Dramaturgo / Isidora Aguirre  

 

 


ˇSubiendo . . . último hombre!

de Isidora Aguirre

Escena 7

 

El guía se coloca en el extremo derecho, donde antes se proyectó la entrada del Chiflón. Hacia Público, como si hablara a los turistas:

El Guía: En la mina se construyeron 211 kilómetros de galería, era una ciudad subterránea, con tecnología de punta. Habían robots manejados por hombres, por lo tanto se necesitaron menos trabajadores, hasta que llega el día más desagradable para este pueblo: un día de Abril del año 1997, cuando se produce el cierre de esta gran empresa que albergó por más de 150 años a varias generaciones de mineros.



Van llegando todos los actores, como saliendo del trabajo (de la jaula), y las mujeres que
vienen a encontrarlos. Se despliegan en una fila que avanzan hacia público, a la que se une el Guía. Actitud entre agresiva y angustiada, como de protesta ante el Público

Todos: (turnándose o en coro)

A las tres de la tarde
sin previo aviso
el día 16 de Abril
del año de 1997

Una Mujer: Lo que salían de la jaula al finalizar el turno de la mañana escucharon la sentencia...
Los Hombres: ¡SE CIERRA LA MINA! Carajo...
La fatalidad nos cayo de un repente...
Nadie estaba preparado..
El trabajo de la mina era el único que sabíamos hacer...
Fue como si nos cortaran las manos...
Una Mujer: Y a los hombres que llegaron desprevenidos al turno de la tarde, cuando iban a entrar a la jaula, les dijeron:
Varios Hombres: ¡Nadie baja! La Jaula está clausurada.
No habrá turno de la tarde...
Ni hoy, ni mañana, ni pasado, porque...
¡SE CIERRA LA MINA!



Con una coreografía acompañada de elementos de percusión, desfilan ahora con carteles en blanco, alguna bandera, dando vueltas en círculo, como en una marcha de protesta, menos el Padre que se queda en un extremo y habla hacia público

El Padre: El día 16 de abril del año 97... Como un rayo, como un cataclismo nos cayó esta desgracia. Nadie sabía nada... (Agresivo, hacia público). ¿Por qué no avisaron con tiempo, para hacerse uno a la idea, o ir buscando algo para defenderse?

El Padre vuelve a formar parte de la marcha.
Se desprende del grupo El Guía 1

El Guía: (A público, tono coloquial). La empresa tenía problemas, así es que el año anterior habían despedido como a 30 mineros. Entonces hicimos huelga, y fue peor ¡despidieron a cerca de 400! ... Para que la mina, dijeron, no tuviera que cerrar. Fue duro, pero nos quedó esa confianza, de que no iba haber cierre.

A trechos, la marcha se detiene cuando uno de ellos habla a sus compañeros.

Hombre 1: (Saliendo de la marcha, a sus compañeros). Si la cierran, ¡se acaba todo!. ¿Qué podemos ser, si no somos mineros?. Mineros fuimos toda la vida. Lo fue el padre, el abuelo, los hermanos...
El Padre: No es justo, compañeros. Hasta ahora fuimos como una gran familia los trabajadores del carbón... Una familia unida por el trabajo, por el Sindicato, el local donde nos reunimos los domingos. ¡No nos pueden hacer esto!
Hombre 2: ¡Como se atreven a clausurar esos piques, que es como si fueran nuestros!. ¡Ahí pasamos una vida entera, igual que el padre y el abuelo arrancando un mineral que era riqueza para el país!. ¿No es eso lo que nos han dicho siempre cuando nos contratan?
Hombre 1: ¿Y no siguen ahí las vetas?. ¿No hay carbón que extraer?. Si en la mina queda tantísimo carbón, cómo no hallan mejor solución que dejándonos a todos sin trabajo?
Hombre 2: (Con violencia). ¡Nos tienen acorralados, compañeros, y sin saber quiénes son los que deciden el destino de uno!

Se detiene la marcha, las mujeres se reúnen, hablan hacia público.

Mujeres: Ahí estaban, tantos mineros, hombres rudos, llorando.

