Dramaturgo / Marcelo Sánchez  

 

 


Residuos Berlín Valparaíso

de Marcelo Sánchez

Residuo 12


En una institución reformatoria alemana. Una mesa y una silla. Santelices espera. Entra Alejandra, custodiada por una funcionaria alemana.

Alejandra: ¿Quién chucha es usted?
Santelices: Oscar Santelices, de la embajada de Chile.
Alejandra: Chile... ¿Existe Chile todavía?. Pura basura.
Santelices: Existe y puede hacer mucho en tu favor si cooperas. En un par de meses dejarás de ser menor de edad y las condenas por tus delitos serán mayores y totalmente inamovibles. En este momento ni siquiera la firma de tu madre sirve para sacarte de aquí, asi que en este momento yo soy tu única esperanza de salir de aquí, pendeja.
Alejandra: Chucha, nos empezamos a entender en castellano... Usted debe ser uno de esos actores que mandan de agregado cultural o algo así... ¿Me podría firmar un autógrafo?
Santelices: Esos sólo aparecen en los cócteles y yo estoy aquí perdiendo mi hora de almuerzo por ti. Vamos a aclarar las cosas. La verdad al Estado chileno le interesas algo aproximado a nada. A mí en lo personal me jode bastante no almorzar y si no fuera por tu madre no estaría aquí.
Alejandra: ¿Ella sabe que estoy aqui?
Santelices: No. No todavía. Pero fue su preocupación lo que me hizo averiguar si tu nombre aparecía en algún reformatorio o en un cuartel de la policía. Se lo debes a ella.
Alejandra: A estas alturas estoy llena de deudas con todo el mundo... ¿Tendría unos euros en el bosillo que pudiera dejarme?
Santelices: Si firmas los papeles necesarios, puedo sacarte de aquí. Tu compromiso sería asistir a un programa de rehabilitación social. Cualquier rollo con robos o droga te cuesta la libertad, y por lo menos un año de cárcel. Si no firmas, ese año comienza hoy día y no es apelable ni por tu madre... ¿Me entendiste bien, pendeja de mierda?
Alejandra: Fuerte y claro, señor embajador.
Santelices: Bien. Dame una buena razón para respaldarte y lograr que te saquen de aqui. ¿Alejandra es tu nombre, verdad?
Alejandra: Sí, pero puede llamarme pendeja si quiere, entre compatriotas nos entendemos.
Santelices: Ok, pendeja, te escucho.
Alejandra: ... Usted no parece un diplomático...
Santelices: Tú no pareces una buena niña alemana.
Alejandra: No lo soy. ¿Qué hay de usted?
Santelices: No le cuentes a nadie, pero soy un hijo de puta que se las sabe todas, lo de la diplomacia es pura apariencia.
Alejandra: No quiero volver con la Frau...
Santelices: No tienes que hacerlo... recuerda que vas a ser mayor de edad. Sólo tienes que cumplir con un programa de rehabilitación social. Ella está preocupada en todo caso, sé que haría cualquier cosa por ayudarte.
Alejandra: Ahora... ahora haría cualquier cosa... ¿De qué me sirve eso, de qué?
Santelices: ¿Qué problemas tenías con ella?. No parece una mala madre.
Alejandra: La Frau me quiere. No pongo eso en duda; lo que pasa es que no me entiende... ella quiere que yo sea la niña buena y linda, pero no puedo. Hay cosas que ella no puede entender, cosas que no se me olvidan tan fácilmente por el simple hecho de estar al otro lado del mar...
Santelices: A ver, pendeja... ¿Me quieres decir que el Océano Atlántico es la razón por la que no puedes vivir con tu madre?
Alejandra: Que cabeza dura... no, no es eso... es que, no sé cómo decirlo, me gusta peinarme sola y no me gusta como me mira cuando salgo del baño... ¿Está claro, señor embajador?. ¿O necesita más explicaciones? Además, la gente que la visita me hace sentir extraña por mi manera de hablar, por el color de mis ojos...
Santelices: Te entiendo, sé lo que es eso. Pero no puedes quedarte pegada, tienes que luchar por ser alguien, aquí o en el otro lado del mundo, que sé yo. Tienes que luchar, pendejita.
Alejandra: Yo he tratado, he tratado, juro por mi mamita (cualquiera de las dos) que he tratado.
Santelices: ¿Qué quieres?
Alejandra: Firme los papeles, deme unos miles de euros y no va a saber de mí en años.
Santelices: Tendría que estar loco. No puedo hacer eso, no me estás ayudando a sacarte de aquí. No me das ninguna garantía de que no voy a hacer el loco sacándote de aquí.
Alejnadra: Yo no le he pedido nada. Por mí puede irse a la mierda. Hágase humo si quiere.
Santelices: ... Veremos si opinas lo mismo en una semana. Hasta pronto, pendeja.
Alejandra: Hasta luego, señor embajador.

 


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