Dramaturgos / Marcelo Sánchez  

 

 


Residuos Berlín Valparaíso

de Marcelo Sánchez

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Residuo 1
Residuo 2
Residuo 3
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Residuo 14
Residuo 14
Residuo 15
Versión de impresión

 

 

Personajes:
Alejandra
Frau Ingrid: su madre
Minga Rukale: inmigrante africano en Europa
Daniel Santelices: funcionario diplomático chileno en Berlín
Monja
Un hombre: drogadicto


En una bodega abandonada en Berlín
En la casa de Frau Ingrid
En un orfanato de Valparaíso
Calles de Berlín

Calles y cerros de Valparaíso
La embajada de Chile en Berlín

La casa de Santelices


Residuo 1

 

En una bodega abandonada en Berlín. Llueve intensamente.
Alejandra mira por la ventana.
Desde la oscuridad se acerca Minga Rukale y la abraza.


Residuo 2


En la casa de Frau Ingrid. Santelices mira por la ventana.

Santelices: ...Tiene una buena vista en su departamento, señora Schwartz.
Frau Ingrid: ¿A qué ha venido señor Santelices?
Santelices: Es una visita de cortesía, señora Schwartz. Supongo que son momentos muy difíciles para usted...
Frau Ingrid: ¿Qué quiere decir señor Santelices?. Yo no lo comprendo. Hace más de tres años que yo no veía a Alejandra...
Santelices: De todas formas, señora Schwartz, ella era su hija...
Frau Ingrid: Ella no era mi hija.
Santelices: Los papeles dicen lo contrario.
Frau Ingrid: Mientras estuvo en esta casa fue tratada como una hija, pero siempre se le dijo la verdad, siempre.
Santelices: Alejandra era su hija para todos los efectos legales, señora Schwartz.
Frau Ingrid: ¿Qué quiere señor Santelices?... Yo no puedo devolverle la vida a la muchacha. Si usted quiere que yo derrame lágrimas delante suyo está muy aquivocado porque tengo mi conciencia muy tranquila, señor Santelices. Alejandra recibió todo lo que una muchacha alemana puede recibir y mucho más, si me permite. Un buen colegio, natación, continuas visitas a la ópera, que a ella le gustaba mucho. Si se hubiera esforzado habría tenido una carrera en la música, estoy segura. Fueron sus propios problemas los que la llevaron a un fin tan estúpido. Es lamentable, pero parece que una buena educación no es suficiente para borrar las malas costumbres que la niña adquirió en su país, señor Santelices...
Santelices: ¿A qué malas costumbres se refiere, señora Schwartz? Tenemos muchas en mi país. ¿Podría ser más puntual, señora Schwartz? A veces yo tampoco la entiendo.
Frau Ingrid: Alejandra robaba en su propia casa, a su propia madre.
Santelices: ¿En qué quedamos? ¿Era o no era su hija?
Frau Ingrid: Por supuesto que sí... mi niña, mi niña...


Residuo 3


En la casa de Frau Ingrid. Alejandra sola, robando dinero de la cartera de Frau Ingrid. Entra Frau Ingrid.

Frau Ingrid: Alejandra... ¡Qué sorpresa, mi niña!. ¿Saliste más temprano del colegio, hija?
Alejandra:
 Hola.
Frau Ingrid: ¿Por qué esa carita mi niña?
Alejandra: ¿Y a vos qué te importa, vieja jetona?
Frau Ingrid: Alejandrita, no me gusta esa manera de hablar, yo no entiendo ese lenguaje vulgar de tu país. Alejandrita, por favor háblale bien a tu mamá, en buen castellano. Ya es bastante difícil para mí que conserves el idioma de tu país.
Alejandra: El alemán y el chileno son una mierda, me gustaría hablar francés o rumano, cualquier cosa menos estos idiomas de racistas.
Frau Ingrid: ¿Otra vez tuviste problemas en la escuela?
Alejandra: ... No...
Frau Ingrid: Dime la verdad, mi niña.
Alejandra: ¡Me echaron de la escuela, mamá!
Frau Ingrid: ¿Te echaron?. No pueden echarte, voy a hablar con ese director. ¡No pueden echarte!. Tiene que haber pasado algo, Alejandra; a nadie lo echan así como así...
Alejandra: Me echaron de la escuela porque soy una india negra.
Frau Ingrid: ¡Eso no es verdad, mi niña!
Alejandra: Le robé plata a una compañera, una de esas rubias deslavadas que no saben mover el poto. ¡Por eso, me echaron!
Frau Ingrid: ¿Por qué hablas así, Alejandra?. ¡No me gusta que digas esas cosas!
Alejandra: Así se habla en el cerro, vieja hueona... ¿Es que no vai a entender nunca?. Yo no te pedí que me sacarai del cerro.
Frau Ingrid: Todo lo hago por tu bien, Alejandra. ¿Si querías dinero por qué no me lo pediste?
Alejandra:
 Porque no quiero tu plata.
Frau Ingrid: ¿Por qué no quieres mi dinero... ?. Soy tu madre, todo lo que tengo algún día será tuyo.
Alejandra: No me interesa la plata.
Frau Ingrid: ¿Entonces por qué robaste?. Sabes que no es la primera vez. Que me robes a mí es un abuso que me molesta, pero que podemos arreglar aquí en la casa. Chiquilla malcríada, te has metido en un lío. ¿Qué le vamos a decir a la asistente social?. ¡Si no puedo controlarte te van a mandar a una institución reformatoria!
Alejandra: No, no mamita, no permitai que me manden a una de esas casas, no de nuevo mamita, por favor. Yo te quiero mucho mamita. Te quiero, te quiero mamita.
Frau Ingrid: Mi pobre hija, mi pequeña. Eres un gorrión que se vino volando de un cerro de allá de Valparaíso hasta mi casa. Todos los días le agradezco a Dios el haberte conocido. Cuando te vi en el pabellón de los niños allá en el Cerro Barón, donde te tenían las monjas, me pregunté por qué una niña tan hermosa había sido abandonada por sus padres. Es algo que yo no puedo entender. Y pensé que lo mejor era que te vinieras conmigo. Comencé a visitarte todos los miércoles y domingos... ¿Te acuerdas?
Alejandra: ¡Usted llegaba y yo corría a tomarme de su cuello!. Eran los días más felices de la semana.
Frau Ingrid: Y llorabas tanto cuando yo me iba. ¡Yo no sabía qué hacer!. Me dijeron que ya estabas muy crecida, pero yo insistí en que mi país tenía mucho más que ofrecerte que ese puerto lleno de borrachos, de perros sarnosos y de miseria. Me llevo a la niña no más les dije y las monjas se encargaron de los papeles... Alejandrita, yo voy a intentar otra que vez que la trabajadora social no nos moleste, pero tienes que prometerme que nunca más robarás a nadie... ni en casa ni fuera de casa... y que te vas a portar como una niña muy buena...
Alejandra: Te lo prometo, mamita, te lo prometo.