Nosotras, ese día fatal
Junto a los hombres
TODAS LLORAMOS...
Mujer 1: No les dieron tiempo para organizarse y reclamar o tener junta para llegar a un acuerdo. ¡De intento lo avisaron así, de un repente!
Mujer 2: Tampoco sabíamos si nos iban a dar una compensación... Si nos iban a quitar la casa, la escuela, el hospital...
Mujer 1: Fue como decirnos: "¡Váyanse de Lota!. ¡Aquí ya no los necesitamos!"
El Guía: (Siempre en tono coloquial, explicando al público el problema). Lo que nosotros, los que fuimos empleados para guiar a los turistas, no nos está permitido decirles, es que a pesar del proceso que llaman "reconversión", continúa en las calles de Lota, el abandono y la pobreza. No han logrado cumplir las promesas de terminar con la cesantía y el desamparo en que quedaron nuestras familias. En los llamados "empleos de emergencia" no pagan a tiempo los salarios. Las promesas no se cumplen.
El Padre: Hablan de dar dinero, para invertir... ¿Y cómo?. Si el que ha estado siempre trabajando en la mina, no entiende de negocios o de hacer rendir el dinero.
Hombre 1: Tampoco uno "se halla" en los otros oficios que ofrecen con una "capacitación", que le llaman... ¿Cómo le va a gustar al que no más tiene costumbre de sacar carbón en las galerías, vestirse de blanco y cortarle el pelo a los ricos?
Mujer 2: Mi marido quedó el más afectado, porque nunca aspiró a nada más, él deseaba ser minero, y no conoció otra cosa... ¡Se le vino el mundo encima!

Los actores van retrocediendo, hasta perderse atrás en lo oscuro menos Luisa, la joven.

Luisa: Ese día, dieciséis de Abril, una vecina me vino a decir: “cerraron la mina”. No lo podía creer... Vestí a mi hija par ir a dejarla a la escuela y me fui al pique, donde tenía el turno mi marido. Quería verlo, estar con él en ese momento... Entonces lo veo salir, todo cochino, tal como había estado trabajando. Había hombres llorando.



Mientras dice, se acerca a uno de ellos, su esposo, José.
Él avanza como saliendo del trabajo, con y una bolsa, se quita el casco.

José: (Tomándola de la mano). Vamos, Luisa, se acabó...
Luisa: (Toma la bolsa que el trae). Tu ropa limpia, para cambiarte, (Él asiente)

Salen caminando, él la lleva de la mano y va cabizbajo.
Entran al Espacio Evocación.

Luisa: En la casa serví almuerzo.

José, se sienta a la mesa, apoyando los codos hundiendo el rostro, llora silenciosamente.

Luisa: Nunca había visto llorar a mi marido. Esa fue la primera vez. Mi esposo nunca jamás me preguntaba como era mi día, nunca hablábamos, y no me molestaba por eso, porque así lo vi en mi mamá, en mi abuela. Y ahora, no sabía cómo hablarle... Tenía miedo que lo tomara a mal... Así y todo me acerqué a él. (Se acerca a José). Y esperé que él me hablara.
José: (Alzando el rostro, murmura). Se acabó, Luisa... ¿qué va ser de nosotros?
Luisa: Confórmate. Somos jóvenes, todavía podemos salir adelante. (El niega con la cabeza cubriendo su rostro con un pañuelo que ella le tiende). Mira, yo hasta ahora me he preocupado de la pura casa, pero puedo trabajar. Anímate... (Lo abraza, quedan en silencio un instante. No logra retener sus lágrimas). ¡Me hiciste llorar!. Menos mal que llevé a la niña a la escuela, ella no tiene que vernos sufrir. ¡No es justo!. ¿No dijeron que con los que echaron el año pasado, la mina podía seguir funcionando?. Que.
... (Calla y mueve su cabeza como tragando sus palabras)
José: Se acabó y se acabó. La mina es lo único que conocí, desde niño. Es como si la vida se acabara...
Luisa: Pero una cosa me tienes que prometer: ¡no te irás de mi lado!. Y si pasamos hambre, la vamos a pasar juntos. El cariño no se acaba, aunque se acabe la mina... ¿Me lo prometes? (Él asiente.)

Baja la luz sobre ellos, que se retiran
Breve melodía en guitarra.



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