Dramaturgos / Neda Brkic Moskovic  

 

 


Entre nos

de Neda Brkic Moskovic

Entre Nos


Paso.
Mi peso
Sobre el piso
Yo poso.
Allí donde mi ser
El pie puso,
No creció pasto más.

Selim Kartal

 

 

...Y encima de todo ese espanto
Hay una inmensa flor pariendo...

Pablo de Rokha

 

 

Un hombre de unos 50 años, pelo entrecano, barba descuidada; viste una casaca descolorida, pantalones oscuros, zapatillas de marca. De su hombro cuelga una mochila. Lleva una bolsa de plástico con la marca de un supermercado (Jumbo) y un paraguas. Está parado en silencio, mirando a un punto indefinido en el espacio. Se balancea levemente de adelante hacia atrás; tiene las manos en los bolsillos de la casaca, la cabeza levemente inclinada hacia un lado.

 

Hombre: Ya pues. Aquí estoy otra vez. En la más Unamuno... ”como decíamos ayer”... ¿Sorprendido?. Perdona la demora. Puta, casi me caí de la micro, huevón.... es que me cuesta afirmarme cuando me huevea la rodilla; se me pone media porfía, nunca quedó bien después que me la trataron... allá. ¿Sabís que hoy es mi cumpleaños?. Creo que es hoy... ¿a ver?... sí,... es... es hoy... mi cumpleaños... 54 o 5; soy re-malo para los números... te podrás imaginar como seré para las fechas de los demás... son tantas... mi mamá me decía: “Alfredo, tan desatento que eres, por Dios; ¿qué te cuesta anotar un cumpleaños?”.  Pero si son años, no más, OH, ¡qué tanta cosa, pues, Mamá!, le decía y me iba dando un portazo... años no más. Este invierno se nos viene frío, frío y lluvioso... vieras cómo andan las filas de hormigas por mi casa... signo infalible...tú mismo me lo enseñaste. Siempre fuiste bueno para eso de los signos, o señales. Parecías brujo, huevón, con la respuesta única, a flor de boca. Dónde fuiste huaso. Ustedes los huasos entienden muchas cosas mejor que nosotros, los que nos criamos entre cuatro paredes, con el olor de las estufas a parafina y pichí de gato. Mi mamá y sus gatos... ¿te acordái del Satán?. Te quería harto a ti el bicho ese... Ya poh... ¿Y? ¿Qué onda? ¿Cómo estái?. Yo no tan bien como vos, poh... la semana pasada me dejó la Alicia... ¿te acordái de ella? ¿No?. Ah, es que ella vino después de la Elvira... no, no la conociste... es que se me enredan los tiempos. También estuvo unos añitos fuera... Holanda, huevón... ¿te imaginái?. Yo también estuve ahí, ¿te lo conté, no?. Después de Cuba... Puta los gringos fomes y huevones a la vela, y las minas se te tiraban encima a la primera, como si nada; no hacía ningún esfuerzo compadre; no podía aplicar ninguna de las ingeniosas metáforas que craneábamos para convencer a las mestizas locales... en el... ¿Cómo se llamaba ese bar?. El Inglés... pero fueron buena gente conmigo, pa' que voy a estar pelando... salvo el condenado idioma... nunca pude aprenderlo; vos no sabís lo que es esa lata, huevón... y como era de preverlo, a uno de ellos se le atragantó la Elvira. Así, medio a medio. Hasta ahí no más llegó la micro. Pa' más recacha, después de informarme que se iba, me encaletó la Victoria. ¡Tenía poco más de un año, huevón, oh!. ¿Captas el numerito?. Algo así como : “quédate con las ollas y los vasos, que no los necesitaré...”. Tuve que hacer de papá y mamá, huevón... el medio drama... ¿Cómo que qué le pasó?. Se me aburguesó la mina, poh... empezó con que ya no estaba ni ahí con nada; que Chile estaba lejos, que hasta cuándo iba yo a seguir así, tomando como cosaco y fumando como chino, que si me iba a dignar a aprender el idioma de una vez o no, que quería una vida normal, etc... El califa tiene que haber estado rondando quién sabe qué rato... yo, tonto gil ni lo sospechaba... claro, la Elvira con su look latino, la “chévere”, las empanadas hechas en casa, la guitarra y el charango... ¡los tenía locos a todos, poh huevón... Hace tanto tiempo que tenía ganas de conversar contigo, poh Darío... pero siempre pasaba algo; que no sabía dónde ubicarte, que se me había hecho tarde, que la Alicia me decía hasta cuándo hueveái con eso, y yo que le hago -le hacía- caso... en fin... ¿Qué te parece todo esto?. Puro Hollywood... ¿no?. Puras luces, huevón, puros reflejos... se acabaron las calles de adoquín y los barrios con el almacén de la esquina y el gato encaramado sobre el mostrador... ahora tenís que andar a tropiezos en unas como ciudades llenas de puras huevás importadas qué no sabís para que mierda sirven... “señor ¿dónde puedo encontrar mortadela?. Mortadela, pues, o sea fiambre”... tuve que comprar un paquete de una cuestión que