Residuo 4


Como en un sueño, Berlín y Valparaíso. En el texto, ella intercalan frases de la canción popular que identifica al puerto de Valparaíso; el bolero Valparaíso de mi amor.

Alejandra: ... Del cerro Los Placeres yo me pase al Barón... las monjas me recogieron a los ocho, cuando mi mamá ya no podía hacerse cargo de mí. Ya éramos cinco hermanos y todos chicos. Me sacaron de la casa en el cerro Cárcel, y me llevaron al internado del cerro Barón; mi mamá andaba en el hospital porque se había infectado por un aborto mal hecho, así que nadie dijo nada, me llevaron no más.... la Plaza de La Victoria es un centro social... La Frau llegó cuando yo tenía once años y a mí me gustaba porque me trataba con harto cariño y las palabras le salían raras cuando quería hablar. Las monjas me dijeron que acá todo sería diferente. Mi mamá estuvo de acuerdo, así que los papeles salieron rápido. Antes de venirme con la Frau hablé con mi mamá y le pregunté si sabía quién era mi papá y ella no sabía. Podía ser el Rucio o el Polilla, uno de los dos podía ser, pero no era seguro cual de los dos. Así que salí de Chile con el consentimiento de mi madre y sin nunca saber quien era mi papá... Avenida Pedro Montt como tú no hay otra igual.... Cuando llegamos los familiares de la Frau me miraban raro, no podían entender por qué la Frau se había hecho cargo de una india tan rara... Tus mujeres son blancas margaritas, todas ellas arrancadas de tu mar... La Frau me quería y yo la quería a ella, y de pronto le tomé odio a las calles, a la gente, a los turcos, a los alemanes, a la Frau, a los sudacas, le tomé odio a todos... sin saber por qué y ahora ya no quiero saber por qué. Y entonces decidí tatuarme y agujereármelas orejas y el ombligo para que se cabrearan todos. La sociedad es una mierda y yo no iba a ser tan hipócrita, que todos sepan que no estoy de acuerdo en como viven... la joya del Pacífico te llaman los marinos y yo te llamo encanto, como a Viña del Mar...


Residuo 5


Alejandra y una monja en el orfanato en Valparaíso.

Monja: Mañana es el gran día, Alejandrita.
Alejandra: ¿Mañana viene la gringa?
Monja: Sí. Y cuando llegue la noche, ya no vendrás a la capilla, ni volverás a tu cuarto con las otras niñas. Te vas a ir, Alejandra.
Alejandra: ¿Voy a volver al cerro?. ¿Va a venir mi mamá?
Monja: No... te vas a quedar con la señora Ingrid.
Alejandra: ¿Y voy a vivir con la gringa en el cerro?
Monja: La señora Ingrid, la gringa como le dices tú, y que desde mañana será para todos los efectos tu madre, vive en su país, que se llama Alemania.
Alejandra: ¿O sea que yo voy a ser alemana de Alemania?
Monja: Tú vas a ser alemana y chilena, y me vas a prometer que serás muy feliz, Alejandrita. Yo te veo como a mi hija y por nada del mundo dejaría que te fueras por ahí sin rumbo. La señora Ingrid te va a poner en un buen colegio y estarás en un país muy bonito, muy grande, con gente muy buena. Yo lo conozco y sé que te va a gustar mucho.
Alejandra: A mí me gusta el cerro.
Monja: Ah, los cerros son bonitos, pero tú sabes que no es bueno todo lo que pasa en los cerros, hay gente mala...
Alejandra: ¿La gringa es buena?
Monja: Es muy buena, Alejandrita, si no fuera buena y yo no tuviera la certeza de que esto es lo mejor para ti, no dejaría por nada del mundo que te fueras con ella.
Alejandra: ... Hermana Lupe...
Monja: Dime.
Alejandra: Yo a veces quiero ser como usted.
Monja: Ahhh, mire usted, eso no es necesario, no, no, no, usted es la Alejandrita y punto, no me venga con esas cosas.
Alejandra: ¿Por qué no me puedo quedar en el cerro?. ¿O con ustedes?. Yo la quiero a la Frau, pero no sé, me da miedo irme tan lejos con la gringa. Yo quiero ser monja. ¿No sirvo, verdad?. Yo sé que ya estoy muy manchada y ustedes tienen que ser puras...
Monja: Alejandra, mi niña... tú eres más pura que muchas personas que yo conozco. Mira nada más las cosas que dices. Ya, será mejor que vayas a arreglar tus cosas. Espera, dame un beso.


