Dramaturgo / Marco Antonio de la Parra  

 

 


La pequeña historia de Chile

de Marco Antonio de la Parra

13. La muerte

 

Rector: ¿está seguro que quiere seguir en esto, señor Fredes?, ¿está seguro que quiere permanecer en su puesto, delante de los pupitres, soportando el bombardeo de preguntas, el constante asedio de los muchachos con su desdén inalterable, su mirada de desprecio, su constante ingratitud?, ¿está seguro que quiere relatar la historia de un país que no quiere saber nada de su historia?, ¿una nación sin apogeo?, ¿un estado que se deshace?, ¿un futuro que nunca se alcanza?
Muñoz: no lo desanime... casi tuvimos apogeo... las salitreras, el cobre... a fines del siglo pasado...
Rector: casi, casi, perdimos en el último minuto, le pisaron el pie a Estanislao Loayza, Manuel Plaza llegó segundo, se descubrió el salitre sintético, echamos por la borda cuanto tuvimos... casi...
Fredes: señor Rector, ¿por qué me hace estas preguntas?
Rector: porque tengo yo la culpa de que usted haya escogido esta carrera. Porque fuí un profesor apasionado que creía en la democracia, y creía en el progreso y en la libertad final y creía en la igualdad de las clases y en la justicia social...
Loureiro: ¡señor Rector!
Rector: ¡llegó la hora de hablar, llegó la hora de decirlo todo!. Voy a morir. Prepárense porque voy a morir. No jubilaré. Me niego a ser sepultado en mi hogar y escuchar cada mañana el ruido de la aspiradora. Quiero sentir hasta el último día el invierno húmedo de la zona central haciéndome estallar los bronquios, y la tiza agrietándome las manos cubiertas de sabañones. Quiero que se me cansen los brazos, los libros, y que el mapa... ¡dónde está el mapa!... el mapa se curve sobre mi espalda como una cruz... ¿quiere morir así, Fredes?, ¿escucha en su cabeza la voz de los patriotas?, ¿escucha crujir los granos de trigo, y las máquinas rugiendo, y las chimeneas de las industrias bufando construyendo una nación?, ¿escucha el canto épico de las flotas pesqueras?, ¿escucha la pluma rasgando el papel escribiendo un país porque este país, lo debe saber, es obra de escritorio, es puro deseo, es un sueño que usted deberá ayudar a soñar aunque ellos, los alumnos, no quieran hacerlo?, ¿lo escucha?
Loureiro: está loco...
Fredes: no, está vivo... así lo recuerdo...
Rector: que me perdone Sanhueza... si tuviera la bandera yo también subiría al mástil para salvar a esos muchachos... aléjenlos de nosotros... estamos malheridos...

Cae.

Muñoz: ¡señor Rector!
Rector: es la muerte la que viene a salvarme. La siento llegar. Digan que caí en acción.

Muere.

Fredes: ¡señor Gómez!
Muñoz: está muerto.
Loureiro: ¿qué vamos a hacer ahora?
Muñoz: el acto cívico.
Fredes: ¿pero... sobre qué tema?
Muñoz: sobre su muerte en el campo de batalla.
Loureiro: ¿sin Sanhueza?
Muñoz: sin Sanhueza... contar cómo pasó todo... la nación, el estado y la educación...

Se sortean automáticamente. Se numeran. uno, dos y tres. Besan al Rector, uno por vez. Se colocan en sus posiciones rituales.


1. El sueño de Sanhueza | 2. El mapa | 3. Todo se pierde | 4. Fredes | 5. El Sr. Toledo | 6. El dibujo | 7. Algo en el aire | 8. Fantasias | 9. Las pruebas | 10. El sitio | 11. La bandera | 12. El banco | 14. El acto civico | 15. Lamentos | 16. El cielo | 17. El rescate | 18. La solución | 19. Final | Versión de impresión

 

 


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