recordaba mortadela... yo sólo quería tres torrejas, poh, pa' mí solo... ¿Dónde está el simple pan blanco del pueblo?, como gritabas cuando había huelga. Lo único que el pueblo hace ahora es comprar, comer y ver tele. Allá, entre pitos y flautas, sobre todo pitos, me escondía dentro de mi cerebro y métale pensar. De noche solía visitarme una pesadilla, como una buena amiga: soñaba que un cuervo me apretaba la garganta con su pico amarillo. Yo trataba de gritar pero no me salía la voz; mientras más trataba, se me empezaban a salir las cuerdas vocales de mi boca, huevón, como tallarines ensangrentados... me despertaba dando el   grito. La Elvira seguía durmiendo... ya se había acostumbrado. Eso me pasa porque no tengo nada que hacer, me dije, y decidí regresar a la Universidad... sí, allá... Así no más. ¡Filología hispánica, huevón!, ¿Con qué ropa, dices tú?. Si no era tan porro, poh; algo aprendí entre toma y toma. Además era gratis para los heroicos combatientes del tercer mundo, los que habíamos sido amablemente invitados a residir fuera de nuestros países... Fracasados del mundo uníos... como ves, me tomé la libertad de modificar una de las viejas máximas. Por lo menos conseguí el dichoso cartón que tanto me había reclamado mi vieja. Hay días que no lo aguanto. ¿Viste?. Empecé a cojear. El doctor me dijo que con el tiempo va a aumentar, pero me recetará otros calmantes. Como que hubiese nacido conmigo... el dolor, quiero decir. No se me despega de encima con nada, ni cuando tiro -tiraba- con la Alicia. No me mirís así, poh... No sé qué me pasó, huevón, no sé... no sé... se habían llevado a la Elvira y me la tenían en un lugar por ahí, en uno de los cerros. Me avisó el Jote. ¿Te acordái del Jote?, Pa' mí que estaba enamorado de ella... bueno, llegó una tarde a mi casa, blanco como papel y me lo contó. Yo me volví loco y el Jote me gritaba, “¡tranquilízate huevón, tenís que pensar!. ¿Querís que te agarren a vos también?. Así no más fue, poh guachito. A los cuatro días me agarraron. Yo venía saliendo de mi casa, pensando en como sacar a la Elvira... ni me fijé en los tres huevones que me agarraron por detrás y me metieron en una citroneta. ¡Citroneeeeta!. Qué rasca, huevón... siempre me han tocado unos tarros ordinarios, incluso en los trabajos... ¿te acordái cuándo iba de chofer?. ¡Llegábamos en tiempo récord!. Pa' qué te voy a contar lo que pasó después, vos lo sabís mejor que yo. Me tuvieron bailando cueca como tres días hasta que me llevaron al “parque”. Y ellos dále con “dónde está el Darío Salamanca, hijo de tu madre y de tu abuelita”, y que tenían a la Elvira y que esto y lo esto otro, con el menú completo de metáforas corporales y eufemismos. Y yo igual: que no sabía quién es Darío, no lo había visto en mi puta vida, que yo na' que ver... y así nos fuimos hasta que un día se me apagó la luz poh, compadrito. La Elvira... andaban todos calientes con ella... vivía por allá arriba, ¿te acordái?. En el Cerro Cárcel... vaya ironía. Su papá era un viejo conchesumadre, retrógrado, dueño de una fábrica de zapatos. No movió ni un músculo cuándo le dije que tenían a su hija. Me miró como si fuera una mosca y siguió leyendo el diario. ¡Nada huevón!. La madre tuvo que ir de lugar en lugar. Yo detrás, como una lapa... alcancé a hacerlo dos días. Ahí fue que me cacharon. Por suerte la señora tenía un primo que era amigo de un hermano del sobrino... del obispo... vos sabís, poh... y ahí dieron con ella. Justo a tiempo...Cuando nos volvimos a ver me contó que estaba de seis semanas. Yo quedé loco. Empecé a sacar las cuentas... ella había estado adentro un mes no más... ahí me puse feliz. Estaba rara, sí, como ida. Nunca hablamos de lo que nos pasó... ¿te cachái la huevá penca?. ¿Penca y tonta, también?. Igual nos casamos y justo salió la respuesta de Cuba. Cuando nació la Victoria, salió lo de Holanda. Por lo menos ya teníamos una maleta... A vos también te gustaba la Elvira, huevón, si me acuerdo como la ojeábai, igual que un jote... el Jote, ja, ja... Desperté en una especie de bodega, huevón, rodeado de puros tiesos, todos machucados... a unos les faltaban los dedos, a otros les habían arrancado las huevas... los tenían así no más, ni siquiera una sábana. ¡Puta la hediondez!. Cuando me cacharon que estaba vivo empezaron de nuevo. Yo los maldecía... maldecía a Dios, la Virgen, el Papa... decía brutalidades, pa' puro aguantar, rogando que se me apague la luz de nuevo, aunque sea para siempre... ya me daba lo mismo. Y no se me