Residuo 6


Santelices se desploma en un sillón.

Santelices: Los papeles están firmados. Todo en orden, archivado y foliado en los informes a la Cancillería... número de fosa, recortes de prensa comentando los hechos, certificados del Ministerio de Salud, de Extranjería, número del expediente en la oficina policial correspondiente... Alejandra Verónica Cabrera Cabrera, nacida en el puerto de Valparaíso, en Chile... frente a ese mar que tranquilo ya no me baña... y que se vayan a la mierda con todo esto... ¡mierda!. Si “La Cuarta”, fuera un diario alemán podría titular algo así como: “Sudaca que era como hacha se va cortada en orgía de drogas y sexo” y podría, tal vez, reírme un poco. Ufff... esto huele como toda la mierda del reino de Dinamarca junta, y habría que pegar un grito en el cielo y movilizar a doscientas instituciones de “nunca más”... un grito en el cielo... ¿Será posible eso alguna vez? ¡Cabrones, no me dejaron hacer nada!. “No haga olitas, Santelices, es un caso policial en el que no nos vamos a interesar; el euro ya es un hecho y necesitamos ser los socios más ordenados posibles. Déjelo todo en manos de la policía local, ni se le ocurra meterse en al asunto. ¿O prefiere volver a Chile?. Recuerde que su cargo es de confianza”... Nunca salí del horroroso Chile, como decía el poeta... y lo mismo esta pendeja asesinada en una mugrienta bodega de narcos y putas baratas en Berlín, nunca salió del horroroso Valparaíso... ¡Nunca salió de allí, del cerro con olor a alcantarilla, en el que los gringos se desvelan por cinco minutos con el tercer mundo y sus perros pulguientos!. Mierda, debería postular a diputado, estoy hablando huevadas por montón... Nunca salimos de allí, Alejandra, nunca... Y ahora quieren declarar al puerto “patrimonio de la humanidad”, cuando lo mejor sería dinamitarlo entero en una sesión del Congreso pleno. Las generaciones futuras nos estarían sumamente agradecidas, mucho más que si les dejamos toda esa mierda de yeso y alcantarillados en mal estado... Creo que me van a condecorar por mis servicios a la patria, creo que es mucho whisky para una sola noche y que quisiera hacer algo por ti, algo, por ti y por mí..., por nosotros que nunca salimos del horroroso Chile. ¡Cresta!. Ni siquiera al otro lado del charco logramos salir de ese olor del aceite quemado en el puerto, ni de las caras tristes en la micro, ni de los troles mugrientos, ni de las escaleras llenas de caca de perro... Nunca salimos de allí, Alejandra, nunca... (Hunde la cara entre sus manos).


Residuo 7


Alejandra en una bodega abandonada. Llueve
.

Alejandra: ¿Con cuánto amor se reparan las heridas del alma?
Sólo la lluvia parece limpiarme.
Al fin algo, al menos mi sangre es caliente.
La ceremonia del dolor no ha terminado. Menos libre que nadie. Sólo la apariencia de la libertad es posible, a veces.
La puta drogadicta sudamericana que no encontró el camino a “la post modernidad industrial contemporánea”. Qué mundo tan extraño vivimos algunos días. Y hay que vivirlo no más. ¿Con cuánto amor, con cuánto?. Tengo miedo de no encontrar la medida, ni el momento justo. ¿Cómo es el mar cuando llueve?. ¿Le duele a las olas el infinito golpear de las gotas?. ¿La comunión de los incapaces logrará vencer a la comunidad de los injustos?. En el puerto hay aroma a café tostado, lo siento. ¿Le duele a las olas el infinito golpear de las gotas?. Llueve, interminablemente llueve. ¿Alguien puede responder a mis preguntas?


Residuo 8


A las afueras de un edifcio abandonado en Berlín. Alejandra arrimada contra una puerta de fierro oxidada. Llueve. Minga se acerca a Alejandra. Habla un español castizo muy forzado que no logra esconder su lengua materna africana.

