Dramaturgo / Marcelo Sánchez  

 

 


Residuos Berlín Valparaíso

de Marcelo Sánchez

Residuo 3


En la casa de Frau Ingrid. Alejandra sola, robando dinero de la cartera de Frau Ingrid. Entra Frau Ingrid.

Frau Ingrid: Alejandra... ¡Qué sorpresa, mi niña!. ¿Saliste más temprano del colegio, hija?
Alejandra:
 Hola.
Frau Ingrid: ¿Por qué esa carita mi niña?
Alejandra: ¿Y a vos qué te importa, vieja jetona?
Frau Ingrid: Alejandrita, no me gusta esa manera de hablar, yo no entiendo ese lenguaje vulgar de tu país. Alejandrita, por favor háblale bien a tu mamá, en buen castellano. Ya es bastante difícil para mí que conserves el idioma de tu país.
Alejandra: El alemán y el chileno son una mierda, me gustaría hablar francés o rumano, cualquier cosa menos estos idiomas de racistas.
Frau Ingrid: ¿Otra vez tuviste problemas en la escuela?
Alejandra: ... No...
Frau Ingrid: Dime la verdad, mi niña.
Alejandra: ¡Me echaron de la escuela, mamá!
Frau Ingrid: ¿Te echaron?. No pueden echarte, voy a hablar con ese director. ¡No pueden echarte!. Tiene que haber pasado algo, Alejandra; a nadie lo echan así como así...
Alejandra: Me echaron de la escuela porque soy una india negra.
Frau Ingrid: ¡Eso no es verdad, mi niña!
Alejandra: Le robé plata a una compañera, una de esas rubias deslavadas que no saben mover el poto. ¡Por eso, me echaron!
Frau Ingrid: ¿Por qué hablas así, Alejandra?. ¡No me gusta que digas esas cosas!
Alejandra: Así se habla en el cerro, vieja hueona... ¿Es que no vai a entender nunca?. Yo no te pedí que me sacarai del cerro.
Frau Ingrid: Todo lo hago por tu bien, Alejandra. ¿Si querías dinero por qué no me lo pediste?
Alejandra:
 Porque no quiero tu plata.
Frau Ingrid: ¿Por qué no quieres mi dinero... ?. Soy tu madre, todo lo que tengo algún día será tuyo.
Alejandra: No me interesa la plata.
Frau Ingrid: ¿Entonces por qué robaste?. Sabes que no es la primera vez. Que me robes a mí es un abuso que me molesta, pero que podemos arreglar aquí en la casa. Chiquilla malcríada, te has metido en un lío. ¿Qué le vamos a decir a la asistente social?. ¡Si no puedo controlarte te van a mandar a una institución reformatoria!
Alejandra: No, no mamita, no permitai que me manden a una de esas casas, no de nuevo mamita, por favor. Yo te quiero mucho mamita. Te quiero, te quiero mamita.
Frau Ingrid: Mi pobre hija, mi pequeña. Eres un gorrión que se vino volando de un cerro de allá de Valparaíso hasta mi casa. Todos los días le agradezco a Dios el haberte conocido. Cuando te vi en el pabellón de los niños allá en el Cerro Barón, donde te tenían las monjas, me pregunté por qué una niña tan hermosa había sido abandonada por sus padres. Es algo que yo no puedo entender. Y pensé que lo mejor era que te vinieras conmigo. Comencé a visitarte todos los miércoles y domingos... ¿Te acuerdas?
Alejandra: ¡Usted llegaba y yo corría a tomarme de su cuello!. Eran los días más felices de la semana.
Frau Ingrid: Y llorabas tanto cuando yo me iba. ¡Yo no sabía qué hacer!. Me dijeron que ya estabas muy crecida, pero yo insistí en que mi país tenía mucho más que ofrecerte que ese puerto lleno de borrachos, de perros sarnosos y de miseria. Me llevo a la niña no más les dije y las monjas se encargaron de los papeles... Alejandrita, yo voy a intentar otra que vez que la trabajadora social no nos moleste, pero tienes que prometerme que nunca más robarás a nadie... ni en casa ni fuera de casa... y que te vas a portar como una niña muy buena...
Alejandra: Te lo prometo, mamita, te lo prometo.


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