Por qué ahora no?
David: (avergonzado) Porque era una sorpresa.
Raquel: No me gustan este tipo de sorpresitas, los machucones no son graciosos...
David: No te burlís. Realmente me duele.
Raquel: Déjame curarte.
David: No.
Raquel: ¿Por qué te haces el duro conmigo? Yo también comparto mi dolor contigo.
David: ¿De qué huevá estai hablando ahora?
Raquel: A mí me duele el alma cuando me acuesto a tu lado después de haber estado con otro. Eso también duele para que sepas... pero no necesitas decirme nada, siempre te he perdonado que no me entiendas, incluso que no me ames, lo que no te perdono es que me hayas besado sólo como tú sabes hacerlo, porque si te lo perdono seguro que lo olvido.
David: Pero si yo te amo. No tenís pa' que olvidarlo...
Raquel: Ahora eso no importa. He quedado sola de nuevo como cuando mi padre se fue. Era Pedro y yo no lo sabía...
David: ¿Tu papá se llamaba Pedro, como el gallo de arriba?
Raquel: A veces...
David: No estoy entendiendo, Raquel...
Raquel: Ahora lo sé...

Pedro en la buhardilla haciendo su maleta.

Pedro: La cuchara de plata de mi abuelo, mi café descafeinado, mis calzoncillos sin memoria, mi cuerpo destrozado, mi resentimiento, todo cabe aquí, en esta vieja maleta. ¿Qué ausencia ocupé en tu presencia de prostituta golpeada? ¿Quién fui para tus ojos?. Tu soledad te eclipsa a ti misma y huyo de ti, de tu vida, de tu desesperación...

David y Raquel en el cuarto.

David: ¿De qué estái hablando, Raquel?
Raquel: De nosotros, sí, de nosotros.
David: Nunca me dijiste que tu papá te había abandonado.
Raquel: Sí y mi mamá murió en mis brazos llamándolo, ¿no lo puedes ver en mi cara?
David: Apenas leo el letrero del Pool y querís que ande leyendo en tu cara. Menos ahora que me dejaron este ojo como bofe.
Raquel: Ya no puedo hablar contigo, he escuchado a todos tus amigos pero contigo ya no puedo hablar, no ahora, menos si él se va también...
David: ¿Si se va quién?
Raquel: Pedro...
David: ¿Te metiste con el gallo de arriba? No me digai nada, no quiero saber, si fue por las 20 lucas está todo bien.
Raquel: Aquí nada tiene que ver con la plata sino con el cariño, con la comprensión, palabras que tú no conoces...
David: Así que a eso subías, a que "te lo comprendieran bien comprendido" ¿no es cierto?

Raquel trata de pegarle.

Raquel: Eres un imbécil.
David: ¿Qué sabís tú si estoy celoso o no? ¿Creís que me gusta cómo están las cosas?. Estoy harto de estas discusiones sentimentales, en unos años más estaremos discutiendo quien tiene más reumatismo que el otro y quién está más cagado, y estaremos sentados en un sillón viejo viendo pasar a la gente por la calle, amargados, hechos una mierda... algún día me iré y no me vai a ver más... No digo que no te quiero sino que me ahogo, ¿me entendís?
Raquel: Ninguna mujer te querrá más que yo...Yo he hecho todo lo que tú querías, querías que fuera cariñosa con tus amigos y fui cariñosa con tus amigos, querías que fuera puta y pagara tus deudas con mi cuerpo y lo hice, querías que cocinara y aprendí a hacerlo, querías que estuviera callada de noche y nunca dije nada... Ahora ¿qué soy? No soy ni tu sombra, habría hecho cualquier cosa con tal de hacerte feliz, pero no soy nada, sólo un pedazo de carne con las piernas bien abiertas y donde ya ni siquiera quieres estar.
David: ¿Me querís hacer sufrir? No tengo miedo de sufrir por ti, no tengo miedo de sufrir por nada ni por nadie, si quieres irte, hazlo, yo también me iré... estoy harto.
Raquel: Nos hacemos daño para sentir que estamos vivos de verdad y nuestro amor grita, grita fuerte, por sobre el ruido de la calle y de los demás, y estamos soñando y cuando me despierto te miro y tú me dices: "Raquel, en las peores pesadillas te amo a ti"
David: Y es verdad, Raquel. Yo te amo.
Raquel: No basta con decirlo.
David: Es verdad, no te basta esta cara machucá pa' darte cuenta, puta que erís ciega.
Raquel: Cállate.
David: No sé decírtelo de otra forma. No quiero perderte. Olvida todo lo que te dije, abrázame fuerte y cántame esa ridícula canción tuya.

Suenan unas sirenas de Policías a lo lejos en la calle.

Raquel: ¿Qué es eso?
David: ¿Qué va a ser? Los pacos...
Raquel: ¿Y qué están haciendo aquí?
David: Qué se yo...
Raquel: Eres un bastardo. De seguro los llamaste.
David: Pero para qué, ¿tú estai loca?...

Raquel sale corriendo hacia la buhardilla. Entra. David la sigue.

Raquel: Pedro, Pedro, tiene que huir, Pedro...
David: (entrando atrás de ella) Puta que rajó rápido... ¿Qué pasó?
Raquel: Se fue, tuvo miedo.
David: ¿De qué?
Raquel: El era el pirata.
David: ¿Y vos lo sabíai?.
Raquel: No.
Raquel: Adónde habrá ido?
David: Bajemos será mejor, si lo vienen a buscar y nos pillan aquí capaz que caguemos nosotros también...
Raquel: Eres un cobarde.
David: Cobarde pero no huevón.

Bajan, Raquel prácticamente es empujada por David. Mientras tanto alguien ha dejado un sobre por debajo de la puerta. David se agacha y lo toma.

David: Es para ti.

Raquel lo abre y se queda muda.

David: Ya poh di algo, ¿qué es lo que es?
Raquel: Es un cheque.
David: ¿Para quién?
Raquel: Para mí, yo creo que es del pirata.
David: Se paletió igual el compadre. ¿Y cuánta plata es?
Raquel: Harta. Mira.
David: ¡Flor! Ahora vai a ser la primera putita jubilada del país.
Raquel: Cállate.
David: No me levantís la voz, Raquel.
Raquel: No me amenaces. Déjame sola, David.
David: ¿Me vai a dar filo ahora que tenís plata?
Raquel: Déjame te digo.
David: Estai loca, no sabría que hacer sin ti. Con esto todo se va a arreglar, ya vai a ver....
Raquel: Es sólo un momento, necesito pensar.
David: Todavía no cambiai el cheque y ya se te fueron los humos a la cabeza.
Raquel: No se trata de eso, sale querís.
David: Cinco minutos. Después vamos juntos al Banco, no te vayan a cagar.

David sale a regañadientes, habría preferido que la plata fuera para él, algo de esto se entiende mientras sale.

David: Y yo que le andaba arreglando los cables al huevón...

Raquel sola en el cuarto, se emociona hasta las lágrimas.

Raquel: Eres increíble Pedro, a lo mejor nunca te vuelvo a ver. Mi canción es para ti. (Canta) Con flores amarillas... Gracias, pirata, nunca te voy a olvidar. Llévate mis flores amarillas y responde a mi canto con tu grito desde donde estés...

Se apaga la luz. Cuando saludan Raquel está elegante y David mucho más. Están de la mano. Ella tiene un ojo morado y la boca hinchada. En su mano derecha tiene unas flores amarillas.

Fin


Escena inicial | Versión de impresión

 

 


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