Minga: Ich Liebetich, putita cachonda. ¿Por cuánto me harías una francesa?
Alejandra: Tranquilo, negro de mierda, mira que yo también sé hablar español.
Minga: Tranquila, tía, no te acojones que era una broma... vamos que se me hacía que no me ibas a entender ni hostia.
Alejandra: ¿Creís que soy hueona, negro...? Te tenía re’ cachao que me estabai sapeando pa’ robarme.
Minga: ¿Qué español es ese, tía?. Tú hablas peor que mis primos cuando desembarcaron en Canarias.
Alejandra: Canarias, tu abuela, negro culiao...
Minga: A ver, tía, para con lo de negro que uno tiene su dignidad también. ¿Me estás cachondeando o qué?... Yo no entiendo tu maldito dialecto.
Alejandra: Ni yo el tuyo. Soy Chilena...
Minga: Y yo soy africano, y ni un puto europeo tiene la más mínima idea de donde quedan esos lugares, así que estamos en la misma mierda, tía...
Alejandra: Africa... ¿Hace calor ahí?
Minga: Mucho calor, el sol no se cansa de joderte, pero lo prefiero a este infierno de grados bajo cero.
Alejandra: ¿Y en dónde aprendiste español?
Minga: En la oficina de inmigración... lo primero que oí fue: “Otro puto negro que nos viene a joder la unión europea”... ¿Oye, tú no eres una agente encubierta o algo así?
Alejandra: Encubierta de frío y cagada de hambre, eso sí que puedo asegurarte que soy.
Minga: ¿Estás esperando clientes?

Alejandra: No alucines, negro, que contigo no lo hago ni por toda la droga de Berlín.
Minga: Déjalo ya tía, que me cabreas!
Alejandra: ¿Qué hacís aquí?
Minga: Eres peor que los de inmigración... ¿Qué crees que puede hacer un negro en Europa?
Alejandra:
 Limpiar mierda, cocinar mierda o vender mierda.
Minga: No trabajo en Mac Donalds, ni limpio el water en la gerencia del Bilbao Vizcaya.
Alejandra: O sea que vendes mierda.

Minga: Y de la buena. ¿Quieres probarla?

Alejandra: Mis amigos me dejaron sola, sola..., no tengo ni un euro en los bolsillos. No puedo pagarte, mejor será que sigas tu camino. Déjame aquí, tranquilita, negro.
Minga: Este lugar apesta. Ven conmigo, encontré una bodega abandonada donde podemos secarnos, tomar cerveza y hablar un poco.

Se van juntos.


Residuo 9


En la oficina de Santelices. Santelices recibe a Frau Ingrid. Ella está muy intraquila.

Santelices: Buenas tardes, señora. ¿En qué puedo atenderla?... ¿Usted habla castellano?... ¿Le ocurre algo?
Frau Ingrid: La niña está perdida...
Santelices:
 ¿Quién?
Frau Ingrid:
 La chiquilla se fue del reformatorio... ¡Nadie sabe dónde está!
Santelices:
 Señora...
Frau Ingrid:
 Ingrid Schwartz.
Santelices:
 ¿Quién está perdida?
Frau Ingrid:
 Mi niña... la traje desde Valparaíso. Yo le he dado todo. ¡Se lo juro!. Intenté por todos los medios mejorar su situación. Ella vivía conmigo y no pude retenerla en la casa, hice todo lo posible porque la trabajadora social no se la llevara a una institución... ¡Y ahora me avisan que la niña se ha fugado!. No puedo entender qué le pasa a esta niña. Estoy deseperada, señor. Tiene que ayudarme. Tiene que ayudarla a ella; es una compatriota suya. ¡Tiene que hacer algo!
Santelices:
 ¿La policía lo sabe?
Frau Ingrid: Por supuesto que está informada.
Santelices: ¿La niña es chilena?
Frau Ingrid: Sí, chilena. Es decir, ahora es alemana, pero pensé que lo mejor es que ustedes se enteren de lo que está pasando.
Santelices:
 Dígame el nombre de la menor.
Frau Ingrid:
 Alejandra Verónica Cabrera Cabrera.
Santelices:
 ... Parece más chilena que alemana...
Frau Ingrid: ¿Qué dijo usted?
Santelices:
 ¿Yo?. Nada, hablaba un poco para mí... discúlpeme... ¿La niña vino legalmente a Alemania?
Frau Ingrid: Todo legal señor....
Santelices:
 Daniel Santelices, Frau Ingrid. Tengo los papeles si quiere revisarlos.
Santelices:
 No, no es necesario. Señora Ingrid, si la policía está informada nosotros nada podemos hacer... Es un asunto interno en el que nada tenemos que hacer. Yo le agradezco que me mantenga informado, y le prometo que voy a buscar toda la información necesaria para hacer lo que esté a mi alcance.
Frau Ingrid:
 ... ¡Usted no entiende señor Santelices!. La policía no va a preocuparse mucho por una chica latina que anda de punk por las calles, o de puta en las discotecas. No se va a preocupar a menos que ustedes aleguen en favor de ella. No me importa en qué situación está la niña. ¡Seguirá siendo siempre mi hija!. Y me interesa mucho recuperarla, pero eso no va a ser posible si usted no se mete en el asunto... Usted tiene que entenderlo señor Santelices... ¡Tiene que entender que ella corre peligro!.


Residuo 10


En la casa de Frau Ingrid.
Alejandra en una bodega, sobre un colchón medio podrido.
Frau Ingrid lee una carta. Su voz es la voz de Alejandra. Luego es Alejandra quien relata el texto de la carta.