apagó nunca, poh Darío... la luz seguía ahí, brillante... llegué a creer que estaba con Dios, huevón, ¡y recién lo había mandado a la chucha!. ¿Te acuerdas como nos quedábamos hasta las 3, 4, o 5 de la mañana, tomando, fumando Liberty, riendo... que Kant, que Hegel; que la poesía de Pablo de Rokha era mejor que la del burgués de Chillán; que cómo Cortázar no había otro, -según tú- y que Borges era el verdadero maestro, según yo, y ahí saltábai con eso de que yo era el lameculo de la pluma facha... pero si Borges es grande, poh huevón; qué querís hacerle... te dije que leyeras El Aleph y después conversábamos... ¿Y?. ¿Lo leíste?. Tenía razón, ¿no?. Ya no leo tanto como antes, huevón. Yo creo que ya se dijo todo. Por lo menos todo lo que valga la pena, ¿no te parece?. Es siempre lo mismo. Unos plantean A. Los otros se pasan A por el culo y plantean B. Los del A piensan que hay que enseñarle un par de cosas a los del B. Los del B piensan que los del A son una tropa de huevones. Los del A ídem. Y ahí empieza a quedar la cagá. Después llegan los que deciden hacer una facción vanguardista de A y se nombran “A tangencial”. Los del B se pican y crean la “B exponencial”... luego aparecen unos C que nunca se supo de dónde chucha salieron, dónde estaban metidos. ¿Cómo puede haber...? Los callados. No hablan, ni declaran. Secuestran, matan a quemarropa... violan... porque sí no más... porque pueden. Así se arma la cueca con la cual el mundo ha estado bailando desde los faraones, huevón. Por favor... porfa... créeme, Darío... no sé en qué momento ni cómo... ya no me escuchaba... todo era un solo revoltijo de nombres, luces, caras... olores... súper loco... sentía como crujían las tenazas pero era como si fuese otro. El dolor me llegaba después, como en cámara lenta... Qué rara era esa cuestión... No sé cómo... porque... es decir, si sé porque... Pero en qué momento... si ya ni... ni me escuchaba gritar... en qué segundo... en que maldito, puto minuto... No sé si era la Elvira la que gritaba al lado... sonaba igualito. Yo estaba loco con ella... ya nos habíamos acostado tres veces... la primera fue en la citroneta, huevón... me tenía... es que no te imaginái cómo me tenía... o a lo mejor sí... la Elvira... su pelo castaño claro, ojitos pardos... olía rico, así como a colonia por litro... rico, poh; soy de gustos de pueblo. Trataba de recordar su olor para matar la hediondez con que me despertaba ahí adentro, después de las “conversas”. Puta, lo siento... es un fuego que no se amaina con nada, ¿sabís? No, Darío. No me digas nada, escúchame no más, eres bueno para eso. Créeme, no sé cómo... en qué segundo... en qué puto minuto... En todo caso, nos vamos a juntar pronto, para conversar más. Ahora no puedo, tengo que hacer unas cosas... sí.... el doctor es re' buena persona... me da los remedios ahí en el consultorio... algo que todavía queda de antes... en qué instante, desde cuál fisura de mi boca se arrastró tu nombre fuera de mi garganta... como un pájaro asustado... no sé cómo pude siquiera pronunciarte, con qué lengua, con qué dientes... Lo siento, Darío, perdóname huevón... No me odies... aunque igual te lo aceptaría...tenis todo el derecho... no me tengái mala, ¿ya?. Para seguir conversando... ¿sí?. Se nos quedaron tantas cosas en el tintero, poh. Tenemos que vaciar el tintero. Vos sabís que te quiero más que la cresta. Siempre fue así, hermano. Así se lo dije varias veces a tu cabro... está grande ahora. Estudia tecnología de suelos... no me preguntí que huevá es, pero por ahí dicen que es más sano... moya lo que será eso... El no sabe na' de esto, así que no se te vaya a ocurrir una de tus ideas brillantes, como aparecérsele en sueño y soltar el cassette... ya huevón; a ver si paso la otra semana... Ah, Toma, te traje esto.

 

(Saca de la bolsa del supermercado una plantita en un macetero de plástico, y la coloca sobre la lápida en el pasto, la amonona un poco y tira el plástico detrás de unos arbustos. Se santigua, murmura algo como un rezo, se da media vuelta, abre el paraguas y se aleja cojeando levemente).

 

Deguello mi lenguaje a tus pies
y me arrojo como un toro oscuro y desnudo
contra la nada.

P.de Rokha (de Fuego Negro)

 

 

Neda Brkic
Marzo, 2005



Author Information:Brkic Moskovic, Neda
Key Words:Dramas Chilenos. Dramas Chilenos. Siglo XX. Libretos. Obras en un acto. Monólogos

 

 

Cita:
Brkic Moskovic, Neda. Entre nos. Dramaturgia chilena contemporánea.



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