Dramaturgo / Marcelo Sánchez  

 

 


Extramuros

de Marcelo Sánchez

Escena cuarta


El desierto en medio de una tempestad
.
Ruido de aviones que sobrevuelan el cielo. A lo lejos la ciudad. Disparos en la lejanía. La música de los gitanos aún más lejos. Un viento que amenaza tormenta. Hombre 2 bebe licor frenéticamente. Destellos en el cielo.

Hombre 2: ¿Son los aviones de la OTAN? ¿Son los aviones del ejército nacional que se dispone a bombardear el palacio de gobierno? ¿Son los aviones de la comunidad internacional en apoyo de la guerrilla? ¿Es que no van a terminar nunca? ¿Me escuchan? Que me van a escuchar. Ni siquiera soy un objetivo digno. Como civil, la comunidad internacional me protege, las Naciones Unidas me protegen, la OTAN me protege, el alto comisionado me protege, el defensor del pueblo me protege... la guerrilla me protege. ¿Por qué podría tener algo que temer? Un civil no es un blanco de guerra. Un blanco de guerra es otra cosa. Algo más importante. Un portaviones, una fábrica de armas biológicas, una fábrica de armas químicas. Un simple civil no tiene nada que temer. Qué me importa a mí lo que hagan. Yo no soy de esa ciudad. Que la bombardeen. Ni siquiera la conozco. Soy un civil protegido por miles de declaraciones de paz de los más altos organismos internacionales. Tengo hambre... ¿No podrían bombardearme con algo de comida? ¿No se les ocurre eso? Los hombres nacen libres e iguales... hasta que se transforman en civiles o en militares, o hasta que sus padres pertenecen al partido perdedor. ¿A qué categoría pertenecen los irlandeses, los vascos, los albaneses, los mapuches, los kurdos, los palestinos, los hebreos? ¿Hasta cuándo vamos a continuar con el maldito embrollo? ¿Es que no fue suficiente? Yo estoy en camino a otra ciudad. Destruyan ésta si quieren. Yo prefiero que la dejen vivir, que dejen vivir al muchacho y a todos los que son como él, a los que son como yo y también a todos los que no me parezco en lo más mínimo; a las señoras que van comprar verduras al mercado todos los días, a los hombres que trabajan en los bancos y que son burgueses respetables, a las prostitutas y a los gitanos. Los gitanos no quieren un estado, ni un ejército. Sólo quieren vivir ¿Los gitanos que mató Hitler tienen algún museo? ¿Algún gitano ha escrito la historia de los gitanos? Tal vez sólo estoy mal informado. Sólo soy un alarmista. Deben ser aviones de rutina, eliminando los objetivos previamente establecidos. ¿No podrían dejar a la ciudad tranquila? ¿Van a conquistarla? Tal vez no es una ciudad limpia étnicamente o tiene la religión equivocada. Nunca faltarán razones. Todo el mundo sabe que la guerra es un buen negocio y un buen negocio es un asunto de porcentajes. Yo me voy de aquí. Voy hacia otra ciudad. Es una estupidez que esté hablando todo esto. Soy sencillamente estúpido. La guerra es un asunto del mundo real. Los negocios son un asunto del mundo real. Los militares son puro símbolo, la guerra es un símbolo. El mando es sólo el cumplimiento del ritual de sacrificio original. Ya no es necesario nada de esto. ¿No podrían dejar esta ciudad? No lo harán. Todo pueblo aspira a constituirse en un estado. Eso justifica las bombas en la puerta de Salomón. Ojalá que el muchacho me haya hecho caso. Ojalá. Mierda, debo estar borracho... me carga toda esta filosofía política. Pasaron los aviones. Debe haber sido sólo una advertencia. Ya no habrá guerra esta noche. La ciudad está acostumbrada. Tengo que seguir buscando. Los encontraré en alguna parte. Si pudiera dejar de buscarlos. Si pudiera. Los gitanos están bailando. Lástima que yo no sea un gitano.


Escena primera | Escena segunda | Escena tercera | Escena quinta | Versión de impresión

 

 


Desarrollado por Sisib, Universidad de Chile, 2006