Señora Ingrid....
Supongo que después de no saber nada de mí en tres años le será extraño recibir esta carta. Le pido que piense en lo difícil que también fue para mí tomar la decisión de escribirla. Tomar papel y lápiz me ha costado días de fiebre. Recordar la dirección de la casa ha sido un esfuerzo que sólo he podido soportar con una buena dosis de caballo... Ahora que he superado esto y tengo la decisión de escribirle... No sé si hacerlo en alemán o en castellano y tampoco cómo dirigirme a usted. ¿Señora Ingrid?. ¿Mamá?. ¿Frau Ingrid?. ¿Gringa, como le decían todas las niñas allá en Valparaíso?. No lo sé... no quiero ofenderla, ni tampoco darle falsas esperanzas. Le escribo con la única intención de pedirle dinero. Después de todo usted es la responsable de que yo me encuentre en un país ajeno al mío, y que no sepa dónde mierda estoy parada. Claro que ya estoy bastante crecida como para culparla de mi situación. No la culpo, simplemente tengo necesidad de dinero y no tengo a nadie a quien recurrir. Vivo con un grupo de pelados y por nada del mundo volvería a su casa. Recogemos desperdicios del basurero del supermercado y nos va bastante bien con eso. En un bar nos regalan cerveza gratis si alegramos el ambiente ya que los estúpidos que van allí necesitan algo de acción los fines de semana, y nosotros hacemos bastante ruido cuando queremos. Algunos del grupo son ciudadanos alemanes y reciben dinero mensualmente que nos alcanza para algunos lujos como cigarrillos y pasteles. Todo lo demás, la ropa y los maquillajes, lo recogemos de la basura. Como ve, llevo una vida que cualquiera de las putas de Valparaíso me envidiaría. Sé que ya no soy su sueño, me he convertido en su peor pesadilla, pero no podía hacer otra cosa, si quería ser yo misma alguna vez. Sólo espero sobrevivir esta temporada y ya veremos... Aunque mis palabras son duras no se sienta juzgada, mamita. Aunque mi vida es una porquería, ya no guardo rencor con nadie, ni con usted, ni con mi mamá de Chile. Es sólo que hay algo equivocado en alguna parte... allá en los cerros que miran el mar, aquí en este cementerio iluminado, con seguros y aire acondicionado, no lo sé. Sólo sé que unos miles de euros me ayudarían mucho a pasar el invierno, y si usted quiere entregármelos puede hacerlo dejando un sobre a mi nombre en el bar de Herman de la Schiller Strasse, por supuesto sin preguntar nada acerca de mí. Y si avisa a la policía la voy a odiar. ¿Usted sabe hasta dónde puede llegar mi odio?.
Alejandra.


Residuo 11


Alejandra y Minga Rukale en una bodega. Están acostados en un destripado asiento de auto al interior de una bodega abandonada. Beben cerveza y fuman.

Minga: ... Entonces llegué a Madrid en un camión y me fui al centro, a la Gran Vía.
Alejandra: Nada como el turismo.
Minga: Con unas monedas compré pollo frito y luego me largué a caminar hasta un parque. Era cerca de la Navidad, así que había un gran feria. Todos caminaban muy rápido, ocupados en no sé qué cosa. Es algo divertido ver a la gente así, cuando uno no tiene nada que hacer. En la feria conversé con otros negros puteados como yo, pero no me entendían o no quisieron entenderme. Dormí durante tres meses en las escaleras del metro. Estaba por matar a alguién para conseguir dinero cuando tuve una visión...
Alejandra: Efectos de la droga cortada, te lo aseguro.
Minga: No, no era nada de eso. Fue una visión... Eramos cinco durmiendo en las escaleras y los guardias estaban por llegar, así que tenía que salir de ahí lo antes posible. Tenía un montón de periódicos para taparme del frío. Me los saqué de lo pantalones y subí hasta la calle. Era una mañana fresca y aunque había luz del día, los autos todavía llevaban los faroles encendidos. Por un momento no supe si era de día o de noche, ni en que lugar del mundo estaba. Podría haber sido cualquier parte, como en un sueño. El estómago se me retorcía de hambre y me puse a caminar, porque si uno hace como que tiene trabajo en alguna parte no te molestan y entonces tuve la visión...
Alejandra: ¿Algún espíritu de la tribu que te venía a timbrar el pasaporte?
Minga: No, nada de eso... yo estaba vivo.
Alejandra: ¿Eso es una visión?
Minga: ¿No entiendes?
Alejendra: ¿Me estás jodiendo?
Minga: Fue una visión maravillosa...
Alejandra: ¡Negro, traficante y poeta!. Eres lo peor de lo peor. ¿Lo sabes?
Minga: ¿Tú has tenido visiones?
Alejandra: No creo, no sé lo que es eso.
Minga: Es simple... es algo que te ayuda a vivir...
Alejandra: Espera, no sé si es una visión: ... cerros llenos de luces que se reflejan en el mar...
Minga: ¿Es algún lugar?
Alejandra: Sí y no.
Minga: ¡Mierda, yo sólo te di un toque, no es para que alucines tanto!
Alejandra: Es el puerto de Valparaíso, en Chile.
Minga: ¿Tu casa?
Alejandra: Podría haber sido. pero no lo fue.
Minga: Entiendo. Yo creo que esa es una visión.
Alejandra: En la noche los cerros están llenos de luces y se reflejan en el mar, siempre hay olor a café tostado y un rumor de camiones que van al puerto. Veo esos cerros en mis sueños... creo que es lo más cercano que he tenido a una visión.

Silencio. Se besan.


Residuo 12


En una institución reformatoria alemana. Una mesa y una silla. Santelices espera. Entra Alejandra, custodiada por una funcionaria alemana.

Alejandra: ¿Quién chucha es usted?
Santelices: Oscar Santelices, de la embajada de Chile.
Alejandra: Chile... ¿Existe Chile todavía?. Pura basura.
Santelices: Existe y puede hacer mucho en tu favor si cooperas. En un par de meses dejarás de ser menor de edad y las condenas por tus delitos serán mayores y totalmente inamovibles. En este momento ni siquiera la firma de tu madre sirve para sacarte de aquí, asi que en este momento yo soy tu única esperanza de salir de aquí, pendeja.
Alejandra: Chucha, nos empezamos a entender en castellano... Usted debe ser uno de esos actores que mandan de agregado cultural o algo así... ¿Me podría firmar un autógrafo?
Santelices: Esos sólo aparecen en los cócteles y yo estoy aquí perdiendo mi hora de almuerzo por ti. Vamos a aclarar las cosas. La verdad al Estado chileno le interesas algo aproximado a nada. A mí en lo personal me jode bastante no almorzar y si no fuera por tu madre no estaría aquí.
Alejandra: ¿Ella sabe que estoy aqui?
Santelices: No. No todavía. Pero fue su preocupación lo que me hizo averiguar si tu nombre aparecía en algún reformatorio o en un cuartel de la policía. Se lo debes a ella.
Alejandra: A estas alturas estoy llena de deudas con todo el mundo... ¿Tendría unos euros en el bosillo que pudiera dejarme?
Santelices: Si firmas los papeles necesarios, puedo sacarte de aquí. Tu compromiso sería asistir a un programa de rehabilitación social. Cualquier rollo con robos o droga te cuesta la libertad, y por lo menos un año de cárcel. Si no firmas, ese año comienza hoy día y no es apelable ni por tu madre... ¿Me entendiste bien, pendeja de mierda?
Alejandra: Fuerte y claro, señor embajador.
Santelices: Bien. Dame una buena razón para respaldarte y lograr que te saquen de aqui. ¿Alejandra es tu nombre, verdad?
Alejandra: Sí, pero puede llamarme pendeja si quiere, entre compatriotas nos entendemos.
Santelices: Ok, pendeja, te escucho.
Alejandra: ... Usted no parece un diplomático...
Santelices: Tú no pareces una buena niña alemana.
Alejandra: No lo soy. ¿Qué hay de usted?
Santelices: No le cuentes a nadie, pero soy un hijo de puta que se las sabe todas, lo de la diplomacia es pura apariencia.
Alejandra: No quiero volver con la Frau...
Santelices: No tienes que hacerlo... recuerda que vas a ser mayor de edad. Sólo tienes que cumplir con un programa de rehabilitación social. Ella está preocupada en todo caso, sé que haría cualquier cosa por ayudarte.
Alejandra: Ahora... ahora haría cualquier cosa... ¿De qué me sirve eso, de qué?
Santelices: ¿Qué problemas tenías con ella?. No parece una mala madre.
Alejandra: La Frau me quiere. No pongo eso en duda; lo que pasa es que no me entiende... ella quiere que yo sea la niña buena y linda, pero no puedo. Hay cosas que ella no puede entender, cosas que no se me olvidan tan fácilmente por el simple hecho de estar al otro lado del mar...
Santelices: A ver, pendeja... ¿Me quieres decir que el Océano Atlántico es la razón por la que no puedes vivir con tu madre?
Alejandra: Que cabeza dura... no, no es eso... es que, no sé cómo decirlo, me gusta peinarme sola y no me gusta como me mira cuando salgo del baño... ¿Está claro, señor embajador?. ¿O necesita más explicaciones? Además, la gente que la visita me hace sentir extraña por mi manera de hablar, por el color de mis ojos...
Santelices: Te entiendo, sé lo que es eso. Pero no puedes quedarte pegada, tienes que luchar por ser alguien, aquí o en el otro lado del mundo, que sé yo. Tienes que luchar, pendejita.
Alejandra: Yo he tratado, he tratado, juro por mi mamita (cualquiera de las dos) que he tratado.
Santelices: ¿Qué quieres?
Alejandra: Firme los papeles, deme unos miles de euros y no va a saber de mí en años.
Santelices: Tendría que estar loco. No puedo hacer eso, no me estás ayudando a sacarte de aquí. No me das ninguna garantía de que no voy a hacer el loco sacándote de aquí.
Alejnadra: Yo no le he pedido nada. Por mí puede irse a la mierda. Hágase humo si quiere.
Santelices: ... Veremos si opinas lo mismo en una semana. Hasta pronto, pendeja.
Alejandra: Hasta luego, señor embajador.

 


Residuo 13


Frau Ingrid y Alejandra frente a un espejo. Frau Ingrid peina cuidasamente a Alejandra.

Frau Ingrid: Ahora sí que se ve linda mi niña.
Alejandra: Extraño mi casa, Frau...
Frau Ingrid: Esta es tu casa, tontita. Vas a ir a un colegio muy bueno para aprender muchas cosas y vas a ser una buena mujer en el futuro. Te va a gustar.
Alejandra: ¿Algún día voy a volver a Chile?
Frau Ingrid: Podemos ir de vacaciones... el próximo año podemos ir unas semanas... Ahora vas a preocuparte de los estudios, Alejandrita y aprender muy bien el alemán, para que nadie te discrimine nunca por esa razón ni por ninguna otra.
Alejandra: ¿Aquí vamos a hablar como en Chile?

Frau Ingrid:
 Claro, bien pensado, así yo practico mi castellano y tú vas a ser una alemana bilingüe; eso te va a facilitar mucho las cosas en el futuro. Ahora deja de pensar en Valparaíso, Alejandrita; ese lugar tan lejano y triste. Ahora tienes que estudiar mucho y conocer gente buena y portarte bien aquí en casa. No me gustó nada la rabieta que te dio ayer... si necesitas dinero me lo pides, pero no debes robarme la plata de mi ropero mientras yo no estoy, eso no está bien, mi niña.
Alejandra
: Yo necesito tener harta plata para volver a Valparaíso, para entrar como una reina en el puerto, como una artista invitada al Festival de Viña...
Frau Ingrid:
 ¡Cabecita loca!. Ahora vamos a estudiar verbos del alemán que son muy difíciles para ti. La lengua alemana es indispensable para tu vida futura.
Alejandra:
 ¡Pucha!


Residuo 14


La habitación de Santelices. Alejandra viste sólo una camisa de él. Durante la escena se va vistiendo con su propia ropa.

Alejandra: ¿A qué hora vas a volver, Daniel?
Santelices:
 No antes de las diez, tengo que ir con el imbécil del agregado cultural a una ópera. El idiota no sabe una gota de alemán.... ¡Apenas pronuncia bien el castellano y eso que es un actor! Yo no sé que clase de favores pagan envíando a inútiles como éste.
Alejandra:
 Bueno... también enviaron a inútiles como tú.
Santelices:
 Tienes toda la puta razón... ven, dame un beso.
Alejandra: Parece que te has tomado en serio lo de la custodia.
Santelices: Estoy loco, eso es algo que salta a la vista, pero ¿qué puedo hacer? Si dos porteños se encuentran en Berlín, a miles de kilómetros de Valparaíso, no queda otra cosa que la solidaridad quecaracteriza al chileno.

Alejandra:
 ...Me aburro cuando no estás...
Santelices: Lo siento, pero no puedo llevarte a la ópera, además no te gustaría.
Alejandra: ¿Por qué no? ¿Piensas que soy una sudaca ignorante?

Santelices:
 Pienso que me echarían cagando de la carrera diplomática si aparezco contigo en un acto oficial, eso es todo. (Silencio). Lo siento, tienes razón, tal vez te guste la ópera... ¿Alguna vez has ido a una?
Alejandra: Todos los meses con Frau Ingrid, desde los quince años. Fuimos al ciclo de Wagner en Baeyruth... ¿Sabes lo que es eso?

Santelices:
 No...
Alejandra:
 Ok, no te preocupes, eres sólo un funcionario, no es tu deber enterarte de todo.
Santelices: Frau Ingrid no perdió el tiempo contigo.

Alejandra:
 mmm ... Hizo lo que pudo...
Santelices:
 ¿Sabes? Creo que no se equivocó... Cuando te vi en el correcional supe que me llamarías para sacarte de allí y que valía la pena jugarse por ti...
Alejandra:
 Muchas gracias, señor embajador.
Santelices: No me hinches las pelotas, no me gusta que me llames así...

Alejandra:
 A mí me gusta que me llames pendeja.
Santelices:
 Eso era antes... escucha, he pensado en retirarme de la embajada. Con tanto viaje conozco gente en todas partes de Europa. He pensado en que tú y yo podríamos comenzar algo juntos. Tal vez poner un café en alguna parte. Tengo un capital ahorrado que nos serviría para empezar. ¿Qué te parece?. O si lo prefieres podríamos volver a Chile...
Alejandra:
 ¿Estoy absolutamente loca o esto es algo así como una propuesta matrimonial?
Santelices:
 No, no es eso....bueno, no lo sé, es que en estos dos meses... es decir, desde que comenzaste a quedarte en mi departamento, que yo... hace mucho tiempo que algo así no me ocurría y...
Alejandra:
 Basta. Para. Déjalo, no digas nada... no digas absolutamente nada más. ¿Qué te crees, mierda? ¿Qué me sacas del tarro de la basura para perdonarme la vida? Me da asco que te disculpes y que me cuentes tus huevadas y tus proyectos ridículos: poner un café en el Mediterráneo, volver a Chile. ¿Qué más se te ocurre, viejo huevón? ¿También podrías ser escritor y yo tu musa inspiradora...? ¿No tienes alguna otra estupidez en tu cabeza en la que yo intervengo decorándote el paisaje...? Andate a la mierda de una buena vez y no se te ocurra buscarme porque te denuncio por violación de menores, consumo y tráfico de drogas y falsificación de documentos públicos.
Santelices:
 Alejandra, yo creí que tu estabas feliz aquí...conmigo...
Alejandra:
 ¿Como tu putita todo servicio? ¿Crees que me voy a quedar con un viejo boludo como tú si no fuera por salir del hoyo en el que estaba? Ya he tenido bastante, esto no da para más... Adiós, señor embajador y no me busques ni en tu cama ni en el tarro de la basura.

Alejandra se va.

Santelices: ¡Pendeja de mierda!


Residuo 14

Alejandra y Minga Rukale en la bodega abandonada.

Minga: Eres muy cachonda, chilena.
Alejandra:
 Y tú eres todo lo que cualquiera espera de un negro.
Minga:
 No me jodas...
Alejandra:
 Ya lo hice.

Ríen. Pausa.

Minga: Me voy a Amsterdam la próxima semana... ¿Quieres venir conmigo?
Alejandra:
 ¿Por qué no...?
Minga: Me gusta tu compañía, chilena.

Alejandra
: Creo que estará bien, salir de aquí por un tiempo, va a estar muy bien... iremos juntos.
Minga
: Así se habla, chilena.
Alejandra:
 ¿Vamos a vender drogas?
Minga:
 No... eso se termina cuando salgamos de estos basurales. Voy a Amsterdam a trabajar en una pizzería, ya está todo arreglado. Si trabajo bien, en seis meses me dan los papeles. Con lo que me pagan se podría arrendar una pieza y comer bien.
Alejandra: ¿... Yo podría trabajar de mesera?
Minga: Puedo arreglarlo, si es lo que quieres.

Alejandra:
 No es excatamente lo que quiero... pero sería como empezar algo... ¿No te avergüenza viajar conmigo?
Minga: Tía, no empieces con eso. ¡Yo contigo voy a cualquier parte!
Alejandra: Amsterdam... ¡Ok!. Es un buen lugar... o tan malo como cualquier otro.

Golpean a la puerta de la bodega.

Minga: Toma, ponte esta chaqueta, debe ser el pringao que me viene a comprar la droga. Se la doy, me paga y luego nos vamos a comer papas fritas. Quédate quieta y no digas nada.

Minga intercambia unas palabras en alemán con el hombre de afuera y luego, abre y hace pasar al hombre al interior de la bodega. Es un hombre bien vestido, obviamente apremiado por la falta de drogas.

Minga: Es todo lo que tengo, ya sabes el precio.
Hombre:
 ¿Para esta mierda me haces cruzar Berlín en un día como éste?
Minga: Si no te gusta puedes irte al carajo que no estoy para perder el tiempo. Si andas duro de caballito, pues por mí quédate en tu casa.

Hombre:
 Necesito  que me des más... el fin de semana será largo.
Minga:
 Pues ándate al carajo, rebúscatelas, como lo hacemos todos y déjame tranquilo, tío.
Hombre: Negro de mierda, te he dejado euros recién salidos del banco por tu droga. No pienses que me vas a joder tan fácilmente. A dos cuadras de aquí está la policía y si no me das toda la droga que tienes, los voy a dejar caer sobre ti, y la puta que te has traído a esta pocilga... un negro y una latina. Voy a recibir una condecoración si los entrego a Inmigración.
Alejandra: ¿Qué te crees, cabrón?. ¿Que por que tienes las estrellas en tu pasaporte eres un gran señor?. Ustedes no serían absolutamente nada si no fuera por nosotros, por todo lo que nos han robado. ¡Explotador racista!
Hombre: Puta y militante, pero esto es francamente apestoso.
Minga: Vete a joder a otro sitio, tío.

Hombre:
 Ustedes se van joder: si disparo, el arma la policía va a llegar en un minuto...
Alejandra:
 Maricón de mierda, vete a robar a otro lado.
Hombre:
 Ya te soporté bastante, puta... ¡No me hables más!
Alejandra: ¡No tienes huevos para disparar esa pistola...! Vámonos, Minga,

Hombre:
 ¡No se muevan!
Minga: Está bien... ahi está, llévate toda esa mierda.

Minga tira una pequeña bolsa con droga al piso. El hombre se agacha a recogerla.

Alejandra: Me recuerda a los perros de Valparaíso... lamiendo su sarna y sus garrapatas para no morir.

El hombre le dispara dos veces a Alejandra.

Hombre: ¡Hay que terminar con las putas y lo negros!. El hombre se va.
Minga: Tranquila... te voy a llevar a un hospital...Tranquila...
Alejandra: ¡No! ... La policía va a llegar en cualquier momento, tienes que irte. ¡Prométeme que vas a irte!
Minga: Yo...

Alejandra:
 No digas nada... abrázame y déjame, ya van a llegar... No te procupes por mí... ¿Sabes que veo?. Veo unos cerros llenos de luces que se reflejan en el mar... Anda Minga, por favor, déjame... vete a Amsterdam, consigue esos papeles... los cerros, hay olor a café tostado en el aire... hay escaleras por todas partes y luces. Cada una es una casa y una de ellas es mi casa... mejor será cerrar las ventanas porque está lloviendo... Déjame, Minga, vete, voy a estar bien...

Minga se va.
Alejandra sola en la bodega.
Llueve
.


Residuo 15


En la casa de Frau Ingrid. Santelices y Frau Ingrid.

Santelices: ¿Hay algo que pueda hacer por usted?
Frau Ingrid: Déjeme en paz señor Santelices, es lo mejor que puede hacer.

Santelices:
Adiós, señora Schwartz.
Frau Ingrid:
Espere, Santelices, espere... hay una cosa... Yo sé que usted... bueno, ya no importan mis reproches... Sólo quiero que se lleve una foto de ella... Se la tomé en las puertas de la ópera, a ella le gustaba mucho la música. ¡Se ve tan feliz en esta foto, riéndose!. Recién habíamos llegado de Valparaíso... Quiero que usted se quede con esta foto... tómela. Yo quiero olvidarme de Valparaíso, de Alejandra, olvidarme... Buenas noches, señor Santelices.

Santelices recibe la foto y luego sale a la calle. Llueve y él parece caminar sin rumbo.

Fin


Desarrollado por Sisib, Universidad de Chile, 2006